Consejos de lectura: "La montaña mágica", de Thomas Mann

Hernán D. Caro

Contenido de la edición 22.05.2025

 

La novela La montaña mágica de Thomas Mann tiene fama de ser un libro imposible, para "auténticos intelectuales". Sin embargo, el libro no es tan complicado como se piensa. Consejos e instrucciones de lectura para no expertos y para principiantes en Thomas Mann, que quieran darle una oportunidad a ese clásico de la literatura.

La montaña mágica de Thomas Mann, publicada en 1924, se considera una de las novelas más importantes del siglo XX. Y para muchos -sobre todo para aquellos que todavía no la han leído- es supuestamente uno de los libros más difíciles que existen.

El argumento de la obra puede resumirse con relativa facilidad. El joven estudiante de ingeniería Hans Castorp visita a su primo en un sanatorio especializado en tuberculosis ubicado en una montaña de los Alpes Suizos. Hans planea quedarse apenas unas semanas, pero al final, misteriosamente, se queda siete años, entre otras cosas porque se enamora de una paciente. Hans abandonará la montaña sólo cuando se marche a la Primera Guerra Mundial. En esos siete años, el protagonista sostiene largas y complicadas conversaciones sobre filosofía, teología, política, historia, y se sumerge en los misterios de la botánica, la astronomía o la teoría de la evolución.

Ya poco después de su aparición, la novela tenía fama de ser un libro para "auténticos intelectuales" y de constituir la "suma de la cultura europea". Por ello, muchos de los que coquetean con la idea de leer la novela sienten en primer lugar una cosa: temor.

¿Pero tiene ese temor un fundamento real? No necesariamente. En efecto, también es posible leer la La montaña mágica, y gozar leyéndola, si uno no es un erudito, un expertos o si no está loco. A continuación presentamos algunos consejos e instrucciones de lectura para un acercamiento exitoso -y entretenido- a La montaña mágica.

1. Deje que la magia actúe

En el prólogo a la novela, titulado "Intenciones del autor", Thomas Mann -o en todo caso, el narrador del libro- explica que la historia de Hans Castorp tiene "ciertas cosas en común con los cuentos de hadas". Ese carácter de cuento popular y de mito se manifiesta en diferentes aspectos de la novela: en la recurrente aparición del número 7, en la curiosa naturaleza del escenario de la historia, el Sanatorio Berghof, donde imperan singulares circunstancias climáticas y temporales y que sólo pocas personas abandonan con vida. O en el uso de figuras narrativas arquetípicas. Ahí está Hans, el inexperto protagonista que emprende un viaje incierto. Pero también están el raro y excéntrico Behrens, "dueño de casa", es decir del sanatorio; Lodovico Settembrini, el "humanista" italiano, guía espiritual del protagonista; la peligrosa y seductora Clawdia Chauchat o una camarera a la que en el libro se describe de modo desconcertante como "enana".

Tome, pues, a Thomas Mann -o en todo caso, al narrador del libro- en serio (pero todo en su medida, ver consejo de lectura n. 5): lea la novela como uno acoge un cuento de hadas antiquísimo, es decir, con tolerancia frente a episodios y protagonistas que resultan curiosos o parcialmente incomprensibles. 

2. Atrévase a saltar páginas

A lo largo de extensos pasajes La montaña mágica es un libro muy accesible, que se deja leer con deleite. Y aquellas partes que difíciles pueden saltarse sin grandes pérdidas (desde luego, en la primera lectura; ver consejo de lectura n. 7). Por ejemplo, las inacabables discusiones entre Settembrini, hombre esclarecido y tal vez demasiado optimista, y el reaccionario y oscuro Leo Naphta. Como alguna vez escribió el dramaturgo inglés W. Somerset Maugham, saltarse páginas es absolutamente correcto, ya que "una persona sensata lee una novela no por imposición sino por placer".

3. ¡Busque ayuda!

Usted no está solo, o por lo menos no es necesario que lo esté. Dos opciones: funde un círculo de lectura, de debate y, en última instancia, de terapia de grupo literaria. Se sorprenderá de cuántas personas tienen ganas, y tal vez también un poco de miedo, de acercarse a La montaña mágica. Y notará que hablar con otras personas de literatura ayuda a generar hormonas de la felicidad.

Pero si prefiere una experiencia individual, tanto las bibliotecas como Internet ofrecen abundantes herramientas de lectura. Además de las biografías más importantes de Thomas Mann, como la de Hermann Kurzke, Thomas Mann: La vida como arte y la de Dieter Borchmeyer, Thomas Mann: Werk und Zeit (Thomas Mann: obra y época), hay libros útiles que pueden funcionar maravillosamente como "guías de lectura":

  • Daniela Langer: Erläuterungen und Dokumente zu Thomas Mann Der Zauberberg (Explicaciones y documentos sobre La montaña mágica de Thomas Mann)
  • Thomas Sparr: Zauberberge - Ein Jahrhundertroman aus Davos (Montañas mágicas. La novela del siglo, desde Davos)
  • Volker Weidermann: Mann vom MeerThomas Mann und die Liebe seines Lebens (Hombre de mar. Thomas Mann y el amor de su vida)

También es muy recomendable el ensayo -escrito en inglés- de la teórica literaria polaca Karolina Watroba, "The Anxiety of Difficulty - Trying to Read Thomas Mann"

4. Use La montaña mágica como herramienta de meditación

A menudo las frases de Thomas Mann son largas y embrolladas. Al fin y al cabo, la lengua alemana ofrece posibilidades de expresión que permiten ser detallista, engorroso, juguetón, barroco, ocasionalmente desconcertante, exagerado y, al mismo tiempo, preciso o puntilloso. En La montaña mágica, Mann explota a fondo esos recursos, igual que en muchos trabajos de su obra ensayística y literaria. Esas frases pueden volver loco a las lectortas y los lectores. Pero a su vez tienen un ritmo único. Son capaces de absorbernos con una fuerza que nos pone en una especie de modo flow, en trance contemplativo, igual que algunas letanías rituales y cánticos religiosos. Le recomendamos entonces que renuncie a la pequeñoburguesa pretensión de considerar que cada frase es crucial para la "trama". Renuncie, de hecho, a buscar una "trama apasionante", y déjese llevar por la musicalidad y cadencia especial del estilo de Thomas Mann. Su espíritu se lo agradecerá.

5. ¡No tome tan en serio La montaña mágica!

La montaña mágica es una historia de enfermedad y fascinación decadente con la muerte. En la cercanía de enfermos y agonizantes, Hans se siente, según él mismo dice, "en su elemento". Pero en otros pasajes La montaña mágica es un libro muy divertido. Si quiere convencerse, lea, por ejemplo, estas partes (suponiendo, claro, que usted posea un sentido del humor):

  • Prácticamente cualquier pasaje en el que hable el doctor Behrens. Su forma de hablar es tan peculiar -exagerada pero minuciosa, antipática, ocurrente, ¡desvergonzada!-, que no se puede contener la risa.
  • Capítulo 3, apartado "Burla. Viático. Carcajadas interrumpidas": aquí se presenta la "Sociedad del Medio Pulmón", un curioso grupo de pacientes al cual pertenece una paciente llamada "Hermine Kleefeld" que "sabe silbar con el neumotórax".
  • Capítulo 6, apartado "Asalto rechazado": James Tienappel, el tío de Hans, un hombre tan formal como simplón, visita el sanatorio con el plan de traer a su sobrino de regreso "al mundo de allá abajo". La descripción del personaje de James y de su apasionamiento por la señora Redisch, una de las pacientes, es muy divertida.
  • Capítulo 7, apartado "Cuestiones harto cuestionables": durante una sesión espiritista en el sanatorio, se invoca a un espíritu llamado Holger, que en vida había sido poeta y ofrece a los presentes una absurda degustación de su arte. La parodia de los poetas que hace Mann está llena de malicia y humor.

6. Disfrute su estadía en el Berghof

Del mismo modo: sí, el libro de Mann es un enorme logro intelectual. Sí, es una impresionante obra enciclopédica. Sí, constituye un análisis genial del estado anímico de los más distinguidos ciudadanos europeos antes de la Primera Guerra Mundial. Y sin embargo, con todo ello, el libro es también es un libro sensual. ¿Difícil creerlo? Dele una oportunidad a estas interpretaciones de la novela:

  • La montaña mágica como una novela de amor y hasta cierto punto de un reprimido erotismo: así lo demuestran los varios pasajes en los que Hans piensa en Madame Chauchat, en que la observa (y es observado por ella) o intenta acercársele. Sobre todo un acalorado diálogo que mantienen ambos en francés (apartado "Noche de Walpurgis" del capítulo 5) tiene la capacidad de poner nervioso al más frío de los lectores.
  • Un libro sobre el placer: en La montaña mágica las personas sanas se enferman y los enfermos se mueren. Pero -mientras están con vida- los pacientes del sanatorio llevan una existencia bastante placentera que Mann describe de modo asombroso. Los pacientes llegan con "maletines de piel de cocodrilo", hacen curas de reposo envueltos en costosas mantas de pelo de camello, fuman cigarros de excelente calidad, en cada comida se les ofrecen menúes opulentos y beben vino hasta emborracharse (por ejemplo, en el apartado "Vingt et un" del capítulo 7).
  • La montaña mágica como Nature Writing: Mann puede describir de modo conmovedor la belleza, lo sublime y el poder de la naturaleza. Lea, por ejemplo, la descripción de las plantas al comienzo del apartado "Un nuevo personaje" o el famoso apartado "Nieve" -uno de los textos más apreciados de la literatura alemana-, ambos pertenecientes al capítulo 6.

7. ¡Regrese pronto!

El último consejo viene directamente de Thomas Mann:

"¿Qué puedo decir del libro y del modo en que debería leérselo? Para empezar, una exigencia pretenciosa, a saber, la de que se lo lea dos veces. Por supuesto, esa exigencia se anula en el caso de que uno se haya aburrido la primera vez. El arte no ha de ser una tarea escolar o algo laborioso, una ocupación contre cœur, sino que su misión y su deber es proporcionar alegría, entretener y animar, y aquel en quien una obra no tiene ese efecto hará mejor dejándola y volcándose a otra. Pero a quien haya llegado al final de La montaña mágica le recomiendo leerla de nuevo, pues su factura especial, su carácter de composición implica que la segunda vez el placer del lector aumente y se profundice, al igual que se debe conocer la música para disfrutarla correctamente." (Thomas Mann, de un discurso a estudiantes de la Universidad de Princeton en 1939)

El autor agradece a Jana Burbach y Max Wolf, quienes aportaron ideas y palabras a este texto.
Nota del traductor: Para las citas hemos usado la siguiente versión castellana: Thomas Mann, La montaña mágica, Edhasa, Madrid, 2012, traducción de Isabel García Adánez.

 

HERNÁN D. CARO

Autor, moderador y editor. Nació en Bogotá, Colombia, y vive en Alemania desde 2001. En Bogotá y Berlín estudió Filosofía e Historia. Es Doctor en Filosofía de la Universidad Humboldt de Berlín. Como periodista ha colaborado con medios en Latinoamérica y Alemania, entre otros la revista ArcadiaZEIT-Magazin y Deutsche Welle. Organiza y modera eventos literarios, es autor independiente de la sección cultural de la edición dominical del periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung y co-editor de la revista Humboldt del Goethe-Institut.

Traducción: Nicolás Gelormini

Copyright: Texto: Goethe-Institut, Hernán D. Caro. El texto se publica bajo licencia Creative Commons Atribución - Compartir igual 4.0 Alemania.

Publicado originalmente en la edición de marzo de 2025 de la revista Humboldt. Reproducido con autorización de los editores.

Imagen de portada: Escritorio de Thomas Mann con el manuscrito de La montaña mágica. | © ETH-Bibliothek Zürich, Thomas-Mann-Archiv/Fotograf: Unbekannt/TMA_4356


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2025-05-22T10:14:00