El otro Páez Vilaró

A propósito de la retrospectiva por sus 100 años 

Contenido de la edición 20.06.2022

 

Generalmente, cuando escuchamos juntos los apellidos Páez Vilaró inmediatamente vienen a nuestra cabeza Casapueblo o el conventillo del Medio Mundo con Carlos Páez Vilaró como centro de la escena.

Sin embargo, días atrás encaminamos nuestros pasos hacia el Museo Nacional de Artes Visuales, donde convocados por el anuncio convocante de Otro expresionismo pudimos adentrarnos en la obra de Jorge Páez Vilaró, un artista de dimensión mundial que, sin embargo, poca trascendencia ha tenido por nuestra comarca.

El autor de estas líneas, como simple ciudadano que gusta de visitar museos y salas de exposición, pudo apreciar una muestra compuesta por más de 80 obras que abarcan diversos estilos y temáticas, con la convicción de estar realizando un descubrimiento o levantando el velo de algo que, hasta el momento y de manera inexplicable, no se nos estaba permitiendo disfrutar.

La exposición está abierta al público hasta el 22 de julio, con entrada libre y gratuita, en el Museo Nacional de Artes Visuales del parque Rodó.

Matérico color, 1960, óleo sobre tela, 60x78 cm

El artista

Jorge Páez Vilaró nació en Montevideo el 19 de mayo de 1922, y falleció en la misma ciudad el 26 de noviembre de 1994.

Fue uno de los artistas plásticos más importantes de su generación, y durante su formación artística, entre sus múltiples viajes a Europa, frecuentó en Montevideo los talleres de maestros de la pintura como Guillermo Rodríguez, Enzo Kabregu, Vicente Martín y Lino Dinetto.

Según informa el MNAV en su esbozo biográfico y presentación, realizó más de 60 exposiciones individuales en las ciudades de Montevideo, Punta del Este, Buenos Aires, Santiago, Asunción, Washington DC, La Paz, Porto Alegre, Rosario, Nueva York, y participó en más de 100 exposiciones colectivas, tanto en el continente americano como en Europa.

Se destaca que fue el pintor latinoamericano que obtuvo la mayor cantidad de distinciones en premios internacionales, dentro de las cuales se destaca la Bienal de San Pablo, que le otorgó en tres ediciones el Premio Brindes Pombo por sus dibujos, el Premio Caio Alcantara Machado por sus pinturas informales, y el Premio al Mejor Dibujante Latinoamericano por sus "dibujazos".

En su relato curatorial el proyecto presenta a través de una selección de más de ochenta obras emblemáticas, producidas en más de 40 años de actividad, la trayectoria completa de este artista visual mayor de la escena artística uruguaya y latinoamericana.

El circo, 1964, mixta sobre tela, 91x121 cm

La curadoría y diseño del montaje de la exposición fue realizada por Manuel Neves, historiador de arte, diplomado con distinción en Teoría y Prácticas de las Artes y el Lenguaje en la EHESS, École des Hautes Études en Sciences Sociales (Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales), París, Francia.

Fue director artístico de Elefante Centro Cultural Brasilia, Brasil (2015-2017). Ha realizado proyectos curatoriales y prologado exposiciones en Brasilia, Buenos Aires, Curitiba, Lima, Miami, Montevideo, París, Porto, Punta del Este, Río de Janeiro, Roma, Santiago de Chile, San Pablo, Turín y Washington D.C.

Ha sido conferencista invitado en la Universidad de la República (Udelar), Uruguay, en la Universidad Católica del Uruguay (UCU) y en la Universidade de Brasilia (UnB), Brasil.

Actuó como jurado en el Salón Municipal de Artes Visuales de la Intendencia Municipal de Montevideo (2003); en el Premio Figari del Banco Central del Uruguay (2008); en el 57 Premio Nacional de Artes Visuales del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay (2016) e integró el Comitê de Indicação del Prêmio PIPA en Río de Janeiro, Brasil (2016) y el Jurado de selección residencia de artistas Huet-Repolt, Bruselas, Bélgica (2020).

Serie de los políticos, Partido Nacional, 1966, Mixta sobre fibra, 266x168 cm

Es interesante -y por eso reproducimos aquí- el texto con el que nos introduce en Otro expresionismo/Jorge Páez Vilaró
Jorge Páez Vilaró (JPV) es uno de los artistas e intelectuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Uruguay y en el continente americano. Su accionar como agente cultural fue amplio, intenso y variado. Independientemente de sus actividades profesionales en el ámbito empresarial y relacionadas a la publicidad, podemos delinear en forma resumida que JPV fue galerista y crítico de arte en los diarios El Bien Público, BP Color, La Mañana y El País, colaborando además en las revistas Mundo uruguayo y Alfar.
Actuó como comisario (cuando la palabra curador no se utilizaba en arte) en exposiciones en Uruguay y en el extranjero e impartió múltiples conferencias sobre arte uruguayo y europeo.
Integró y presidió la Comisión Nacional de Bellas Artes, participando en la comisión que adquirió el pabellón uruguayo en la Bienal de Venecia. Integró la directiva de Amigos del Arte y el Foto Club Uruguayo, fue vicepresidente de ICOM (Consejo Internacional de Museos), y se desempeñó como jurado en numerosos salones y eventos nacionales e internacionales, destacándose la Bienal de San Pablo.
Asimismo, trabajó en múltiples comisiones relacionadas con el patrimonio, integrando la Comisión de restauración histórica de la ciudad de Colonia del Sacramento, la Comisión de Amigos de la Ciudad Vieja y del Teatro Solís (Montevideo).


Finalmente, fue un apasionado coleccionista de arte y el creador del MAAM (Museo de Arte Americano de Maldonado) donde presentó sus colecciones de arte precolombino, colonial, popular y contemporáneo latinoamericano. En este museo generó durante más de veinte años una intensa actividad, con un particular interés por la producción de artistas jóvenes.
La exposición Otro expresionismo, Jorge Páez Vilaró 100 años, abordará la actuación de JPV en la cultura en tanto artista plástico y no profundizará en todas esas múltiples actividades, que someramente enumeramos.
En ese sentido, esta exposición en su carácter retrospectivo pretende conmemorar el centenario del nacimiento de JPV, artista fundamental en el relato incompleto del arte nacional.
Pero, si esta afirmación puede parecer evidente al observar la riqueza, pertinencia y complejidad de su producción artística desarrollada durante más de cuatro décadas, la historiografía vernácula no pareció realmente interesarse por sus obras, ya que solo Fernando García Esteban y Ángel Kalenberg lo nombran escuetamente, y más recientemente, con la misma brevedad Gabriel Peluffo Linari.
Tampoco las instituciones parecieron reconocer, ni distinguir su trabajo, porque a diferencia de sus amigos y colegas artistas nunca recibió una medalla de oro en el Salón Nacional.
Aunque, podemos constatar que por el contrario en el exterior, donde el artista expuso en múltiples oportunidades, su obra fue galardonada repetidas veces, como fue el caso de la Bienal de San Pablo donde recibió tres recompensas, siendo uno de los artistas más premiados en la historia de ese evento.
En ese sentido, esta ambición conmemorativa, o la voluntad de memoria y recuerdo que este proyecto tiene, persigue el interés y deseo de recuperar para nuestra contemporaneidad una obra fundamental, mostrando al gran público la riqueza y originalidad de su proyecto artístico.
En su relato curatorial el proyecto presenta a través de una selección de más de noventa obras emblemáticas, producidas en más de 40 años de actividad, la trayectoria completa de este artista visual mayor de la escena artística uruguaya y latinoamericana.
Jorge Páez Vilaró es parte de una generación fundamental de artistas visuales uruguayos, integrada por figuras excepcionales, entre las que se destacan Juan Ventayol (1915-1971), María Freire (1917-2015), Raúl Pavlotzky (1918-1998), Rómulo Aguerre (1919-2002), Alfredo Testoni (1919- 2003), Washington Barcala (1920-1993), Manuel Espínola Gómez (1921-2003), Hilda López (1922-1996), Carlos Páez Vilaró (1923-2014), Américo Spósito (1924-2005) o Jorge Damiani (1931-2017).


Aunque estos artistas se definieron por una marcada personalidad creadora, podemos señalar de forma esquemática, que este grupo se caracterizó por haberse formado en el Círculo de Bellas Artes, en el Taller Torres García y en la Escuela de Bellas Artes, si bien en algunos casos concurrieron a varios talleres y en otros a ninguno, definiéndose como autodidactas. Durante sus años de formación y primeros de actuación pública, entre fines de los 30 y los 50 practicaron un realismo ecléctico y veladamente moderno y a fines de los 50 se volcaron decididamente a una experimentación de la abstracción informal y en algunos casos con la nueva figuración. Asimismo, a fines de los 60 y principio de los 70, lograron desarrollar una obra original, autónoma y autorreferencial, que de alguna forma los definió como artistas.
Esta generación es quizás la primera que de forma intersubjetiva adquirió conciencia que su producción artística podía escapar a la lógica cultural definida por los límites del Estado nación y ser parte de un relato trasnacional, americano (americanista) o internacional del arte occidental.


Imágenes: CONTRATAPA/dfp


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2022-06-20T15:40:00