El Pericón como Patrimonio Cultural Inmaterial del Uruguay

Alejandro Giménez Rodríguez

El nombre proviene del "perico", que en Chile es el que dirige el baile, el bastonero, en esta danza que es típica de ese país, además de Argentina, Uruguay y Paraguay. 

Contenido de la edición 30.09.2021

 

"Las varillitas del puente/ se estremecen cuando paso/ por mirar pa´ tu ranchito/

¡casi me doy un porrazo !"

"Menos mal que fue en el puente/ que te diste ese porrazo/ si llegás a mi ranchito/ yo te doy un garrotazo".

 

El nombre  proviene del "perico", que en Chile es el que dirige el baile, el bastonero, en esta danza que es típica de ese país, además de Argentina, Uruguay y Paraguay.

Sus orígenes son europeos, y la primera referencia es el testimonio de José Espinosa y Tello en 1794, al llegar a esta región integrando la expedición científica del marino italiano Alejandro Malaspina. Deriva de la "Country Dance" inglesa, que pasó a Francia y luego a España, desde donde llega a América. El estudioso Walter Veneziani afirma que no solo el pericón deriva de esa danza, sino que también el cielito y la media caña.

En nuestro continente deviene en danza de salón y campesina en la primera mitad del siglo XIX, en esa "primera vida", de las tres que describe la investigadora Analía Fontán, etapa caracterizada por el musicólogo argentino Carlos Vega como "antigua, social y auténtica". Pero a mediados de la centuria decimonónica el pericón cae en desuso en su práctica.

La "segunda vida" de la mano de un italiano


La visión de Molina Campos del Pericón en el campo en 1939

Hacia 1880, mientras la oleada de inmigrantes sienta las bases para la introducción en nuestras tierras de un ritmo como el tango, el pericón resurge como una forma de defensa ante lo que algunos llaman el "malón gringo".

El impulso del circo criollo de  José y Pablo Podestá es fundamental en ese renacimiento, al adoptar el pericón en el baile campestre del final de la obra "Juan Moreira", el que había sido enseñado a ellos por el médico, profesor, escritor y político uruguayo Elías Regules.

La llegada a Montevideo de esta danza en 1889 coincide con el período de exaltación nacional provocada por la pluma de Juan Zorrilla de San Martín con La Leyenda Patria (1879) y "Tabaré", editado en el '88; y el pincel de Juan Manuel Blanes y sus obras "Juramento de los Treinta y Tres", de 1878, y "Artigas en la Ciudadela", de 1884.

En ese sentido es muy importante la obra de Gerardo Grasso, un italiano director de la orquesta de la Escuela de Artes y Oficios, la actual Universidad del Trabajo del Uruguay, escribiendo la versión que conocemos, que adquiere con la danza su tinte escénico, patriótico y espectacular.

Roberto Jorge Bouton, un médico rural que trabajó en el departamento de Treinta y Tres, investigó sobre las costumbres del campo y, en sus escritos recopilados por el musicólogo Lauro Ayestarán, afirma que hacia 1910 el pericón se bailaba en "teatros, salones y hasta en los colegios".

Crece en el número de sus figuras, como el balanceo, las calles, los molinetes, el vals, la cadena, la rueda grande, los puentes de pañuelos y el pabellón nacional con pañuelos, además de las relaciones, como con las que iniciábamos estas líneas, en las que eran evidentes la picaresca de esas expresiones.

La figura del pabellón nacional con los colores de la patria, tan conocida por todos, fue enseñada a José Podestá por Alberto Palomeque, quien la había visto bailar en el departamento de Tacuarembó. Y todas tenían un simbolismo, como los puentes, que reflejaban la unión; y la rueda, que era una manifestación del adentro y el afuera, entre otros.

El pericón escolar lo vuelve patrimonio de los uruguayos


Pericón escolar, un clásico de las fiestas de cierre de curso en el Río de la Plata

Fontán sitúa la "tercera vida" de esta danza a partir de 1920, desde hace una centuria, cuando a través de su inserción en la vida en las escuelas puede apreciarse "el sentido de la incorporación y la permanencia del pericón como práctica identitaria - integradora", al decir de la citada investigadora.

Su incorporación a las celebraciones y rituales escolares en el Uruguay del siglo XX, y su extensión a partir de los años ´40, habla de una tradición que hoy parece consolidada, pese a que es desconocida por buena parte de los actores educativos.

En la encuesta realizada para el trabajo de esta pesquisadora, queda claro que es ignorada la no obligatoriedad de enseñar ese baile. También lo que afirma como "la necesidad de construcción y refuerzo de los lazos de identidad y pertenencia de las comunidades dentro y fuera de la escuela".

Aparecen como dimensiones simultáneas representadas "la identidad nacional, escolar, del centro educativo, del grupo o generación, y del sujeto", lo que se relaciona con los valores de la escuela moderna.

Pero, ¿cuáles son las causas del éxito del pericón a nivel nacional? Quizás, que sea un popurrí o enganchado de música popular, que funciona como un sinfin, algo similar a lo que sucede con el himno de los tangos, "La Cumparsita", de la que también es sabido que se trata de la unión consecutiva de distintas melodías.

Rescata la identidad criolla perdida, afectada por la modernización y por la relación de nuestra cultura con la europea. Es una construcción colectiva y genera una dimensión vincular que no es aprovechada, pese a algunos casos, como el intento de realizar "el Pericón más grande del mundo", por parte de autoridades y pueblo de la ciudad canaria de Las Piedras, con el objetivo de ingresar al Libro Guiness de los Records, en el marco de las celebraciones del Bicentenario en 2011.

Para Fontán, se trata de "una práctica corporal capaz de movilizar afectos y memorias", en ese camino hacia su transformación "en un ritual escolar", que no deja de constituir una rutina de todos los años, sobre todo en los sextos años, como una costumbre de despedida del ciclo de la escuela primaria, lo que contribuye también a vaciarla de contenido.

Son conocidas las representaciones pictóricas del pericón por parte de nuestro Pedro Figari, en ambientes tales como el patio de la estancia, en el campo o bajo los naranjos, o del argentino Florencio Molina Campos.

Desde 2007 es danza nacional argentina, y no podemos olvidar otras declaraciones similares en nuestro país, como "La Cumparsita" como Himno Popular y Cultural del Uruguay en 1998, y "A Don José", la milonga del compositor olimareño Ruben Lena, con la misma distinción en 2003.

Desde 2018 se ha abierto un proceso por parte de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, consultando colectivos vinculados a la danza, como coreógrafos, bailarines, escuelas de danza, escuelas públicas, aparcerías, "con el fin de conocer el estado del arte y evaluar su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial del Uruguay", según reza el comunicado del citado organismo que funciona dentro de la órbita del Ministerio de Educación y Cultura.

Quienes se interesen en participar en esta consulta, deben enviar sus datos de contacto (nombre, teléfono, correo electrónico y lugar de residencia) a castroi@ y a leticia.canella@mec.gub.uy.

Será sin duda una manera de formalizar una tradición que ha trascendido más allá de declaraciones oficiales, esperada en las fiestas folclóricas y en las celebraciones de fin de curso en todo el territorio nacional.

 

ALEJANDRO GIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Historiador, docente, comunicador,

asesor en la Dirección Nacional de Cultura del MEC

 

Imagen de portada: Pericón criollo, obra de Pedro Figari, del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires

 

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2021-09-30T00:11:00