¿Es la filosofía una caja de herramientas?

Pablo Romero García

A veces los filósofos toman problemas sencillos y los transforman en algo absolutamente complejo, con una escritura cargada de dificultades. 

 

Contenido de la edición 18.03.2021

 

Otras veces -quizás las menos-, hacen de los asuntos complejos algo sencillo. En todo caso -y en mi caso-, considero que los dilemas que se aborden deben estar vinculados fundamentalmente -no exclusivamente, claro- al ámbito práctico, atendiendo las encrucijadas que nos arroja la vida cotidiana. En este sentido, cabe preguntarse: ¿en qué medida la filosofía puede resultar una "caja de herramientas" que nos ayude a enfrentar de mejor manera los problemas habituales de nuestra existencia?

Todos creamos estrategias y recursos para hacer frente a las circunstancias desafiantes que se nos van presentando, y muchos de nosotros realizamos abdominales filosóficas diarias para intentar afrontarlas de la mejor manera posible. Al filósofo le es inmanente el mundo que le rodea. Y a su obra, bien vale concebirla como una "caja de herramientas" a la cual se puede echar mano siempre que sea necesario.

Michel Foucault señalaba respecto de su tarea intelectual: "Todos mis libros son pequeñas cajas de herramientas. Si la gente quiere abrirlos, usar tal frase o tal análisis..." (entrevista de suplemento literario Le Monde, 1975). En la misma línea, puntualizó que: "Una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Tiene que servir, tiene que funcionar. Y no para sí misma. Si no hay personas que la utilicen, empezando por el mismo teórico, que entonces deja de ser teórico, quiere decir que no vale nada o que aún no ha llegado su momento." (Deleuze, G./Foucalt, M. 1984. Un diálogo sobre el poder. Madrid: Alianza Editorial, p.10).  Ciertamente, la perspectiva foucaltiana responde adecuadamente a la pregunta del título. 

Un filósofo es  un creador y la filosofía supone el arte de crear herramientas conceptuales que nos hagan visualizar y afrontar los dilemas que se nos presentan, que muchas veces son asuntos que trascienden lo inmediato del día a día, pero que conforman, en definitiva, las horas nuestras de cada jornada y requieren de respuestas que generen decisiones que afectarán nuestra vida. La filosofía puede contribuir de manera positiva en esas elecciones del diario vivir.

Justamente, ese era el sentido fuerte del filosofar en su nacimiento. En los antiguos griegos, no tenía otro sentido que el de orientar la vida. La filosofía emerge vinculada a la cotidianidad, a un modo de proceder dirigido a la búsqueda de la sabiduría, entendida como felicidad individual y comunitaria. He ahí la ineludible cuestión valorativa de la noble tarea del pensar. El estoico Aristón, discípulo directo de Zenón, llegó a sostener que solo competía dedicarse al campo de la ética, en tanto el resto de las cuestiones consideradas filosóficas no contribuían en nada a lo central, que es el mejoramiento del modo de vivir. En nuestro tiempo, urge retomar ese sentido originario, que se ha ido desdibujando a favor de una práctica que ha terminado alejándose de las disyuntivas existenciales cotidianas de los ciudadanos de nuestra polis postmoderna.

¿Es que no tiene acaso el filósofo por principal tarea el ayudar a problematizar su contexto inmediato? ¿No es tarea de la filosofía abrir horizontes al pensar? Sócrates, uno de los padres fundadores de la filosofía occidental, representa en buena medida la figura paradigmática del filosofar en contacto directo con el ciudadano. Era frecuente que se le encontrara en las calles, en las plazas públicas, provocando la reflexión, aguijoneando conciencias, invitando -a veces desde la más radical ironía- a pensar, a cuestionarse. Desde ese lugar público, combatía la indiferencia y la pereza intelectual, "sacudiendo" a sus oyentes.

La filosofía no solo nos puede ayudar a pensar mejor -y a establecer un vínculo significativo entre nuestra existencia y algunas de las principales ideas con que contamos en nuestra historia del pensamiento-, sino que nos brinda la posibilidad de accionar en nuestro contexto inmediato desde la óptica de una mayor comprensión de ese mundo que nos rodea.

Abramos la caja.

 

PABLO ROMERO GARCÍA

Profesor de Filosofía, comunicador

 

Imagen de portada: adhocFOTOS/Santiago Mazzarovich

 

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2021-03-18T00:01:00