A 40 años del fin de la Guerra de las Malvinas: ¿pudieron ser uruguayas?

Alejandro Giménez Rodríguez

"Hace frío y estoy lejos de casa (...) Yo me pregunto, ¿para qué sirven las guerras? / Tengo un cohete en el pantalón, (...)"

("Mil horas", letra de Andrés Calamaro interpretada por "Los Abuelos de la Nada", 1983). 

Contenido de la edición 09.06.2022

 

Las cuatro décadas transcurridas desde el fin de aquella confrontación bélica entre Argentina y Gran Bretaña, el 14 de junio de 1982, la incesante reivindicación de nuestros hermanos del Plata de su derecho de posesión de esos territorios, y la afirmación del viejo imperio de que las islas son inglesas, nos llevan a repasar la historia de ese punto estratégico del Atlántico Sur: ¿Malvinas o Falklands?

Hacia 1520 Esteban Gómez, desertor de la expedición de Fernando de Magallanes, la que hace 500 años terminaría con la primera vuelta al mundo completada por Sebastián El Cano, descubre el archipiélago, que la Bula del Papa Alejandro VI en 1493 y la línea del Tratado de Tordesillas un año más tarde, habían confirmado perteneciente a Castilla, pese a que en esa última década del siglo XV no se sabía de la existencia del Nuevo Mundo.

El inicio de la pugna colonial y el origen de dos nombres

En la segunda mitad del siglo XVI la Reina Isabel I de Inglaterra cuestiona la jurisdicción española, patrocinando algunos viajes (hay avisamientos de las islas por parte de las expediciones de John Davis en 1592 y Richard Hawkins en 1594) e impulsando a filibusteros y piratas, a través de personajes novelescos como Francis Drake y John Cook, a navegar esas aguas.

El comercio americano cambia de manos en el siglo XVII, pasando de la dominación ibérica (España y Portugal) a las de Gran Bretaña, Francia y Holanda, entonces potencias emergentes a nivel imperialista.

El capitán británico John Strong, en 1690, fue el primer europeo en poner pie en las islas, en un barco propiedad de un noble, Anthony Cary, quinto vizconde de Falkland, localidad escocesa de donde era originario. De allí el apelativo inglés de los habitantes del lugar, que llega hasta nuestros días.

La confrontación colonial se agudiza en el siglo XVIII, y el Atlántico Sur se convierte en punto estratégico de navegación y de industrias conexas, como la ballenera y la foquera. La sucesión de combates se hace vertiginosa en la segunda mitad de esa centuria, por el dominio de la región.

En el Día de Reyes de 1763, la hoy costa uruguaya fue escenario de un fallido intento de ocupación de Colonia del Sacramento, por parte de una flota anglo-portuguesa, que culminó con el hundimiento de la "Lord Clive", nave capitana, desde la batería de Santa Rita, por parte de la artillería española comandada por Pedro de Cevallos.

Francia ocupa esos territorios insulares en 1764, y la presencia en la expedición de oriundos de la localidad de Saint-Maló, convierte a las islas en Malvinas, nombre adoptado por los hispánicos, que las retoman en 1767.

El investigador uruguayo Oscar Abadie-Aicardi habla de "primera usurpación inglesa", al mencionar que en enero de 1765 el comodoro John Byron tomó posesión de la bahía malvinense que llamó Port Egmont, según consta en su trabajo que figura en "Visiones uruguayas sobre Malvinas", recopilación de ponencias realizada por Ramiro Podetti, docente argentino radicado en nuestro suelo.

La apertura del Apostadero Naval del Atlántico Sur y las Islas Malvinas en Montevideo en 1776, edificio ruinoso aún en pie en Zabala entre Piedras y la Rambla 25 de Agosto de 1825, tiene como objetivo la vigilancia de la zona para evitar intromisiones de otros imperios europeos.

Es el auge de la pesca de ballenas a partir de 1789, tanto en el archipiélago austral como en otro enclave en donde se instaló una factoría, como lo es nuestra Isla de Gorriti, frente a la bahía de San Fernando de Maldonado.

Los procesos de independencia y el derecho argentino sobre las islas

Los hechos de mayo de 1810 en la actual capital porteña y la declaratoria de la independencia de julio de 1816 suponen el inicio del reclamo de la novel nación de posesión de esos territorios, al haber sido el vecino país colonia española, y las Malvinas ser dominadas por ese imperio.

Argentina se basa entonces en el principio jurídico de "uti possidetis iuris", volviendo a Abadie-Aicardi, que es el derecho sobre territorios que geográfica e históricamente les pertenecen, como "legítimo sucesor" de la soberanía que ejercía España como primer ocupante, además de la adyacencia de las islas con el continente.

En 1825 el Reino Unido reconoce la independencia argentina y no reclama por las que llama "Falklands", mientras que el nuevo país nombra a su primer y único gobernador allí, Luis Vernet, que asume en junio de 1829.

Pero en los años ´30 de la siglo XIX la posición británica cambiaría. Vuelve a vislumbrarla como una zona estratégica en el tránsito marítimo hacia Australia y Tasmania, como lo era Gibraltar, entre el Mar Mediterráneo y el Oceáno Atlántico; y Adén, entre el Océano Índico y el Mar Rojo.

Mapa francés de 1833

Con Estados Unidos como aliado, que arrasa con Puerto Soledad en 1831, argumentando la captura de barcos loberos de esa bandera, se consolida la usurpación británica del archipiélago, la que se concreta en enero de 1833, y se prolonga hasta nuestros días, con la excepción de la dominación argentina entre abril y junio de 1982.

Presencia uruguaya en las Malvinas

El oriental Francisco Javier de Viana fue gobernador español de las islas en el 1800, registrando en su inventario veintiseis edificios, casi la mitad de piedra, asi como también 3.460 cabezas de ganado.

Pero el uruguayo más notorio de los que se relacionaron con las Malvinas era en realidad inglés. Nacido en Liverpool en 1905, Samuel Fisher Lafone llegó a Buenos Aires en 1825 y ocho años más tarde recaló en Montevideo. Su esposa María de Quevedo era criolla, y fue tía abuela de Luis Alberto de Herrera, el bisabuelo del actual presidente uruguayo Luis Lacalle Pou.

Lafone era un empresario de negocios de importación y exportación, que trajo inmigrantes y que dejó su sello en Montevideo levantando saladeros, muelles, un templo para el culto protestante (el Inglés) y hasta un pueblo, con el nombre de la Reina Victoria, en 1842. La principal plaza del barrio de La Teja lleva su nombre.

Fue dueño de la mismísima península de Punta del Este y acreedor del Estado. Sus emprendimientos comerciales con las Islas Malvinas a mitad de siglo lo llevaron a adquirir su parte este, la que llamó Lafonia, estableciendo incluso un barco que la comunicaba con Montevideo. Impulsó la explotación lobera y llevó vacunos y ovinos para el archipiélago.

Samuel Fisher Lafone, empresario anglo uruguayo que fue dueño de parte las islas

Otra historia es la del sacerdote salesiano uruguayo Mario Luis Migone, que fue párroco en Malvinas desde 1905 hasta su muerte en 1937, siendo artífice de la instalación de la primera usina eléctrica del lugar y de la primera sala de cine. Fue un ferviente defensor del derecho argentino sobre las islas, pese a convivir con los gobernadores ingleses durante décadas.

La tesis de un posible derecho de nuestro país sobre la posesión de estas islas se basa en argumentos históricos. El ya mencionado Apostadero Naval desde donde se vigilaba el Atlántico Sur, el abastecimiento en Maldonado de los barcos que iban en esa dirección y la situación de nuestra capital como la más austral del continente son algunos de ellos.

Han ido más lejos los investigadores compatriotas Juan Ackermann y el argentino (que vive en el Uruguay) Alfredo Villegas, con su libro "Las Malvinas, ¿son uruguayas?", publicado en 2013, en el que sostienen que, en un tratado firmado en 1841 entre España y Uruguay, el gobierno del primero cede sus atribuciones sobre las Malvinas al segundo, citando también un acuerdo similar entre España y Argentina, en el que no se menciona el archipiélago.

Lo cierto es que a lo largo de su historia nuestro país nunca reclamó por un posible derecho de posesión, estando a favor de que pertenece a nuestros hermanos del Plata, por razones históricas, recuperación a la que debe llegarse por medios pacíficos.

Gran Bretaña se basa en la voluntad de los habitantes del lugar que, a casi 190 años de pertenecer a su corona, han manifestado mayoritariamente- en un plebiscito en marzo de 2013 -querer ser "kelpers", nombre con que se los conoce en alusión a unas algas marinas que abundan en sus costas, pero que es usado despectivamente por los argentinos.

La historiadora y actual subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, Ana Ribeiro, señala que es una ucronía hablar de "Malvinas uruguayas", en el entendido que genera una historia alternativa, que no es más que "una especulación sobre realidades alternativas en la que los hechos ocurrieron diferentes o no ocurrieron".

Se trata de uno de los últimos conflictos coloniales, manotón de ahogado de un imperio en decadencia, resabio de un antiguo esplendor, que persiste en los libros de historia y no en la actualidad de las relaciones internacionales.

 

ALEJANDRO GIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Historiador, docente, comunicador,

asesor en la Dirección Nacional de Cultura del MEC

 

Imagen de portada: grabado del siglo XVIII que muestra la actividad de pesca ballenera, una de las más importantes en el Atlántico Sur.


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2022-06-09T17:28:00