Debates urbanos sobre la Rambla de Montevideo: al puerto lo que es del puerto

Álvaro Echaider 

Contenido de la edición 19.09.2022

 

La empresa Berkes presentó al Poder Ejecutivo una iniciativa privada para construir una nueva terminal de pasajeros para ferrys y cruceros en la Rambla Sur de Montevideo. Opino que el instrumento de "iniciativa privada" utilizado es bueno, y que parte del mecanismo de repago de la inversión que proponen está muy bien, pero la propuesta presentada es mala: destruye un monumento histórico nacional y contradice las señales ambientales que la naturaleza nos da para actuar en el territorio. Muy mala.

De todas maneras - hay que reconocerlo - a partir de la propuesta otra vez el espacio Mauá está en la agenda pública. Tenemos que a volver a mirarlo y definir qué hacemos con él. No puede quedar más tiempo así como está

¿Qué hacemos con él?

Esta no es la primera propuesta de actuación que se presenta para ese lugar. Se propuso antes -2007 - hacer un centro cultural, cuando Petrobras todavía estaba en Uruguay. Después - 2010 - sobre los escombros de esa propuesta, se planteó hacer el Museo del Tiempo, un proyecto que fue desarrollado a través de un acuerdo interinstitucional muy amplio - MEC, MIEM, MEF, Universidad de la República, ANEP e Intendencia de Montevideo - y que quedó "llave en mano" para ser ejecutado (ver www.museodeltiempo.org.uy , ¡todavía vive!).

Más adelante - 2015- la empresa Buquebus presentó una propuesta de construcción de una terminal exclusiva que incluía un shopping, hotel y otras construcciones para uso privado en un área eminentemente pública, que exigía la venta de un sector de la costa en la Rambla Sur - lo que fue felizmente rechazado- a partir de lo que el MIEM, con apoyo de la IM y la FADU, convocó a un concurso de ideas - 2019 - para actuar en el área (fueron presentadas 54 propuestas).

Hoy estamos ante dos nuevos planteos de actuación: el ya citado de la empresa Berkes - inicialmente con el apoyo de la empresa Corporación América y ahora sin él - reformulando la construcción de un puerto para ferrys y cruceros en el lugar, y el de - otra vez - Buquebus, proponiendo financiar un parque y equipamientos públicos - sin puerto- en una modalidad que parecería que recoge las demandas de cuidado de la Rambla Sur como monumento histórico nacional (¡una buena para López Mena!). Movido periplo para los que dicen que nunca nadie se ha preocupado por la recuperación de este espacio.

¿Qué hacemos entonces, con él?

El debate sobre este punto, a la luz de todas estas propuestas, implica la consideración de varios aspectos de manera complementaria.  

En mi opinión, cometeríamos un grave error si desarrolláramos un puerto para ferrys y cruceros en ese enclave.

¿Por qué?

Primero, por elementales razones ambientales.

Si el lugar natural para hacer un puerto en Montevideo fuera la costa de la Rambla Sur, entonces el puerto de Montevideo se habría desarrollado allí y no al lógico abrigo de la bahía. Obvio, ¿no? Ya es hora de cambiar el chip y cuidar realmente los impactos ambientales de las obras que se impulsan.

Los informes producidos en el país para la adaptación y mitigación ante el cambio climático, fruto de tres años de estudios con apoyos del PNUD, indican que las costas de Montevideo están en alerta roja. Estamos en una crisis ambiental mundial que surge de actuar con soberbia, generada porque los seres humanos nos equivocamos imponiendo lo que se nos ocurre hacer sin tener ninguna consideración con las señales que nos da la naturaleza para que nos integremos armónicamente en ella. La instalación de un puerto en medio de la Rambla Sur repite ese mismo error. Y además, afecta negativamente la calidad ambiental del principal sistema de playas urbanas de Montevideo.

Hay que redirigir esa inversión y enfocarla de manera inteligente, evitando el alto costo inicial y los efectos ambientales nefastos que se generarían a partir de tomar una mala decisión como sería la de instalar ese puerto ahí.  

Segundo, por evidentes razones económicas.

La infraestructura necesaria para un puerto de pasajeros ya está resuelta en otro lado. El puerto de Montevideo ya tiene amortizada y resuelta toda la infraestructura básica necesaria para instalar una nueva terminal: escolleras, canal de acceso, logística para limpieza, provisión de combustibles y demás insumos para los barcos, incluyendo la energía de operaciones mientras están en puerto. Es mucho más racional aprovechar la economía de escala que representa utilizar la infraestructura existente que replicar ese mismo equipamiento del lado de la Rambla Sur.

Lo que del lado de la Rambla Sur llevaría 200 millones de dólares o más, de acuerdo a las declaraciones de los proponentes, al abrigo de la bahía insumiría mucho menos inversión - ya está lo principal ejecutado -, siendo que los costos mayores son más bien de gestión político administrativa interna. Lo que el puerto tiene que hacer es reorganizar responsablemente los muebles de su casa y no exportar problemas a la ciudad. Más aún considerando que lo que se invierta, por más que se adelante por las empresas o sus apoyos financieros, lo terminará repagando el Estado, o sea todos nosotros.

Tercero, por importantes razones culturales.

Un puerto es una infraestructura tipo C en la calificación ambiental, equivalente a la que se aplica a las industrias más contaminantes. La Rambla Sur es Monumento Histórico Nacional y candidata a Patrimonio Mundial de la Unesco: un espacio de valor social y paisajístico que hay que proteger, no romper.

Un puerto instalado en medio del paseo Rambla Sur, lo rompe.

Es como si en el barrio histórico de Colonia, también Monumento Histórico Nacional y ya declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, se propusiera demoler las construcciones patrimoniales para hacer unos edificios modernos porque esa nueva actividad crearía nuevas fuentes de trabajo. Sería una barbaridad, ¿no?

No promovamos una barbaridad similar en Montevideo.

La bahía tiene aproximadamente 17 km perimetrales que le permiten al puerto resolver la contradicción entre los flujos de carga y los de pasajeros en su propio recinto. Le sobra espacio. Sus planes maestros siempre previeron la resolución y manejo de este conflicto a la interna. No puede admitirse que traslade ese problema a la ciudad y desconsideradamente rompa lugares de alto valor - paisajístico, turístico, patrimonial - en ella.

Por supuesto que Mauá no puede quedar así como está. Pero ese espacio tiene que ser recuperado para el uso público, de un modo que sea congruente con el carácter que define a la Rambla: público, abierto, despejado y libre.

Hay fondos disponibles para alcanzar ese objetivo sin necesidad de desarrollar el puerto en ese lugar. Es relativamente poco el dinero necesario para recuperar las Carboneras, el Edificio del Reloj y el espacio público circundante. Hay dos propuestas privadas que - con modificaciones - permitirían hacerlo, y podría sumarse alguna más. No se necesitan los centenares de millones de dólares ofertados en una de las alternativas, que pueden ser redirigidos a otros proyectos.  Con parte de los fondos que quedarían vacantes por la ubicación de una nueva terminal en su lugar natural, se puede hacer muchas más cosas: poner en marcha el Museo del Tiempo, resolver los problemas pendientes del saneamiento en la ciudad, enfocar con otra fuerza la problemática de los asentamientos aún existentes o atender otros asuntos a los que quieran aplicarse. Y todo esto puede financiarse por la sumatoria de los mecanismos que se proponen en las propuestas anunciadas. Pero aplicarlos a desarrollar una terminal de ferrys y cruceros en el espacio Mauá, no. Hacerlo sería un crimen urbano y ambiental.

Hay que hacer una nueva terminal portuaria de pasajeros - sí, la más linda del mundo- pero no en el espacio Mauá sino en el emplazamiento natural para un puerto de ese porte en Montevideo: su bahía.

En vez de aplicar los recursos ofertados a la destrucción de un lugar público e identitario de nuestra ciudad capital, altamente disfrutado por vecinos y visitantes como es la rambla, lo que se debe hacer es aplicarlos a abrir el espacio Mauá, recuperarlo e integrarlo al espacio público, por un lado, y a construir la nueva terminal, en otro.

El espacio de las carboneras constituye un balcón al mar que, con muy poca inversión, puede albergar usos públicos deseables en sus más variadas formas y funciones: interpretación histórica de sus edificios, áreas verdes, el Museo del Tiempo o alguna versión renovada de este, actividades de impulso al candombe -Patrimonio Cultural de la Humanidad y fruto intangible de las comunidades inmediatas-, promoción de otras expresiones culturales. Una serie de opciones que nos permitan disfrutar intensamente de este espacio de todos.

El concurso de ideas convocado en 2019 da cuenta de la diversidad de actuaciones, coherentes con el cuidado del espacio que reclamamos, que se podrían ejecutar. Las autoridades competentes - y los empresarios involucrados - deben actuar con más responsabilidad respecto a los impactos futuros de sus decisiones actuales.

Me sumo a la voz de los piden que se descarte la construcción de un puerto de ferrys y cruceros en el espacio Mauá y la habiliten en cambio en la bahía de Montevideo, recinto natural para albergarlo, reordenando el uso de sus espacios.

Y simultáneamente a la voz de los que piden que se impulse la recuperación del espacio Mauá para el uso público, equipándolo de un modo congruente con el carácter de la rambla de Montevideo, y en particular de la Rambla Sur : público, abierto, despejado y libre.

Abrirlo al uso público de manera inmediata permitiría que todos advirtieran de su belleza y potencialidad y que se concluyera en lo inadecuado de instalar un puerto allí.

Los fondos están a la mano.

Necesitamos que los responsables actúen con la necesaria amplitud y valentía con políticas como para no enredarse en la falsa contradicción "puerto en Mauá o abandono del lugar" y para que se puedan superar las descoordinaciones institucionales que tienen inmovilizada la resolución de este tema a favor de ambos objetivos: construir una hermosa nueva terminal de pasajeros - en el puerto, su lugar natural- y recuperar el espacio Mauá para el uso público sin romper la Rambla Sur.

No nos fallen.

 

 

ÁLVARO ECHAIDER

Rematador y operador inmobiliario, fue Presidente de la Comisión Financiera de la Rambla Sur (1995 - 2005), Coordinador de la primer Oficina de Gestión Territorial del Plan Montevideo (1998 - 2005) e integrante del Consejo de Administración de la Fundación Museo del Tiempo por la Intendencia de Montevideo (2014-2015). Desde 2017 a la fecha integra la Comisión Directiva de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya. Participa de la Asamblea Permanente por la Rambla Sur desde su fundación (2018) pero sus opiniones personales no la comprometen.

 

Imagen: adhocFOTOS/Javier Calvelo


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2022-09-19T14:42:00