La Ruta de la Guerra Grande, a 170 años del fin del conflicto

Alejandro Giménez Rodríguez

"La Guerra Grande se nos presenta como un gran drama íntimamente ligado a la configuración de las nacionalidades de la cuenca del Río de la Plata, drama en cuyo planteamiento y desarrollo se discutirían las fronteras de esos países, la navegación de los ríos, la defensa de la soberanía aún no prestigiadas y amenazadas por la política de los Estados europeos que anhelaban abrir rutas a su comercio (...)"

Juan Pivel Devoto en "Historia de la República Oriental del Uruguay" (1945)

Contenido de la edición 04.11.2021

 

En aquel país que nacía,  la  Guerra Grande se presenta- a 170 años de su culminación -como un intricando conflicto que engloba en realidad a varias guerras distintas: enfrentamiento entre blancos y colorados uruguayos, unitarios y federales argentinos, potencias europeas (Inglaterra, Francia) contra Juan Manuel de Rosas, gobernador argentino de tendencia federal, a las que se suman luego la intervención del Imperio del Brasil y de la provincia argentina de Entre Ríos, gobernada por Justo José de Urquiza, enfrentado con Rosas.

En este complejo entramado, la primera etapa del conflicto, que algunos historiadores como Leonardo Borges definen como una "petit guerra mundial del siglo XIX", la lucha de los bandos uruguayos, definidos como tales luego de la batalla de Carpintería del 19 de setiembre de 1836, deriva en un enfrentamiento entre sus fundadores, Fructuoso Rivera y Manuel Oribe, los dos primeros presidentes uruguayos.

La derrota del caudillo colorado en la batalla de India Muerta en diciembre de 1842 determina en febrero del año siguiente el inicio por parte de las fuerzas oribistas del llamado Sitio Grande de Montevideo. La hoy capital uruguaya quedó dividida durante ese período.

Como nunca, un país y dos gobiernos

"... se inauguró el sitio de Montevideo, que debía continuar por espacio de nueve años, y que daría fama y renombre a la ciudad, por lo heroico de su defensa. Durante todo este tiempo los sitiadores sostuvieron guerrillas con los sitiados, en que la suerte de las armas solía ser favorable ya a uno o ya a otros"

Pablo Blanco Acevedo en "Historia de la República Oriental del Uruguay" (1957).

Dentro de la ciudad sitiada vivían 31.000 personas, de las que solo 11.000 eran orientales. El resto eran unitarios argentinos (expulsados por Rosas) y europeos, algunos de los cuales integraban legiones, como la italiana, dirigida por el general José Garibaldi (también comandante de la flota de la Defensa) y la francesa, orientada por el coronel Juan Crisóstomo Thiebaut, no faltando los ingleses. Montevideo se sentía una ciudad europea y civilizada, contraria a la que llamaban la barbarie del Cerrito.

Era una verdadera babel. Domingo Faustino Sarmiento, que fuera presidente de Argentina y que vivió aquí entre 1845 y 46, resumió la situación en una frase: "Todos los idiomas viven, todos los trabajos se perpetúan, haciendo buena alianza la roja boina vasca con el chiripá".

Su gobierno estuvo a cargo de Joaquín Suárez, presidente del Senado al finalizar Rivera su mandato en 1843, y que se mantuvo como presidente interino durante ocho años. Una Asamblea de Notables y un Consejo de Estado- asesor del presidente -integraron el Poder Legislativo. La influencia de Rivera fue mitigada por los "doctores" de la Defensa, que lo expulsaron en 1845 luego de su derrota en India Muerta; y tras regresar en el ´46, volvió a ser desterrado al año siguiente, ya que quiso por sí solo pactar la paz con Oribe.

A pesar de la guerra, la urbe intentó seguir su actividad social. Hubo funciones teatrales de beneficencia para los combatientes y no se abandonaron las clásicas tertulias, ya fueran de baile, canto o familiares, con té incluido. No se detuvieron los paseos por 18 de Julio, las reuniones sociales o los bailes de carnaval, con fondo de música y estampido de balas. Es que la población ya se había acostumbrado al rumor de la fusilería, por más que hubo largos períodos en que no se escuchó un tiro.

Los sitiadores estaban integrados por los contingentes fieles a Oribe (blancos) y las fuerzas rosistas. Tenían su centro de acción político-militar en el Cerrito de la Victoria, cuartel general de sus ejércitos, que interactuaba con las chacras a orillas del Arroyo Miguelete, lugar de residencia de muchos de los dirigentes blancos, que habían salido del sector de la Defensa.

El Poder Ejecutivo lo ejercía el mismo Oribe, se habían reinstalado las cámaras legislativas disueltas por Rivera en 1838, el Tribunal de Apelaciones del Estado se encargó de los asuntos judiciales y se dividió al país en dos grandes circunscripciones militares, al norte y al sur del Río Negro respectivamente, al mando de los generales Servando Gómez e Ignacio Oribe. Los departamentos estaban a cargo de comandantes militares.

Desde el Cerrito se tomaba por el camino del "Campamento" (actual José Serrato, ex-Industria) y se llegaba al poblado del Cardal, que en 1849 pasó a llamarse Villa Restauración, centro económico-administrativo de este bando, que estaba unido al puerto del Buceo por el camino del Comercio, actuando ese arco como un sistema territorial.

Los hombres del Cerrito se definían como defensores del americanismo, en contra de los europeos, proclamándose servidores de los intereses del campo y del sentimiento oriental.

Pese a la situación bélica, los hombres de ambos bandos siguieron comunicándose. Es conmovedor aún hoy leer como se relacionaban familias de uno y otro lado de la línea sitiadora. Así las autoridades de los dos sectores acordaron autorizar encuentros en la línea de fuego para los niños menores de doce años, y otros más prolongados para las familias. En los encuentros infantiles el traslado se hacía por mar. Desde el Muelle Viejo de Montevideo, en el extremo norte de la calle Misiones, se trasladaban hasta el Buceo, en travesía que demoraba una hora en los lanchones de un tal Montes.

Molinos Unión - Molinos de la Unión, del libro "Montevideo ¡Qué lindo te veo!", Librería Linardi y Risso, 2020

Los encuentros eran aprovechados para intercambiar artículos. Gallinas, pollos, patos, huevos, manteca y queso venían del campo sitiador y de la Defensa traían dulces de confitería, telas y libros, entre otros objetos. Nada podía venderse entre uno y otro lado, y debía pasarse una gran revisación fronteriza. El odio entre los habitantes de uno y otro bando nunca fue tanto como lo pintan. Los intereses foráneos tuvieron mucha fuerza y torcieron el curso de los acontecimientos, como tantas veces.

La intervención de Francia e Inglaterra- entre 1845 y 1850 - se dio por medios diplomáticos (misiones de paz), y el bloqueo que impusieron ambas potencias al puerto de Buenos Aires terminó favoreciendo a Montevideo, que se enriqueció al concentrar el comercio de la zona. Los europeos no consiguieron su objetivo- la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná -y se retiraron. Era un triunfo de Rosas.

 

¿Ni vencidos ni vencedores?

Ante el fracaso de las intervenciones europeas, el gobierno colorado busca posibles aliados americanos, si bien las gestiones de Manuel Herrera y Obes, canciller de la Defensa, habían comenzado en 1847, estableciendo un acuerdo secreto. Esta fase final de la Guerra Grande, que se desarrolla en 1851 y 52, está marcada por la intervención de la provincia argentina de Entre Ríos y del Imperio del Brasil, en favor de la causa de los sitiados en Montevideo.

Entre Ríos estaba gobernada por Justo José de Urquiza, terrateniente al igual que Rosas, harto de sufrir el centralismo económico de Buenos Aires, que obligaba a la intermediación porteña de su comercio, amén de las ambiciones del caudillo entrerriano de sustituir al gobernador.

La intervención de Brasil se fundamentaba en el combate a la influencia argentina en la zona, tratando enfrentar el expansionismo rosista, además de ser una buena ocasión para solucionar la cuestión de límites con el Uruguay.

En mayo de 1851 se firmó el acuerdo entre Urquiza (que primero declaró la guerra a Rosas), Brasil (que había esperado esa declaración por sentirse débil en lo militar) y el gobierno de la Defensa. Mientras Urquiza cruzaba el Uruguay e invadía el país, la flota brasileña bloqueaba los puertos de Rosas.  Oribe, a esa altura con sus fuerzas desorganizadas, pactó la paz.

El 8 de octubre de ese año se firmó el acuerdo entre los aliados y el gobierno del Cerrito. Se establecía que el combate a la intromisión europea en la contienda había sido en defensa de la independencia, se admitía como deuda solamente la del Cerrito, todos los orientales tendrían iguales derechos para elegir la Asamblea General que votará al presidente de la República; y  que no habrá "vencidos ni vencedores". El 3 de febrero de 1852 la batalla de Caseros culmina con la victoria de Urquiza y la derrota de Rosas, que emprendió el camino del exilio en Inglaterra.

 

Buscando las trazas de una época olvidada

Mapa Ruta GG - Mapa Ruta de la Guerra Grande, del folleto editado por el programa Rutas Culturales, Dirección Nacional de Cultura, Área Economía Creativa, MEC, 2021.

La Guerra Grande es un período que figura en los programas oficiales de Primaria y Secundaria, pero que sin embargo es poco tratado en los cursos curriculares, y casi desconocido por los montevideanos, el turismo interno y los visitantes del exterior.

La posibilidad planteada por el programa Rutas Culturales y Creativas del MEC de articular una ruta, que se diversifique en dos sectores y a su vez en cada uno en circuitos, supone la posibilidad de visitar sitios históricos que en Montevideo son de habitual tránsito de sus habitantes, y que en el caso del turista, dan la oportunidad de conocer nuestro pasado a través de recorridos, relatos y personajes que intenten provocar el interés de los visitantes en este proceso histórico.

Muchas de las edificaciones de ese conflicto bélico ya no existen, pero la visita de esos sitios plantea la posibilidad de conocer actuales barrios de Montevideo, la importancia de históricas construcciones vinculadas al comercio y la producción, los antiguos reservorios de agua, la actividad religiosa, la vida cultural y social, y los devenires políticos y militares en uno y otro bando durante los casi nueve años en que Montevideo estuvo dividida.

En los 170 años de la paz que puso fin en nuestro país a la Guerra Grande, conmemorados el 8 de octubre de este año, esta ruta plantea una oportunidad de provocar el conocimiento y de profundizar, para quien ya la conoce, una etapa fundamental de la Historia del Uruguay.

 

ALEJANDRO GIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Historiador, docente, comunicador,

asesor en la Dirección Nacional de Cultura del MEC

 

Imagen de portada: Gore Ouseley - Montevideo desde el cementerio, William Gore Ouseley, 1845-46, Museo Histórico Nacional.


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2021-11-04T00:11:00