Escaleras al cielo

Alejandro Vásquez Escalona

Contenido de la edición 05.06.2024

 

Es una calle de cemento como incrustada en el terreno que asciende hasta encontrarse con el pie del cerro donde finaliza en una pared de contención frontal. Es una calle ciega. Las aceras de cemento con peldaños largos, permiten el ascenso más reposado a los vecinos. Desde allí se ven los ranchos, las favelas con mayor cercanía. Verán una vida mejor quienes habitan este territorio. Tendrán salida.

 Al inicio de la cuesta, se ve un basurero al pie de una escalera verticalisima que apunta al cielo para subir a las viviendas de chapas y desechos en aquella montaña de pobreza. Varios perros callejeros rebuscan comida entre los desechos. Unos niños juegan al beisbol con tapas de refrescos.

En esa calle habitaba con su hermano cuando era adolescente.  Camina hacia el edificio verde descolorido de tres plantas al final de la vía donde estaba su hogar. Ahora vive en otra ciudad. Son las primeras horas de la mañana. En el abasto de Manuel el merideño, no ha comenzado el regateo de los vecinos por los precios de la comida diaria. Mira el pavimento, más pendiente de la escalera que de otros asuntos. Un árbol de tronco grueso ocupa parte de la acera; al bordearlo, observa a una mujer que camina adelante. Su instinto lo hace aligerar su caminar, desea alcanzarla. Ve su cabellera larga que cae sobre sus hombros. Esbelta, parece un resplandor de calidez. Se coloca a su lado y le expresa palabras con pretensión de amabilidad y seducción. Unas buenas tardes melosas. O un comentario sobre su cabello. Es hermosa, ojos avellana rayados de negro, pómulos pulidos y limpios que armonizan con labios húmedos coloreados de rojo moderado. Ella lo mira y lo increpa con desagrado.

Aléjate, no vengo por ti.

Se detiene como electrizado, no siente miedo, sino una especie de aturdimiento similar a una disolvencia a negro de escena cinematográfica. Se mueve en la cama. Abre los ojos y ve clarear la mañana. Al levantarse, durante el desayuno comparte el sueño con su familia. Todos bromean. Un día nuevo se inicia. En una avenida lejana, es posible que haya atascamientos de automóviles y ruido de cornetas. Gente que se dirige a sus trabajos. Algún tiroteo. Tres muñequitos de tiza... Ya saben.  En la piel de la vida, se respira calma. No existen evidencias de modificaciones profundas. Todo pareciera auto plagiarse.

 

ALEJANDRO VÁSQUEZ ESCALONA

(Venezuela, 1956). Fotógrafo, escritor, videoasta. Profesor de la

Escuela de Comunicación Social de La Universidad del Zulia (1987/2016).

Docente invitado a Aquelarre - Escuela de Fotografía. Montevideo (Uruguay-2021)

acuantola@gmail.com

 

Imagen de portada: Alejandro Vásquez Escalona

Foto personal: Ivett García


Archivo
2024-06-05T11:30:00