Algo más sobre la mentira y la mente animal

Gabriel Francescoli

La mentira en los animales, de la que hemos venido hablando en notas anteriores, plantea problemas "colaterales" que involucran la presunción o necesidad de que los animales que mienten tengan capacidades cognitivas importantes, de manera que sean "conscientes" de lo que hacen. 

Contenido de la edición 27.08.2021

 

Esta visión que algunos sostenemos es opuesta a la más tradicional (hasta ahora) en la que se afirma que los animales en general no son conscientes de lo que hacen, al menos al comunicar, y por lo tanto no pueden mentir, en el sentido humano de la palabra, o sea que no podrían mentir a sabiendas.

Esta discusión se aviva cuando se trata el problema de si los animales en general, o al menos algunos, tienen ciertos contenidos mentales cuando manejan información (si la manejan), y ello se expresa en situaciones comportamentales que tienen que ver con la competencia y la comunicación.

Algunos colegas sostienen que los animales no humanos no manejan información en la mayoría de los casos (especialmente durante la comunicación) sino que usan un sistema de "evaluación-manejo" de las situaciones comunicativas que se parece bastante a una especie de respuesta refleja.

En ese sentido, un animal evalúa el comportamiento del otro (posibles señales que recibe) y maneja su comportamiento en base a respuestas más o menos mecánicas desarrolladas a lo largo de la evolución, como respuesta a esa situación. La comunicación no sería causada por la transferencia de información, sino que ella emerge cuando las actividades de evaluación y manejo de diferentes individuos se limitan mutuamente unas a otras, y es tanto un producto de y una limitación a esas actividades individuales. Esta formulación elimina el concepto de "información" de los sistemas comunicativos cuando se discuten los procesos de manejo. Para caracterizar el proceso se habla, no de información sino de "influencia".

En el otro extremo del espectro, se encuentran los colegas que piensan que la información sí está presente en la comunicación, pero que solamente los receptores de las señales la poseen, porque la extraen de estas y de comportamientos de los emisores, pero que estos no son "conscientes" de lo que emiten. Y todo esto en algunas especies animales, no en todas.

La formulación que señalamos antes acerca una visión nueva al problema, pero a mi entender (y el de otros colegas) no es suficiente para explicar ciertos procesos mentales en algunos animales que parecen depender de condiciones cognitivas más importantes, como por ejemplo la capacidad de mentir.

La existencia de señales "mentirosas" o poco fiables y su subsistencia en los sistemas de comunicación, parecen indicar que esos sistemas consisten en intercambios de información y no en extracción de información por parte del receptor con respecto al emisor.

Esto nos lleva, a mí y a otros colegas, a pensar que en las diferentes especies animales existe lo que podríamos llamar un sistema "mixto" de manejo de información que dependería de las capacidades cognitivas de la especie en cuestión.

Por un lado, muchas especies animales que se encuentran en la parte baja de la escala zoológica, que generalmente son "simples" y en general tienen vidas relativamente cortas, desde el punto de vista de la cognición y la comunicación se manejarían con un sistema aproximadamente similar a lo que expresa la teoría de la "evaluación-manejo", con respuestas estereotipadas y señales determinadas por la evolución de las interacciones comunicativas en esas especies, sin necesidad de un manejo complejo de la información.

Por otro lado, las especies más complejas se manejarían con un conocimiento de los contenidos mentales propios y una "estimación" de los contenidos mentales de los otros interlocutores, y eso les permitiría "manejar" la información que emiten, lo que implica que podrían mentir a los otros y llevarlos a interpretaciones equivocadas de las situaciones que los beneficien.

En un tercer nivel se encontrarían otras especies que, sin necesidad de atribuir contenidos mentales a los interlocutores, podrían manejarse con la información que extraen de los emisores y contextualizarla, de manera que cuando ellos emiten en situaciones similares, podrían "manejar" la información que ellos mismos emiten (hasta cierto punto) de manera de conseguir engañar a los receptores y lograr ciertas ventajas. Estas especies podrían hacer esto en situaciones comunicativas en las que los emisores y receptores son "intercambiables", o sea que un mismo individuo puede ser emisor y/o receptor en esa situación, cambiando roles; en otras situaciones en las que eso no es posible, deberían ajustar su comportamiento usando el procedimiento de "evaluación-manejo" u otro tipo de respuesta menos flexible.

El aceptar estos lineamientos de trabajo o esta forma de pensar implica varias cosas desde el punto de vista cognitivo y de las mentes animales. En principio, si estas interpretaciones son correctas, implicarían que muchas especies animales tienen mentes funcionales de nivel alto, que comprenden mucho de lo que hacen otros (individuos de su especie y/o de otras, incluidos nosotros los humanos) y ello nos debe llevar a aceptar que la manera como convivimos y nos relacionamos con otros animales debe cambiar y debe ser reevaluada.

Los animales de compañía y muchos de los animales de producción o que se usan en los laboratorios, probablemente entienden y sienten mucho más de lo que usualmente consideramos, y ello debería llevarnos no solo a tratarlos con más respeto sino a reconsiderar también los modos en que los "usamos" y nos relacionamos con ellos.

Para los científicos en particular no solo es válido todo lo del párrafo anterior, sino que agrega además la necesidad de ser extremadamente cuidadosos en lo que hacemos, cómo tratamos a los animales con los que trabajamos y cómo nos relacionamos con ellos.

Parece evidente que, si trabajamos con animales "inteligentes", vamos a obtener más conocimiento y resultados reales si los tratamos bien y conseguimos que colaboren con nosotros, cosa a la que muchos están dispuestos si se establece un vínculo de confianza entre el investigador y el sujeto de estudio, pero que puede sesgar ciertos resultados. Sin embargo, parece razonable que ese "precio" deba ser pagado para evitar que los animales sufran, no solo físicamente sino también psicológicamente.

Entonces, esta es una de las conclusiones importantes de la necesidad de conocer y entender las capacidades cognitivas de los animales, y para ello los estudios comunicativos son importantísimos en varios niveles. La comunicación con el otro y la "empatía" son elementos indispensables para convivir mejor con las otras especies animales con las que compartimos el planeta.

 

GABRIEL FRANCESCOLI

Doctor en Biología, encargado de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias

 

(Las opiniones vertidas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la que se desempeña)

 

Imagen: adhocFOTOS/Nicolás Celaya


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2021-08-27T00:17:00