Estética de una amistad: Alfredo Volpi y Bruno Giorgi
David Léo Levisky
"Un amigo fiel es un abrigo seguro; aquel que lo encuentre habrá encontrado un tesoro". (Eclesiastés 6: 14-16)
Contenido de la edición 12.11.2020
En el recorrido laberíntico de mi vida han ocurrido coincidencias y "fuerzas ocultas"; en este caso, el acceso a las trayectorias biográficas de Alfredo Volpi y Bruno Giorgi. Nos tornamos tan íntimos al punto de, con cariño y respeto, permitirme llamarlos Alfredo y Bruno. Los conocí, todavía más de cerca, a través de una larga y preciosa entrevista concedida por Leontina Ribeiro Rodrigues Giorgi, viuda de Bruno, a Max Perlingeiro, editor, galerista, curador y director de Pinakotheke Cultural, y a Pedro Mastrobuono, presidente del instituto Alfredo Volpi de Arte Moderno.
Con sus producciones artísticas, Alfredo y Bruno, hombres creativos y sensibles, despiertan en sus admiradores las capacidades de imaginación contemplativa y deleite.
Toda verdadera amistad es singular. Fenómeno humano que permea las relaciones afectivas, sentimiento profundo dirigido a pocas personas y de difícil caracterización. Los amigos los contamos con los dedos de las manos, aún en la contemporaneidad, existiendo aquellos que creen tener miles o millones de amigos, como sueña Roberto Carlos en su linda y famosa canción. Sentimiento idealizado que algunos pretenden concretizar vía Internet, si ello significa, de hecho, amistad. Vínculo afectivo sólido, duradero, confiable e íntimo, cosa difícil de encontrar.
A lo largo de la historia y en diferentes culturas, el hombre viene intentando describir el perfil de esa relación amorosa, la amistad:
"Su amigo, aquel que es como si fuese su propia alma". (Deuteronomio 13:7)
"Un alma en dos cuerpos". (Aristóteles)
"Nuestras almas caminaron tan completamente unidas, tomadas por ese afecto que penetra y lee en el fondo de nosotros mismos [...], pero tendría, en las cuestiones de mi interés personal, más confianza en él que en mí mismo". (Montaigne, 1984)
La amistad entre Alfredo y Bruno, caracterizada por la confianza, intimidad y sinceridad, duró 52 años. Uno frecuentaba la casa del otro. Al comienzo, se encontraban en el edificio Santa Helena, en Sao Paulo, donde Volpi compartía el atelier con varios pintores de origen obrero. En su mayoría eran inmigrantes o hijos de italianos, como Mário Zanini, Aldo Bonadei, Fulvio Pennacchi y Alfredo Rizzotti, entre otros. Francisco Rebolo era hijo de españoles y Manuel Martins de portugueses. La reunión de los artistas surgió como una forma de abaratar los costos, dividiendo los gastos. Más adelante, aquello que naciera de manera natural, sin unidad de conceptos o en función de cualquier manifiesto, pasó a constituirse en punto de encuentro para intelectuales. Mário de Andrade pasó a llamarlos "pintores obreros", denominación fácilmente localizable en la literatura sobre el movimiento modernista. Nada más natural para Bruno Giorgi, recién llegado de Italia en 1936, que encontrar receptividad en el Santa Helena.
En esa época Volpi, nacido el 14 de abril de 1896, ya era un cuarentón y todavía vivía con sus padres en la calle Backer, en el barrio paulista de Cambuci.
La amistad entre Bruno y Alfredo se profundizó. En 1943 Bruno fue padrino del casamiento de Volpi y Judit, que trabajaba como "modelo vivo" para el referido grupo Santa Helena, y cuyo nombre de bautismo era Bendita María de la Concepción. Sin embargo, todos la conocían por el apodo que Volpi le asignara.
Más adelante, luego del casamiento de Bruno y su mudanza a Rio de Janeiro, los viajes de Volpi se tornaron frecuentes. Sin aviso previo, cargando una pequeña valija con algunas pocas mudas de ropa y el material suficiente para preparar sus inseparables cigarros de chala, Volpi arribaba a la casa de Bruno, hábito que se consolidó con el tiempo y permaneció inalterado. Donde quiera que Bruno residiera, existía un cuarto reservado para Volpi. Así fue por toda la vida.
No es difícil imaginas escenas y diálogos, especialmente en vista de lo narrado pormenorizadamente por Leontina. Las define como una "orgía silenciosa", dado que podían, placenteramente, permanecer juntos por varios días sin siquiera intercambiar una palabra.
Hijo de inmigrantes italianos, Bruno nació en Mococa, interior del Estado de Sao Paulo, el 13 de agosto de 1905. En 1911 su familia retornó a Italia y se radicó en Carrara, región de la Toscana distante apenas 53 quilómetros de Lucca, donde Volpi nació, siendo que su familia había emigrado a Brasil cuando Alfredo contaba con un año y medio.
La identificación entre ambos no se limitaba únicamente a la cuestión dialectal y otros aspectos meramente culturales de sus orígenes toscanos. Volpi, que había sido sindicalista, era de sesgo anarquista. Bruno permaneció un buen tiempo preso en la Italia fascista, donde llegó a cumplir cuatro de los siete años a los que formalmente había sido condenado, no solo por participar de la formación del movimiento anarcosindicalista, sino también por conspirar contra Mussolini.
Como se desprende de los recitales que organizaba, Bruno era un hombre cosmopolita, con muchos quilómetros encima. Vivió en Francia, Italia, Portugal y, en Brasil en Sao Paulo y Rio de Janeiro. Leía mucho. Era erudito y disfrutaba no solo de la poesía sino de la literatura en general. Su lectura preferida era el Elogio de la locura, del teólogo Erasmo de Rotterdam (1511), considerado uno de los libros que han influenciado a la civilización occidental al contribuir a la reforma de la Iglesia Católica y el surgimiento del protestantismo. Bruno conocía de memoria el "Quinto canto" de la Divina Comedia de Dante Alighieri, y además, disfrutaba de cantar largos trechos de diversas óperas. Desde pequeño, su madre acostumbraba llevarlo al teatro, donde desarrolló su amor por la música. Con todo, siempre en primer lugar estaba su trabajo, seguido del interés por la política y la cultura.
Volpi no poseía erudición, pero disfrutaba de escuchar a Bruno decir poesías, con preferencia por aquellas escritas por San Francisco de Assis. Ciudad de la provincia de Perugia, en la Umbría, Assis se localiza en la región vecina a su Toscana natal. Llevaba una vida simple cuando joven, pintando paredes y frisos decorativos en las casas de los más pudientes. Era un poco más rudo, a veces irónico y hasta malicioso. Poseía una visión clara de la realidad, además de ser auténtico y sincero. Cuando estuvo en Italia no buscó a sus familiares locales. Vivió con sus padres hasta los 46 años. Es posible cuestionar cuáles fueron las motivaciones inconscientes que llevaron a Alfredo Volpi a permanecer tantos años en la casa paterna. No sabemos de los antecedentes familiares como para comprender la estructura, dinámica y los factores económicos de su vida emocional. ¿Por qué necesitó apodar de Judit a Bendita? ¿Cuáles fueron las motivaciones de fondo que lo llevaron a tener la conducta de "adoptar y cuidar" a tantos niños? ¿Cuáles son los orígenes de la profunda generosidad de Volpi, un alma portadora de una religiosidad intrínseca en la búsqueda del bien?
Se interesaba por la vida de los santos, pero al mismo tiempo era anticlerical. Se trata de indagaciones que permanecen sin respuesta y que darían una señal de alerta durante un proceso analítico. Se sabe que, paralelamente a la bondad y gentileza con las que trataba a los niños, Volpi blasfemaba mucho, al punto que se decía que pertenecía a una rama específica de la Iglesia Católica, la "apostólica toscana". Bruno, con cierto aire de crítica decía: "¡Alfredo! ¡Alfredo!", a lo que Volpi apenas sonreía.
Volpi manifestaba poca preocupación respecto al futuro de su obra artística y creía que no tendría el mismo reconocimiento público de Bruno. Justificaba su modo de pensar explicando que sus cuadros permanecían en el interior de las residencias de sus coleccionistas, en tanto que las esculturas de Bruno eran obras públicas, expuestas en áreas abiertas de ciudades importantes, tanto en Brasil como en el exterior. Volpi le decía a Bruno: "¡Lo que queda para el futuro es aquello que está del lado de afuera! ¡Obras públicas como las tuyas! Aquello que está afuera de las puertas. Tus obras están en las plazas. Rodin fue conocido por los monumentos expuestos, por aquello que está del lado de afuera..."
Desde el punto de vista de los vínculos de amistad, Alfredo y Bruno no precisaban esconder fantasías, defectos, franquezas, penas, temores y realizaciones. Existían rivalidades, envidias, celos y competencias, pero diluidos en una relación de profundo amor y respeto por las diferencias y divergencias. Uno no precisaba humillar al otro. Cada uno tenía su identidad y su autoridad preservadas sin necesitar desarrollar mecanismos de defensa para ocultar el verdadero yo. Ambos conquistaron una relación vincular distinta de aquellas observadas en las amistades comunes y corrientes, en las prácticas sociales, institucionales, políticas, en los medios sociales y mismo en familia.
El falso self, como diría un psicoanalista winnicottiano, presente en el formalismo, no políticamente correcto, no predominaba en esa relación franca, auténtica y espontánea. Con todo lo que la amistad puede tener de fraterna, ella difiere de la hermandad de sangre, natural, biológica. En esta hay jerarquías, fantasías de los padres proyectadas en los hijos, diferentes papeles y funciones, ejercicios de poder y expectativas de los padres, de los hijos y entre los hermanos, incluyendo el legado a recibir. En la amistad hay una búsqueda de sí en el otro. Entre Alfredo y Bruno, uno representaba un ancla para el otro. Eso no siempre sucede entre hermanos.
"Ellos se eligieron como hermanos al crear y conquistar un vínculo de amor pleno de sentimientos de empatía y de sintonía entre varios aspectos constitutivos de sus identidades". (Kancyper, 2014)
"Ambos tenían las mismas procedencias cultural y familiar transmitidas de generación en generación de modo de influir en la formación de la red de sustento de los varios niveles de subjetividad". (Benghozi, 2010)
Bruno y Alfredo, italianos de la Toscana, conocían la misma lengua, tenían hábitos, valores y modos similares de ser, sentir y pensar la constitución de su "arquitectura anímica", concepto descrito por Freud (1926) en la búsqueda de la comprensión de los elementos que aproxima a las personas de un determinado grupo en el espacio de la microcultura.
Alfredo y Bruno pueden haber sufrido cuestiones de desarraigo al insertarse en la realidad de la cultura brasilera. Con biografías distintas, construyeron entre sí un espacio afectivo común, acogedor, con vivencias emocionales concordantes y complementarias. Las afinidades ligadas al desempeño profesional contribuyeron a aproximarlos todavía más en medio de los éxitos y fracasos.
"La alteridad en el proceso psicoanalítico es el motor de los procesos de resignificación del sufrimiento psíquico". (Oliveira, 2017)
En la relación de amistad entre Alfredo y Bruno, de cierta forma uno representaba para el otro la alteridad necesaria y fundamental en la que cada uno de ellos tenía la oportunidad de percibir, transformar y elaborar conflictos en la búsqueda de nuevos significados antes de actuar. Uno servía de contraste para el otro en la procura de una mejor comprensión de sí y del otro en las maneras de ser, sentir, pensar y hacer.
El arte, en sus diversas formas de expresión, es una vía de sublimación de las pulsiones amorosas y agresivas, constructivas y destructivas, un medio representacional de transformación de los impulsos en elementos de la cultura. Para alcanzar la madurez espiritual es preciso haber construido un verdadero self, producto de vínculos afectivos que se establecen precozmente en la relación madre - bebé, ilusión versus "madre suficientemente buena", aquella que provee y ayuda al bebé a tolerar las frustraciones frente a su inmadurez (Winnicott, 1979, 1985). Bruno y Alfredo, con todas las vicisitudes del inicio de la vida de ambos, pudieron luchar y aprendieron a lidiar con la realidad interna e intersubjetiva.
Si "la vida es un laberinto de historias y fantasías que migran por generaciones, algunas relatadas, otras silenciadas, que se cruzan y mezclan entre verdades y distorsiones (Blay Levisky, 2018), Bruno y Alfredo llegaron al final de sus jornadas terrenas vivos en el recuerdo eterno de sus obras.
Bruno dejó público y eternizado el afecto por su amigo. Modeló una cabeza de Volpi y junto a ella dejó el siguiente mensaje:
"Volpi è amico per tutta la vita [...]. Tenemos una amistad que data de 1936, cuando lo conocí en Sao Paulo [...] y nos convertimos en grandes amigos desde entonces [...]. Es difícil encontrar a alguien más auténtico, espiritual y artísticamente. Lo entiendo y él me entiende; considero a Volpi una de las mayores figuras -si no la mayor- de la pintura brasilera de todos los tiempos" (Giorgi, 2013).
Referencias bibliográficas
BENGHOZI, P. Malhagem, filiação e afiliação - psicanálise dos vínculos: casal, família, grupo, instituição e campo social. São Paulo: Vetor, 2010.
BLAY LEVISKY, R. "Histórias e labirintos da vida e da clínica". Presentación en el VIII Congreso Internacional de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y de Familia. Lyon, 2018.
CYRULNIK, B. Resiliência - essa inaudita capacidade de construção humana. Porto: Instituto Piaget, 2003.
FREUD, S. "Discurso a los miembros de la B'nai B'rith". En: FREUD, S. Obras completas, vol. III, 3. ed. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973 (1926) [1941].
GIORGI, B. Entrevista de Luiz Ernesto a Tribuna de Santos, de 15 de octubre de 1972". En: BRINBERG, P. Bruno Giorgi, 1905-1993. São Paulo: Metalivros, 2001. p. 22.
KAËS, R. "Lógicas del inconsciente e intersubjetividad. Trazado de una problemática". En: Psicoanálisis de las configuraciones vinculares. Buenos Aires: AAPP, 2009.
KANCYPER, L. Amistad - una hermandad elegida. Buenos Aires: Lumen, 2014.
LEVISKY, D. L. Um monge no divã. São Paulo: Casa do Psicólogo, 2007. Entre elos perdidos. Rio de Janeiro: Imago, 2011.
MASTROBUONO, M. A. Alfredo - pinturas e bordados. São Paulo: Instituto Alfredo Volpi de Arte Moderna, 2013. p. 262.
MONTAIGNE, M. Ensaios. São Paulo: Victor Civita, 1984.
OLIVEIRA, A. P. V. M. "Amizade e psicanálise: o cuidado de si no encontro com a alteridade". [Dissertação]. Instituto de Psicologia da Universidade de São Paulo, 2017.
PERLINGEIRO, M. Bruno Giorgi 1905 - 1993. Apresentação: PERLINGEIRO, M; introdução: FERREIRA GULLAR. Rio de Janeiro: Pinakotheke, 2005.
REVISTA MORASHÁ. "Sabedoria Judaica, Amizade". São Paulo. Edición de 29 junio de 2000. Disponible en: www.morasha.com.br. Acceso el 20 de enero de 2019.
WINNICOTT, D. W. Tudo começa em casa. São Paulo: Martins Fontes, 1989. O brincar e a realidade. Rio de Janeiro: Imago, 1975.
Alfredo Volpi (1896 - 1988) / Bruno Giorgi (1905 - 1993) - Estética de una amistad.
Exposición y libro, realización de Sâo Paulo PINAKHOTEKE - Curadores: Max Perlingeiro y Pedro Mastrobuono, a quienes CONTRATAPA agradece la gentileza de autorizar la publicación del ensayo de David Léo Levisky.
Traducción: Daniel Feldman
DAVID LÉO LEVISKY es psiquiatra.
Analista didacta de la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Sao Paulo, afiliado a la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA), con especialización en las áreas de infancia y adolescencia. Miembro efectivo de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia y de la Asociación Brasilera de Psicoanálisis de pareja y Familia. PhD en Historia Social por la Universidad de Sao Paulo. Fue editor de la Revista Brasileira de Psicanálise. Gestor y coordinador general del proyecto "Abrace su barrio". Libros publicados: Adolescência-reflexôes psicoanalíticas; Adolescência e violencia I, II y III; Um monge no divá; Entre elos perdidos; A vida?... É logo ali.