“Sombras a plena luz”, de Nedy Varela
Lilián Hirigoyen
Contenido de la edición 22.09.2023
Es este mi comentario sobre Sombras a plena luz, de Nedy Varela, totalmente ajeno a lo académico o a cualquier sesudo análisis, y se limita a mi experiencia y disfrute como lectora, encadenada a la belleza de descubrir en cada libro un nuevo camino, una forma distinta de interpretar el mundo, porque a través del arte y, particularmente de la escritura, nos acercamos a la comprensión y el despliegue de las diferentes miradas sobre las mismas cosas y emociones que existen desde el principio de los tiempos.
Es a partir de ahí, de la lectura, y especialmente de la pasión por la poesía, que me acerco hoy a este libro de Nedy Varela. Un poemario complejo, pero no por eso menos hermoso.
Podría hablar de la tapa, que tiene el color del fuego, lleno de luz y de pequeñas sombras, como nos dice el título que resulta sugerente y contradictorio, opaco y enceguecedor, pero que la belleza del libro objeto hable por sí mismo.
Prefiero dedicar mi comentario, no muy extenso, al contenido, pleno de recovecos misteriosos y meandros ocultos detrás de unos versos frondosos y sugestivos al igual que el follaje de esos bosques que rodean a los legendarios caminos iniciáticos. "Conócete a ti mismo", rezaba en la entrada del templo de Apolo en Delfos, según los historiadores griegos. Dicen que llegaban viajeros de todas partes en una lenta peregrinación solo para conocer los designios del dios, nunca claros, siempre enigmáticos. También en Grecia, y para asistir a los misterios de las Dos Diosas, los acólitos recorrían la distancia de Atenas a Eleusis, dando así inicio a la peregrinación hacia los misterios más famosos de la antigua Hélade, los Misterios de Eleusis
Recorramos nosotros también el camino iniciático de este libro, busquemos detrás de las tapas de este templo la inscripción milenaria de Apolo, porque será la poesía, tan enigmática como sus profecías, la que descubrirá nuestros propios rituales internos.
Leer el libro me llevó su tiempo, confieso, porque no es una poesía fácil. Aristóteles se refería a los Misterios Eleusinos-viaje iniciático que quizás él mismo recorrió- como "un estado que se experimenta hacia la transformación"; decía que no es algo que se aprende o se entiende. Es lo que sucede con Sombras a plena luz: no se aprende ni se entiende, se experimenta como una epifanía. Cada poema lleva en sí mismo lo que un día entero de lectura para incorporar las emociones que se plantean, nunca fáciles, nunca simples, pero sí universales. Ahí reside su encanto, la maravilla del libro, que permite trasmutar la fuerza del texto, en la propia, en la del lector, y la niña que corre es la niñez que pervive en la inocencia de quien lee y los sudores que escurren, se mezclan, se deslizan saboreando el goce, son la pasión que golpeó o aun golpea en nuestro cuerpo. De eso se trata la poesía, de conseguir la fusión, la íntima comunicación entre el escribidor y el lector, utilizando como vaso comunicante a la palabra. He ahí la ceremonia y la consumación del rito.
El libro se divide en cinco partes; etapas o secciones que nos van introduciendo en la intimidad emocional de la autora. Al igual que un camino iniciático lleno de misterios, con cada avance que hacemos en su lectura nos va mostrando en forma velada un recoveco oculto, un bosque sagrado, una ninfa perdida. Emulando tal vez a los antiguos peregrinos y en el afán de encontrar una anhelada paz interior que a veces parece alcanzar y muchas otras no, Nedy Varela ilumina el trayecto de este, su propio sendero para compartir sus búsquedas, sus preguntas, sus derroteros. ¿Encuentra las respuestas? ¿Culmina y llega al destino de su íntimo camino de Santiago? ¿Arribará en su peregrinación a Delfos junto a las columnas del dios que todo lo sabe? ¿Alcanzará la revelación en el templo de Eleusis? Como dije antes, cabe en cada uno de nosotros interpretar y traducir en nuestro propio lenguaje la oblicua profecía de la voz poética, oculta entre imágenes bellas y metáforas lúcidas y precisas. Quizás, he ahí mi duda, sea más fascinante la búsqueda que la resolución de las íntimas dudas.
El libro, como dije antes, consta de cinco partes.
PRIMERA SOMBRA: DESDE LA NIÑEZ
Esta primera parte corresponde a la infancia, a eso nos remite su título. Al igual que el gusto, la vista, el oído, el tacto y el olfato -los cinco sentidos -, esta parte primera se compone de cinco poemas. Los poemas rezuman la explosión de los sentidos en el despertar de la vida. Los versos, pletóricos de una mezcla de sensaciones, nos introducen en la niñez como si de un cuento antiguo se tratase. Pero, a pesar de la pura belleza de esos años, también se palpa la nostalgia de lo que se dejó atrás, donde solo es posible volver en los recuerdos. Sin embargo, a pesar de esa añoranza, viajamos igual hacia el pasado ingenuo, lleno de ilusiones y juegos, degustando, oliendo, tocando, oyendo y mirando desde una alfombra mágica de recursos que la autora utiliza y desde allí, son mil y una las imágenes que convoca.
CUENTO (página 13)
El cuento pasó a mi boca
como un agua tibia y rosada,
envuelto en viento
anidó entre mis manos
cubrió el suelo.
Luego llegaron las palabras.
El camino tiene gusto a hombre extraño,
los árboles
llevan juegos oscuros
en sus ramas.
El sonido de la casa huele a enredaderas,
a soledad de niños y preguntas.
Cuando dije: había una vez
y nunca hubo.
Ahora, el polvo cubre el cuento que no quise.
SEGUNDA SOMBRA: PALABRAS
Toda esta sección sugiere un ars poética, el vínculo personal con la creación. Son once poemas que invocan la llama que enciende la chispa de la poesía. Y esto nos da la pauta de qué importancia le da Nedy Varela al fuego de la escritura; no en balde la palabra que inicia el primer poema de esta serie es AMANECER- y se hizo la luz- , y como señala al final del mismo texto donde se deduce que escribir es la antítesis de la muerte "... morir o crear con la palabra,/ entonces, será mío el placer/ de no encontrarme mañana,/ si amanece."
TERCERA SOMBRA: AMOR
Compuesta de diecinueve poemas, esta serie es la más extensa del poemario. Aquí, el amor está presente en sus múltiples facetas: en la madre, que según se escribe "crece leudando calor./ Abre la puerta en brazos"; presente en la calle del barrio "canal de vida/ abierta a la mancha y la rayuela/ carreras detrás del barrilete,/ un papel en el piolín/ sigue subiendo,/ eleva hasta el cielo/ una promesa."; está en el brillo de la pareja "desconocemos fronteras,/ recorremos ciegos/ la geografía braille del encuentro." Pero el amor no solo es la maravilla del sentimiento hacia lo otro, también está en la tristeza, en lo terrible, en la vida que debería florecer y sin embargo se hunde en una patera. Es este, para mí, uno de los textos más sentidos de esta serie, marcando su impronta de pesadumbre aun en el amor más profundo. El mar, el mar-madre, origen de la vida, también puede llevarse una vida que recién comienza. El poema que transcribo, complejo y maravilloso, tiene tantas lecturas y tan profundas, tan míticas y atávicas, pero a la vez y en contrapartida resulta tan sencillo de leer y de emocionar que creo, es de los más logrados de todo el libro.
HUIDA (pág. 56)
Nadie duerme
bajo una luz tranquila.
Hombres y mujeres susurran
en la gravedad de los desiertos.
Mientras la calma exaspera
las vísceras,
se ahogan niños
en oscuras pateras.
Clama el agua el grito
rompe los eslabones de la piedra,
anuda la arena infantil
en los ojos resecos.
Los brazos
no respiran
la madre mar los lame
y les deja su espuma,
burbujas inaudibles de oxígeno
en el cielo que nos mira.
Entonces, nos viene a la memoria la foto terrible de hace unos años de la patera hundida y de un niño pequeño dormido para siempre sobre las arenas de esa tierra a la que aspiraba llegar su madre pero que él jamás conocerá.
CUARTA SOMBRA: EN LA SAL
En solo cinco poemas, tal su capacidad de síntesis, Nedy Varela refiere a la potencia generadora de vida del mar y del océano, con su "sal de vida" implícita, a pesar del ser humano que lo depreda. Pero también, y porque sin agua no hay vida, está sugerida de otras maneras: en la sed, el agua bendita, la humedad de los besos, la navegación. En una muy bella imagen nos dice: "Sola dentro de mí/ conozco el instrumento de mis cambios, / las cuerdas de mi canto,/ mi viento de sal/ y de palabras." Y vemos entonces surgir del océano a la sirena, con el "viento de sal" golpeándole el rostro y el canto delicioso de sus versos. Así nos sentimos tentados, como Odiseo, a escucharla y dejarnos arrastrar hacia esas rocas que no nombra pero que podrían resultar la perdición o la dicha infinita de llegar hasta la profundidad última de sus abismos. Porque sin decirlo explícitamente, esa imagen bellísima de la poesía "las cuerdas de mi canto/ mi viento de sal/ y de palabras" es el instrumento del que se vale Nedy Varela para desplegar la seducción, al igual que las sirenas con su canto.
QUINTA SOMBRA: MANCHAS DE LLUVIA
Esta última sección, de tres poemas, la más corta del libro, remite a la lluvia, ya no a la purificadora, sino a la fecundante, a la del deseo, la que moja la piel y se adhiere al cuerpo, como aquel antiguo mito de Zeus deseoso de unirse a Dánae a la que solo pudo poseer transformado en lluvia de oro. Y a pesar que, según la autora, "llueve en la lejana piel de las semillas" o ve "la lluvia en la ventana" y "golpea con eco la penumbra" todavía puede sentir como "se descuelgan lazos/ que me atrapan,/ me asaltan/ con húmedas preguntas." El deseo lejano de la juventud-semilla pero también próximo y casi tangible aun hoy, en lazos que atrapan.
En suma, solo chispazos sobre un poemario consistente y reflexivo con ribetes nostálgicos sobre lo que se va dejando atrás y el misterio implícito de lo que resta por navegar. Una espléndida visión femenina sobre la vida, la pasión y la escritura, a veces mezcladas e indiferenciadas, a veces no, pero con la potencia de una voz poética propia que sabe cuándo ser sutil o arrolladora. Me remito para definir su lírica a los propios versos de la autora y cito: "un océano/ con la inmensidad de la voz abierta al día/ estira mi sextante hacia una estrella."
Es aquí donde Nedy Varela condensa toda su energía creadora: la inmensidad del océano, la claridad del día y el misterio inconmensurable de la noche, y es esa su íntima relación con la poesía, su forma magistral de confluir sus brillos y sus penumbras en este, su libro Sombras a plena luz.
Solo resta leerlo para iniciar el camino hacia la epifanía.
LILIÁN HIRIGOYEN
Escritora, jurado en el área Letras del Premio Morosoli,
expresidenta de la Casa de los Escritores del Uruguay