Algunas parras de Nicanor Parra

Alejandro Carreño

Contenido de la edición 13.02.2023

 

"Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y de aceite de comer / ¡Un embutido de ángel y bestia!" ("Epitafio", Poemas y Antipoemas, Editorial Nascimento, Santiago, 1971. Libro dividido en tres partes: I, II, III. Desde ahora lo denominaremos solo Poemas). 

Nadie podría entregar mejor descripción de Nicanor Parra que el propio Nicanor Parra. Esa mezcla heterodoxa de poeta y antipoeta, "de ángel y bestia" que se aleja del manual de los doctos y se instala en la simpleza de una realidad exasperante: "Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse", nos dice en "Advertencia al Lector" (Poemas). Claro, no se encuentran en él las palabas torcuato, arco iris o dolor, compañías ilustres de la poesía clásica. Pero sí abundan, nos dice, sillas y mesas, ataúdes, útiles de escritorio, lo que lo "llena de orgullo" puesto que "el cielo se está cayendo a pedazos". Esto en 1954, cuando el poeta tenía 40 años. Parra murió 63 años después, el 23 de enero de 2018. Escribo esta columna-homenaje a cinco años de su muerte, en los momentos en que el cielo se esparrama por la tierra incierta que todo lo abraza con sus odiosos tentáculos y todo lo abrasa con sus brasas de infierno aterrador.

¿Qué diría Nicanor Parra hoy, 19 de enero de 2023?

Tal vez volvería a esa roca que lo vio nacer, puesto que el mundo no tiene sentido: "Mejor es tal vez que vuelva a ese valle, / A esa roca que me sirvió de hogar, / Y empiece a grabar de nuevo, / De atrás para adelante grabar / El mundo al revés. / Pero no: la vida no tiene sentido" ("Soliloquio del Individuo", Poemas).

Las parras de Parra son variadas y se agitan con la gracia de un parrar lingüístico que se nutre con la savia de su ser chileno. Ni su extraña heterodoxia de ser físico-matemático y poeta, o antipoeta sería mejor decir, ni su fama hecha de premios y reconocimientos le hicieron renunciar a su ser lingüísticamente chileno. Pamela Zúñiga, en su libro El mundo de Nicanor Parra. Antibiografía, Zig-Zag, 1995, nos habla de la "'descompostura' de su ser criollo" que "cuida de mantener su propia moda intacta e incolora". Una moda que puede incomodar al lector con sus provocaciones o con su humor sarcástico que destroza los templos sagrados de la tradición y la cultura: "El autor no responde de las molestias que puedan / ocasionar sus escritos. / Aunque le pese / El lector tendrá que darse siempre por satisfecho" ("Advertencia al Lector", Poemas). Una forma de escribir que tiene sus orígenes en los giros idiomáticos que aprendió a reconocer en su juventud chillaneja y que fueron los fundamentos de sus antipoemas y de toda su poesía posterior que se despliega en su desbordante creación poética.

En su excelente libro Nicanor Parra en Chillán, Universidad del Bío Bío, 2004, Juan Gabriel Araya señala: "Sus ecos, a la postre, serán reproducidos en su obra, en su poesía más próxima a la lengua de la calle y del suburbio. De este periodo proceden muchos giros lingüísticos populares que definen su producción". Son los ecos de su juventud vivida en la sureña ciudad: "Chillán, Chillán existe como una rosa blanca / sobre mi corazón húmedo y sin palabras", escribió el poeta en su "Epopeya de Chillán" que se encuentra en la antología poética 8 nuevos poetas chilenos, editada por la Sociedad de Escritores de Chile y publicada por la editorial de la Universidad de Chile en 1939, año del fatídico terremoto que asoló la ciudad de Chillán el 24 de enero. Fue su homenaje desgarrador a la ciudad que lo vio dar sus primeros pasos de la niñez a la adolescencia. Nicanor tenía 12 años cuando su familia se asentó en la sureña ciudad, en el barrio Villa Alegre, el año 1927. En el Liceo de Hombres de la ciudad cursó hasta el quinto año de Humanidades y comenzó a escribir sus primeras parras poéticas. El mismo liceo donde enseñaba Física y Matemáticas el año del terremoto.

La antipoesía simboliza la parra madre de todas las parras parrianas. Nicanor dejó de ser un "poeta menor" para iniciar el camino de la gloria que significaría la publicación de Poemas y Antipoemas en 1954. Los orígenes de esta poesía que deslumbraría al mundo literario por su rompimiento desfachatado y desbocado con la poesía docta, se encuentran en esta etapa de su juventud, pero ahora en Santiago, en el Internado Nacional Barros Arena, donde cursa el último año de las Humanidades en 1932: "Yo era muy pobre y por problemas familiares decidí ir a hacer mi último año de colegio a Santiago" (Colegio Internado Barros Arana cumple 103 años). Parra recuerda al grupo de los deportistas, considerados "héroes" por sus compañeros, y los "filósofos", que integraban él y los futuros intelectuales Jorge Millas, Carlos Pedraza y Luis Oyarzún. A la revista que editaron, Revista Nueva, los deportistas le cambiaron la N por la H. Además, recuerda Parra, para los deportistas, "filósofo" era sinónimo de "pelotudo". Como conclusión de este "enfrentamiento" estudiantil, Parra nos dice: "Se produjo el choque entre pedantería y vulgaridad; nosotros éramos los pedantes, ellos los vulgares y la síntesis dialéctica entre ambos es la antipoesía".

Varios son los poemas de Poemas y Antipoemas que ilustran vivencias de estos primeros años de la parra madre de Nicanor: "Pasé una época de mi juventud en casa de unas tías [...] / Cuatro años viví en El Túnel, sin embargo, / En comunidad con aquellas temibles damas" ("El Túnel", parte III); "Hasta en las propias sombras reconozco /  La mirada celeste de mi abuela / Estos fueron los hechos memorables / Que presenció mi juventud primera" ("Hay un día feliz", parte I);  "Pidiendo socorro, pidiendo un poco de ternura; / Con una hoja de papel y un lápiz yo entraba en los cementerios [...] / De esa manera hice mi debut en las salas de clases, / Como un herido a bala me arrastré por los ateneos" ("Recuerdos de juventud", parte III). En estos últimos poemas, así como en otros principalmente de las dos primeras partes, no es posible hallar la antipoesía que lo consagraría como ilustre innovador de la poesía universal, pero son importantes para orientar al lector no solo de su importancia en la formación poética del joven Parra, sino y sobre todo, para contrastar esta poesía cercana a la "ley de los doctos" con su antipoesía que haría de Nicanor un predestinado, como lúcidamente lo anunció Gabriela Mistral en 1938, un año antes del terremoto de Chillán. La futura Premio Nobel de Literatura fue homenajeada en el Teatro Municipal de la ciudad.

El joven Parra, profesor y desconocido poeta leyó, sin que nadie lo invitara, el poema Canto a la Escuela que impresionó a Gabriela: "Nicanor Parra no es un poeta que se está formando, es un poeta ya formado". Y añadió: "será el futuro poeta de Chile". El episodio, prácticamente desconocido, apareció en el artículo "Una opinión de Gabriela Mistral" publicado el 14 de mayo de 1938 en el diario La Ley de Chillán. Nosotros lo tomamos del citado libro de Juan Gabriel Araya. Presentamos la primera estrofa de Canto a la Escuela: "Este pueblo de niños, de naranjos y pájaros, / este buque de hijos y campanas de incendio, / esa gente que tiene la palabra de trigo, / este pueblo de niños". Para Juan Gabriel Araya este poema, junto a La mano de un joven muerto y Epopeya de Chillán, son textos esenciales pues ellos representan la "transición entre la etapa garcialorquiana, que abandona y la etapa antipoética, que será asumida radicalmente poco tiempo después". La transición entre la Ley de los doctos y la poesía que sería su reconocimiento planetario: la antipoesía. De ahí la importancia que Poemas y Antipoemas sea una verdadera declaración de principios de la evolución de su estética poética. Pero el árbol parriano no tiene límites. Su parrar lo comprende todo, desde la política a la filosofía; desde la religión a la vida común. Y todo desde su mirada que descompone la realidad como descompone el propio lenguaje que la describe. Parra carnavalizó la realidad y la hizo antipoesía con su lenguaje al margen de los doctos y su espíritu de duende desbocado y burlón que no deja títere parado.

Con Mijail Bajtin el término "carnavalización" y sus derivados llegó al mundo de la literatura con su clásico texto sobra la obra de François Rabelais, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, Alianza Editorial, 2003. Una de las características de la carnavalización en la literatura se relaciona con diversas "formas y tipos del vocabulario familiar y grosero (insultos, juramentos, lemas populares, etc.)", señala Bajtin en la Introducción a su obra. El lenguaje pierde su formalidad en el hacer y en el decir. Su función es describir un mundo que ha perdido también sus rasgos temáticos propios de la literatura ortodoxa. Se desacraliza lo sagrado y lo socialmente admitido por su sentido formal y valórico, se destruye o se aminora en su aceptación o es objeto de burla: "Yo quiero brindar por todo / -Ya me arranqué con los tarros- / Brindo por lo celestial / Y brindo por lo profano / Brindo por las siete heridas / De Cristo crucificado / Brindo por los dos maderos / Y brindo por los tres clavos". ("BRINDIS a lo humano y a lo divino", La cueca larga, 1958). Como señala Bajtin, la lengua literaria carnavalizada se "caracteriza principalmente por la lógica original de las cosas «al revés» y «contradictorias», de las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo (la «rueda») del frente y el revés, y por las diversas formas de parodias, inversiones, degradaciones, profanaciones, coronamientos y derrocamientos bufonescos".

Lo profano, aquello que "no demuestra el respeto debido a las cosas sagradas" (RAE) es uno de los temas que desarrolla la antipoesía de Parra desde Poemas y Antipoemas. Pero "profano" significa también, entre otras definiciones según la RAE, "libertino o muy dado a las cosas del mundo". Es decir, a la vivencia de los placeres mundanos como el sexo, el alcohol y la vida disoluta como en varios pasajes de su conocido antipoema "Los vicios del mundo moderno" (Poemas): "El auto-erotismo y la crueldad sexual / El endiosamiento del falo, / El vicio del baile, de los cigarrillos, de los juegos de azar, / El culto de lo exótico / De sus axilas extrae el hombre la cera necesaria para forjar el rostro de sus ídolos, / Y del sexo de la mujer la paja y el barro de sus templos. / Por todo lo cual / Cultivo un piojo en mi corbata / Y sonrío a los imbéciles que bajan de los árboles". Parra entiende la poesía como una fuente temática inagotable no sujeta a ningún tipo de normas, reglas o principios de la naturaleza que sean. En "Cartas del poeta que duerme en una silla", de Otros Poemas, texto que forma parte de Obra Gruesa, 1969, su séptimo poemario y su primera antología personal, el poeta se dirige a los jóvenes: "Jóvenes / Escriban lo que quieran / En el estilo que les parezca mejor / Ha pasado demasiada sangre bajo los puentes / Para seguir creyendo -creo yo / Que sólo se puede seguir un camino:  / En poesía se permite todo".

La exacerbación de este quiebre parriano con la tradición poética ortodoxa, la representan sus Artefactos, de 1972. En ellos, una caja con más de doscientas tarjetas postales, la poesía baja definitivamente del Olimpo donde "los doctores de la ley" la veneraron por siglos, y rompe con ella misma: "TODO ES POESÍA, MENOS LA POESÍA", reza uno de sus Artefactos. O este otro que degüella a las musas: "SABE UN COSA COMPADRE, FÍJESE QUE SU POESÍA ME LA METO POR LA RAJA". La relación de Parra con la poesía está lejos de los templos sagrados e inmaculados; por el contrario, mantiene con ella una relación de dominio que ofende y humilla, como en este otro Artefacto ilustrado con las piernas abiertas de una mujer: "LA POESÍA MORIRÁ SI NO SE LA OFENDE / HAY QUE POSEERLA Y HUMILLARLA EN PÚBLICO / DESPUÉS SE VERÁ LO QUE SE HACE". Y la humilla al punto de negarle su propio milenario pasado lírico y épico de variadas formas y contenidos. Artefactos ni siquiera es un libro y el contenido de sus tarjetas postales se identifica con la realidad contingente que escribe con el "ojo del pueblo" (LA IZQUIERDA Y DERECHA UNIDAS JAMÁS SERÁN VENCIDAS), burlándose de ella, zahiriéndola o ultrajando los valores culturales consagrados por la tradición (ALO ¿CON LA CASA DE LA CULTURA? - SI CONCHETUUMADRE). Nail Binns, en la "Introducción" a las Obras Completas I (1935-1972, Barcelona, Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, 2006, Colombia, señala que "el antipoeta llevaba su rupturismo a nuevos extremos: adiós al formato del libro, adiós a la autonomía del texto (acompañado por ilustraciones), adiós al desarrollo poemático y adiós definitivamente al lirismo. La agresividad llegó a su máxima concentración".

Artefacto, dice la RAE, es un objeto para un determinado fin. Puede ser una máquina o un aparato construido con una cierta técnica. El fin de los Artefactos de Parra es avanzar más allá de la irreverencia de "Advertencia al Lector" de Poemas y Antipoemas. Se profana el lenguaje poético que hizo de la poesía su rasgo identitario más relevante, se desacraliza todo lo sagrado en sus diversas expresiones, desde la religión a la cultura y se rompe, por último, hasta la presentación del propio formato en que por siempre se conoció la literatura y cualquier forma de expresión cultural: el libro. La carnavalización de la literatura en su expresión más desvergonzada: "USA / DONDE LA LIBERTAD / ES UNA ESTATUA", y la Estatua de la Libertad muerta de la risa ocupando toda la tarjeta postal. "SILENCIO MIERDA! QUE LEVANTEN LA MANO LOS QUE QUIERAN RESUCITAR / UNA PASO AL FRENTE LOS QUE DESEEN REJUVENECER", y el dibujo representa a miles de personas dando un paso al frente y ninguna mano levantada. Es una desvergüenza, dirían sus detractores. Después de todo, "desvergüenza", en las dos acepciones de la RAE, describe con meridiana claridad el contenido de los Artefactos: "Insolencia o atrevimiento" y "Dicho o hecho impúdico o insolente".

¿Desvergonzado? Tal vez. Pero en Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui, 1977, la obra que sigue a Artefactos, Parra se disculpa en uno de sus sermones: "Sepan esos reverendos señores / que soy un hombre totalmente normal / y perdonen si me he expresado en lengua vulgar / es que esa es la lengua de la gente" (IX). Varios son los consejos de estos sermones y prédicas. Después de todo es un largo recorrido de 22 años por la vida, desde cómo comportarse para la Semana Santa (abstinencia sexual) hasta consejos para los maridos (seguir un curso por correspondencia sobre los órganos genitales de la mujer). Pero el Cristo de Elqui no deja títere parado, comenzando por él mismo: "Distinguidos lectores: en estos momentos / os estoy escribiendo en una enorme máquina de escribir / desde el escritorio de una casa particular / eso sí que ya no vestido de Cristo / sino que de ciudadano vulgar y corriente / y yo les pido con gran humildad / léanme con un poquito de cariño / yo soy un hombre sediento de amor / y muchas gracias por la atención dispensada" (XI).

Las parras de Nicanor Parra son un desafío inagotable no solo para el lector común, que se siente sorprendido con sus textos punzantes que los desconciertan, sino también para quienes hicimos de la literatura nuestro oficio, como diría Gabriela Mistral. Cada texto de Parra es un desafío a la razón, una denuncia abierta o soterrada, una burla odiosa de los valores aceptados socialmente, una declaración beligerante que el lector deberá aceptar sin más, como en el Rap de la Sagrada Familia, de 1997, poema inédito del que se hizo una edición privada de cuarenta ejemplares. Cito solo la primera y última estrofa por el libro de María Teresa Calderón, que estuvo a cargo de la selección y edición: Así habló Parra en El Mercurio, 2011: "En una aldea maldita / Con ínfulas de ciudat / Un viejo se enamoró / De una menor de edat (primera estrofa) / Igual a papá José / Murmura la cristiandat / El viejo rejuvenece / De pura felicidat / & para abreviar el cuento / Se casa con la beldat / Jesús de los afligidos / Hágase tu voluntat" (segundo estrofa). Para el poeta Adán Méndez, el Rap de la Sagrada Familia "es un poema lleno de turbulencias, incluso a nivel de sintaxis, en las cuales todo aquello que llamamos el sentido de un texto termina completamente mareado". El poema se puede leer aquí.

"Y muchas gracias por la atención dispensada".

 

ALEJANDRO CARREÑO T.

Profesor de Castellano, magíster en Comunicación y Semiótica,

doctor en Comunicación. Columnista y ensayista (Chile) 

 

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2023-02-13T13:18:00