La elección de programas televisivos y nuestra manera de ser

Dara Greenwood

Nuestra inclinación a identificarnos con los personajes de obras de ficción depende de nuestra manera de ser. Este fenómeno de identificación puede ser muy positivo cuando modifica la imagen que tenemos de los grupos marginados y las ideas que nos hacemos de ellos.


Contenido de la edición 24.11.2022

 

El año pasado, durante la crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid-19, fuimos muchos los que buscamos refugio en la televisión. En el plano más elemental, nuestro consumo de medios de comunicación no refleja sino nuestro deseo de divertirnos o de escapar del estrés, el tedio o la soledad, aunque solo sea por unos breves instantes.

Sin embargo, independientemente de su capacidad para lograr que nos evadamos de las vicisitudes de la vida diaria, los programas televisivos y los azares de sus personajes no constituyen solamente un pasatiempo para nosotros, sino que aportan información sobre nuestra manera de ser. En efecto, hay estudios que demuestran que la afición por tal o cual programa o personaje de ficción suele reflejar aspectos fundamentales de nuestra personalidad.

Esos aspectos no solo son determinantes a la hora de escoger los programas televisivos que vemos, sino también en lo que respecta a los vínculos afectivos que establecemos con sus personajes. Lejos de ser meramente arbitrarias o frívolas, nuestras afinidades en el ámbito de los medios de comunicación son significativas y reveladoras de nuestras necesidades socioemotivas. Varios estudios empíricos ponen de manifiesto que todo lo que vemos influye en nuestros pensamientos, emociones y comportamientos.

Estudiosos de diferentes ramas de las ciencias sociales, especializados en el análisis de los medios de información y comunicación, han elaborado dos conceptos clave sobre esta cuestión: el transporte narrativo y la interacción parasocial.

Enunciada en el año 2000 por los psicólogos sociales estadounidenses Melanie Green y Timothy Brock, la teoría del transporte narrativo describe el proceso por el que una persona se sumerge en el meollo de un relato identificándose con sus protagonistas. El placer que puede conllevar ese transporte guarda en parte relación con la extensión del concepto que una persona tiene de sí misma, haciendo suyas las vivencias de los personajes de la ficción narrativa.

La interacción parasocial, por su parte, se ha definido como la amistad que se va trabando con algunos personajes a medida que los vamos "conociendo" más. Los primeros en formular este concepto en 1956 fueron otros dos estudiosos estadounidenses, el antropólogo Donald Horton y el sociólogo Richard Wohl, cuando describieron los vínculos que se anudaban entre los telespectadores y personalidades mediáticas como los presentadores de programas de debate. Desde entonces, esta teoría de la existencia de una pseudorrelación con un personaje del mundo de los medios de comunicación e información se ha aplicado a un vasto conjunto de figuras mediáticas reales o ficticias: deportistas, músicos, políticos, estrellas del cine o la televisión e influyentes de las redes sociales.

Compensar sentimientos negativos

Algunos de nosotros somos más propensos que otros a dejarnos cautivar por determinadas emisiones televisivas y encariñarnos con algunos de sus personajes. Mis investigaciones sobre este tema me han permitido comprobar que las personas más susceptibles de identificarse con personajes mediáticos muestran una tendencia a presentar vulnerabilidades emotivas, tales como la dificultad de dominar sus impulsos o su ansiedad. Los productos mediáticos que consumen esas personas pueden, por lo tanto, asemejarse a tentativas de compensación de sus sentimientos negativos que, además, son complementarias de sus preocupaciones en la vida real.

Habida cuenta de la diversificación cada vez mayor de los medios de comunicación e información, las plataformas de emisión en continuo como Netflix ofrecen una amplísima variedad de programas que van desde las "comedias de televisión irreverentes" hasta las "películas y series televisivas animadas asiáticas", pasando por "filmes y series de guerra y política" o "programas basados en un libro".

Esa plétora de ofertas no impide la puesta en evidencia de que existe un vínculo entre nuestros temperamentos y nuestras preferencias en materia de productos mediáticos. Por ejemplo, las personas que desean experimentar emociones fuertes son más propensas a elegir películas de suspense y terror, según un estudio de Mathias Clasen realizado en 2020. Las que sienten la necesidad de expresar una implicación emocional optarán más bien por escoger una obra dramática, según otro estudio de Maio y Esses llevado a cabo por primera vez en 2001.

Algunas aficiones mediáticas de los telespectadores pueden ser representativas de determinadas características culturales. Las mujeres, por ejemplo, son más dadas que los hombres a consumir programas sentimentales, lo que puede reflejar la existencia de una representación vinculada a las funciones que se les asignan tradicionalmente y al alto porcentaje de protagonistas femeninas. Los hombres, por su parte, suelen mostrar más inclinación a consumir productos mediáticos violentos por motivos similares.

¿Causa o consecuencia?

Las personas de ambos sexos con tendencias agresivas propenden a consumir productos mediáticos violentos. He comprobado en mis investigaciones que los rasgos de carácter agresivos y maquiavélicos permiten predecir una mayor afinidad con programas y personajes antihéroes, como la serie estadounidense Breaking Bad [Volverse malo] en la que su protagonista, el amable profesor de química Walter White, se convierte en el rey de la metanfetamina. También he constatado que las jóvenes obsesionadas por su aspecto físico tienden a asemejarse a sus personajes femeninos preferidos, lo cual se ajusta al concepto de "identificación deseada" o wishful identification.

Pese a ser interesantes, los estudios realizados sobre estas cuestiones no permiten determinar con exactitud total en qué sentido se produce la relación causal: ¿del medio de información a la persona, o a la inversa? Algunas experimentaciones parecen indicar que, en general, esa relación se produce en los dos sentidos. Una serie de estudios efectuados en 2016 por la investigadora británica Lynda Boothroyd con vecinos de varios pueblos de Nicaragua puso de manifiesto que la difusión de modelos de cuerpos delgados en la prensa y la televisión ejercía una influencia inmediata y a largo plazo en las representaciones ideales que los telespectadores se hacían del cuerpo humano.

En realidad, las experiencias ficticias quizás no disten tanto de las experiencias reales como solemos creer. Aunque parezca un tanto extraño crear vínculos con personajes de ficción, este proceso y el proceso de trabar lazos de amistad con personas reales reflejan, según algunas teorías, nuestra capacidad para sacar partido de las experiencias de los demás y acercarnos a las personas que comparten nuestras mismas ideas. Al fin y al cabo, todos aprendemos a desenvolvernos en nuestro medio social observando a los demás y cooperando. Además, la industria del entretenimiento fomenta a fondo la implicación emotiva de los espectadores. Como afirma el antropólogo estadounidense John Caughey: "lo que sí resultaría extraño es que el público no se comportara de la misma manera" en un contexto real y en una situación ficticia.

Mitigación de los prejuicios

El fenómeno de identificación con los personajes puede redundar en beneficio de algunos grupos marginados. Un estudio de los investigadores Sohad Murrar y Markus Brauer ha permitido demostrar una disminución de los prejuicios sociales entre los espectadores estadounidenses no musulmanes que vieron una serie televisiva con personajes musulmanes "diferentes en los que pueden reconocerse". Esa disminución fue más notoria cuando se habían identificado con el protagonista principal. Asimismo, Bradley Bond, profesor adjunto de Comunicación en la Universidad de San Diego (California, EE.UU.), mostró también en un análisis publicado en 2020 que se daba una disminución de la homofobia entre los espectadores heterosexuales que tuvieron un "contacto parasocial" prolongado con los personajes de la serie británica Queer as Folk, que relata la historia de tres homosexuales de Mánchester y de su universo familiar y profesional. Esa disminución se pudo observar especialmente entre los que más prejuicios manifestaron al inicio del estudio. Cuando un telespectador se hace "amigo" de un personaje de la televisión, le resulta más fácil pensar que debe tratarlo con equidad. Además, el hecho de mostrar en las pantallas de televisión representaciones diversas y positivas del grupo social al que uno pertenece, puede tener repercusiones muy gratificantes

El apego a algunos programas televisados puede ensanchar nuestras perspectivas sociales. Para capear la pandemia de covid-19 me reconfortó mucho personalmente ver la saga romántica Outlander [Forastera], en la que una enfermera de la Segunda Guerra Mundial se ve retrotraída a la Escocia del siglo XVIII. Parece que fui una de las últimas personas en ver esta serie, ya que contaba desde mucho tiempo atrás con una multitud de fans que, en parte, eran lectores de las novelas de Diana Gabaldon en las que se basa Outlander. Algunos de esos admiradores han llegado a recaudar centenares de miles de dólares para las organizaciones caritativas apadrinadas por los actores de la serie, lo que demuestra el potencial de un programa televisivo para suscitar comportamientos sociales solidarios y el fuerte apego de los espectadores a los personajes o actores muy apreciados.

Nuestros hábitos mediáticos se entrelazan en el tejido de nuestros quehaceres diarios a diferentes niveles y con motivos variados. Los relatos de ficción y sus personajes pueden reflejar y ampliar el concepto que tenemos de nosotros mismos, contribuir a que nos acerquemos a los demás, y aportarnos lucidez y consuelo cuando los tiempos son difíciles. Pero también pueden generar el efecto contrario. En muchos aspectos, nuestra implicación personal en los relatos de ficción es tan compleja como la que nos involucra en las vivencias y relaciones de la vida real.

 

 

DARA GREENWOOD
Profesora adjunta de Filosofía del Vassar College, Nueva York, Estados Unidos

 

Publicado originalmente en EL CORREO DE LA UNESCO, 2021-3. Reproducido con autorización expresa de los editores.

Imagen de portada: adhocFOTOS/Pablo Vignali


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2022-11-24T19:01:00