La guerra rusa-ucraniana: un cruce trágico de mitologías compartidas – Perspectivas desde una película de 1938

Roberto Cyjon

A un mes de comenzada la invasión rusa a Ucrania, con un Occidente no involucrado militarmente en acciones bélicas en el terreno, lo cual ha dejado a los ucranianos luchando solos bajo el costo de sus propias pérdidas humanas, sumado a una encarnizada resistencia que a muchos pudo haber tomado por sorpresa, hoy es plausible hablar de una guerra rusa-ucraniana.

Contenido de la edición 24.03.2022

 

Abundan los comentarios de analistas políticos, muchos de ellos interesantes, serios y profundos a pesar de ser contrapuestos. Eso es lógico en un mundo, hoy día, decididamente multipolar compuesto por tres potencias -no "hegemónicas"[1]-: Estados Unidos, China y Rusia, más una cohorte de países centrales en sus regiones, y con poder de decisión. Léase: India, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Arabia Saudita- cuya empresa Aramco trepó a la cúspide de la riqueza mundial- Japón; entre otros actores periféricos de significativa dimensión (Turquía, Sudáfrica, Brasil) en diversas esferas de influencia.

Tampoco debería asombrarnos el superlativo rol actual de las mega empresas multinacionales: "no es un fenómeno novedoso, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, creada en 1602, fue clave en términos comerciales en el Sudeste Asiático y central, para la expansión imperial de los Países Bajos en esa región durante los siglos XVII y XVIII." (Colotta, 2021, p. 74).[2]

Entendemos que, en estos momentos y, probablemente, durante bastante tiempo más, sea cual sea el desenlace final de este conflicto, no quedará claro cómo se ordenarán las piezas de este nuevo rompecabezas mundial. La triste realidad actual es el drama de esta guerra cuyo final es impredecible, pero sus consecuencias humanitarias son trágicas.

 

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Nuestro aporte en esta nota refiere a la mitología, de hecho, compartida por ambos pueblos, si es que se pudiera hablar de "dos pueblos", que no es lo mismo que dos Estados nación. En todo caso, Rusia y Ucrania son Estados nación "multiculturales", con culturas compartidas en lo étnico, histórico-fundacional, religioso, idiomático, territorial, económico, entre otras consideraciones (Rudolf Nureyev en su exilio europeo, destacaba su orgullo de ser tártaro, no ruso). También en relaciones internacionales, "los individuos y las colectividades definen sus identidades estableciendo límites con los otros. Debe existir una conciencia del 'yo' frente al 'otro'." (Schiavon Uriegas, 2016, p. 410). Son esos límites identitarios, precisamente, los que amalgama la mitología compartida, pero que separan las estructuras políticas, y sobre todo en este crítico estado de guerra.

Basta mirar Wikipedia:

La Rus de Kiev fue una federación de tribus eslavas orientales desde finales del siglo IX hasta mediados del XIII, regida por la dinastía rúrika (...) La Rus de Kiev fue un Estado escandinavo.
Una élite militar procedente del Báltico impuso su dominio en las llanuras de Bielorrusia y Ucrania sobre amplias poblaciones de diferente extracción étnica, tribus ugro-finesas y, sobre todo, eslavos orientales.

Reitero, que solo apelé e hilvané algunos datos de Wikipedia:

Ruríkida fue la dinastía reinante en la Rus de Kiev desded 862 y en los principados sucesores de este: el Principado de Kiev, los de Hálych-Volynia  (desde 1199), Vladímir-Súzdal, Moscú (desde 1168), así como en el Zarato Ruso en sus primeros tiempos.

Estos datos, accesibles a todo quien comparta la curiosidad, no pretenden inferir, ni por asomo, argumentos políticos actuales, acerca de si Ucrania es independiente o Rusia la reclama como propia.  Ucrania es independiente desde 1922, según "un error de Lenin", explicación sostenida por el propio Putin, por más que le pese. Y por ello, se creyó con el poder de invadirla, actitud condenada y reprobada por la abrumadora mayoría de naciones. Lo que sí suponemos, es que su mitología es compartida. Y, además, fue utilizada en el correr del siglo XX por la Rusia estalinista, antes, durante y después del pacto Molotov-Ribbentrop, como propaganda por el cine soviético de época. En ese momento, sin otras tecnologías desarrolladas (ni la televisión, cuánto menos las redes sociales actuales), el cine era pieza fundamental en la formación de opinión pública.

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Ante lo expuesto, para el lector interesado, sugerimos mirar en YouTube, la película: Alexander Nevsky, de Sergei Eisenstein.

 

Y para quien decida verla les comparto un análisis de la misma, que pondría de manifiesto nuestro postulado, de asombrosas similitudes míticas, tanto para rusos como para ucranianos. Hoy día, los rusos son los agresores y los ucranianos los agredidos que se defienden. De eso no hay duda posible. Basados en la misma apología de Alexander Nevsky y el uso que el cine le dio a su histórica leyenda, creemos que rusos y ucranianos volcarían para sí sus méritos. Nosotros, los espectadores, podríamos, quizás, acercarnos un poco más, e intentar entender mejor sus mentalidades. El quién es quién según cada cual, quiénes son "los demás", y cómo se autorrepresentan.

Comentarios generales sobre Alexander Nevsky (1938) - Sergei Eisenstein

Hemos de incorporar al análisis propuesto algunos datos de la vida y época de Eisenstein, maestro de cine y modelo inspirador. "Cuando los aspirantes a cineastas aprenden el oficio estudian a Eisenstein. Al igual que con Chaplin, Griffith y Hitchcock, es un director sobre el que todo el mundo tiene algo que decir." (Bordwell, 1999, pp. 13-14).[3] Alexander Nevsky (1938) es la puesta en escena de una historia mitológica rusa medieval, retomada por Eisenstein y redimensionada a una narrativa utilitaria para un presente estalinista, cuya aprobación bien pudo amplificar su genialidad artística, o causarle la muerte.

Sergei Eisenstein (Letonia, 1898, Rusia-1948) hablaba francés, alemán e inglés, dibujaba caricaturas, le entusiasmaba el circo y tuvo un temprano acercamiento al teatro. Se involucró en el movimiento de protestas sociales y en 1918 se enroló al Ejército Rojo. "Eisenstein siguió dibujando, haciendo caricaturas y decorando los trenes de propaganda que surcaban el país. Asimismo, participó en algunas producciones teatrales en las ciudades en que estuvo destinado. Al final, se le encargó organizar representaciones y actos en el frente."  (Bordwell, 1999, pp. 22-23). Eisenstein no dudó de que los artistas debían trabajar a favor de objetivos políticos, producto de la atmósfera de extrema izquierda y un comunismo de guerra. A partir de 1926 comenzó un periplo de viajes que lo condujeron a Europa, Estados Unidos y México, pero "en noviembre de 1931, un telegrama de Stalin decía que se creía que Eisenstein era un 'desertor' que no pensaba volver a la Unión Soviética." Volvió a Rusia y se encontró con un nuevo ambiente. "Había empezado a surgir el culto a Stalin. Una nueva legislación castigaba con pena de muerte la 'conducta antisoviética'." (Bordwell, 1999, pp. 42-43). En 1934 comenzó una ola de terror político que alcanzó al mundo del arte. La mayoría de las destacadas figuras del cine tuvieron suerte, quizás, porque a Stalin le gustaba el cine y porque la industria contaba con poco personal bien preparado.

En dicho contexto escribió el guion de Alexander Nevsky. "El patriotismo es mi lema", anunció. Con el "perdón" de Stalin, Eisenstein se sumergió en el trabajo, con la ayuda de Pyotr Pavlenko en el guion, un líder "políticamente seguro". "El rodaje empezó en junio de 1938 y el montaje concluyó en noviembre, cinco meses antes de lo previsto." (Bordwell, 1999, p. 48). Con Nikolay Cherkasov (importante figura del Partido) como actor principal y música de Serguéi Prokófiev. Alexander Nevsky fue una de las producciones de más prestigio de la época. Eisenstein ahorró tiempo encomendando a su ayudante de dirección, Dmitri Vasilyev, el rodaje de varias escenas.

La película se distribuyó en setiembre de 1939 y tuvo gran éxito:

Obtuvo la Orden de Lenin (1939) y el premio Stalin (1941). Fue nombrado Doctor en Artes, director Artístico de Mosfilm, miembro del Consejo artístico del Comité de Asuntos Cinematográficos y miembro del Consejo Editorial de Iskusstvo Kino*. Se le encomendó la dirección del teatro Bolshoi, para la producción de Die Walküre de Wagner, un gesto de amistad germano-soviética. (Bordwell, 1999, p. 55).

(*Revista de cine publicada en Moscú).  Eran tiempos bélicos, complejos y contradictorios, de los cuales el ejemplo superlativo fue el Pacto Molotov-Ribbentrop. Como resultado de dicho pacto, la película se retiró de la distribución soviética. Volvería a distribuirse en 1941, cuando la invasión alemana a la URSS la convirtió de nuevo en una propaganda apropiada.

Análisis de la película

Poner como protagonista a un caudillo ruso, héroe militar y posteriormente santo beatificado, encajaba in totum con el mítico nacionalismo ruso, más el renovado enaltecimiento a la patria estalinista. La salvedad, para la cultura popular, fue la presentación "secular" de la Rusia soviética. Alexander funde su figura en "la patria", no en Dios. Solamente al final arenga que quien traicione a la patria "será como un Judas", sutileza del guion para satisfacer dicho condimento antisemita que la población, probablemente, tuviese inhibido por el régimen en aquel contexto.[4] Eisenstein supo incluir en el montaje el contenido de todo aquello que pudiera conmover y empatizar con el público de masas.

El guion, que en un principio se titulaba Rus (Rusia), trazaba un paralelismo entre los Caballeros Teutónicos del siglo XIII y la agresión alemana de la época. Al enemigo germano le cabía todo el peso "maligno" de la religión institucionalizada con el poder militar y la brutalidad guerrera. Presentó una versión de la historia, estilizada hasta el punto de incorporar en el vestuario un casco medieval para la infantería teutona de gran similitud con el casco nazi. Los rostros de los líderes de los Caballeros eran siniestros y diabólicos. "Configuraban el enemigo más peligroso y cruel para Rusia, más aún que los mongoles.", en palabras de Alexander. Argumento que Einsenstein justifica en las escenas del señor feudal jefe de la Orden Teutona, alzando por los pies a un bebé desnudo a vivo llanto, y lanzándolo a la hoguera para que lo imiten sus subordinados. Esas escenas, que demonizaban al enemigo, supuestamente pertenecientes o adaptadas de la leyenda, habrían de estremecer a los espectadores. "El cine, primero simple reproducción de lo real, poco a poco se fue convirtiendo en lenguaje." Eisenstein es uno de los principales referentes, mediante "el descubrimiento progresivo de procedimientos fílmicos de expresión cada vez más elaborados." (Martin, 2002, p. 20).[5] En tal sentido, Eisenstein imprimió un sello propio al convertir dicho montaje en un medio de comunicación y propaganda. Esos asesinatos atroces resultaron ser premonitorios en los años venideros, con el Holocausto. Las encarnizadas batallas rememoradas en Alexander Nevsky bajo un manto de ficción, se tornaron realidad, con un precio de decenas de millones de víctimas para el pueblo ruso.

El cine como medio cultural alcanzó un poder extraordinario en dicha película. Los personajes y los acontecimientos del montaje lograron dirigirse directamente a los sentidos del público. Eisenstein completó todo el repertorio identitario y emocional necesario, de modo tal que nadie pudiese quedar indiferente. En su historia se agregan vínculos amorosos de un romance en tiempo de guerra, el que la bella Olga dirimiría en función del heroísmo de sus pretendientes. El feriante del pueblo aportaba humor con su lenguaje y refranes de la sabiduría popular, en formato teatral, entendibles y familiares. Más aún, llegó a regalar su mercadería compuesta de espadas y demás elementos para la batalla. Todo bien sería de todos y por todos, por la gran Rusia asediada. Se incorporó a la mujer a la gesta heroica, acompañando a los varones al campo de batalla. Realidad también confirmada, al poco tiempo, en el sitio a Stalingrado.

Las charlas junto al fogón rememoraban vulgaridades entre esa tropa popular: la liebre que atraparía al zorro y se lo violaría debió agradar al público menos refinado. La madre-matrona rusa que le recrimina al hijo no haber sido el más valiente y haberse casado con Olga, la bonita, acepta, igualmente satisfecha, que despose a la valiente heroína guerrera.

La originalidad de Eisenstein se evidenció en su fortaleza figurativa, capaz de resucitar un pasado ruso legendario actualizado en el presente, como catalizador de un espíritu patriótico que el pueblo debería asumir, más allá de la imposición tiránica estalinista. El enemigo sería, efectivamente, muy poderoso y agresivo. No obstante, Alexander es un héroe pacífico, ansía ser pescador, negocia con el ocupante mongol, pero es un líder perspicaz, consciente de su jerarquía de príncipe y salvador reconocido de Rusia durante la anterior invasión sueca.

La música de Prokófiev acompañaba diversas escenas, integrada por coros entonando verdaderos "himnos" nacionales, enardeciendo con su poesía heroica la intensidad de la gesta que habría de librarse. También a las del pueblo enardecido por las arengas de los líderes locales, dudosos al principio, pero decididos al final a convocar al gran guerrero a dirigirlos durante las batallas por venir. Esas instancias se resolvían en "asambleas populares". Los primeros planos adquirían una energía mágica mientras la música reforzaba el poder de penetración de las imágenes. Aun en los escenarios naturales que se debían recorrer sin personajes en el cuadro, la música fluía como un viento impulsor. Desde el análisis de la actitud estética, suscribimos:

La imagen reproduce lo real, afecta nuestros sentimientos, y toma un significado ideológico y moral (...) Este esquema corresponde al papel de la imagen tal como lo ha definido Eisenstein, para que esta nos conduzca al sentimiento, al movimiento afectivo, y este a la idea. (Martin, 2002, p. 34).

En lo referente a los distintos tipos de planos, la película logra con maestría demostrar la intranquilidad de los infantes rusos mientras la caballería teutona avanza con decisión infranqueable desde el horizonte. La cámara ayuda, incluso, a visualizar el movimiento de cabalgata de dichos jinetes germanos implacables, de rostros cubiertos con férreos yelmos. Eisenstein, un hombre también de teatro, realza la diferencia del montaje cinematográfico. Un decorado teatral solo puede complementar la cara de tamaño natural de un actor. Eisenstein maneja, permanentemente, la posibilidad de alejar o acercar su rostro al primer plano. Lo mismo logra, magistralmente, con las escenas multitudinarias de soldados que llenan por completo el cuadro con ritmo frenético durante el combate, catalizado por la música de fondo. Sus decorados son realistas, pero también impresionistas, "elegidos con arreglo a la dominante psicológica de la acción." (Martin, 2002, p. 70).

Es fantástico el efecto de verosimilitud alcanzado con la caída mortal del ejército teutón al lago helado, cuando el hielo se derrite y resquebraja por el peso de sus armaduras. Estaba previsto en la estrategia militar de Alexander. El ritmo del cuadro es lento, perturbador, uno a uno los soldados se van ahogando y se escucha, incluso, el ruido de las burbujas.

En síntesis, Einsenstein no se excedió con los monólogos, recitados teatrales, escenas dramáticas o de alta tragedia, sumados al humor, alegría por bodas, brindis colectivos de regocijo por el triunfo y una música subsidiaria en cada caso, por simple imposición ideológica. Fue su máxima expresión artística al servicio de la ideología. (Thevenet, 2013).[6]

Como conclusión final, citamos:

Con la más ajustada belleza fotográfica, la síntesis de hechos históricos parece responder a la idea central del realizador para obtener un frecuente tono épico, la grandeza del gesto, del ademán, del discurso. (...) Para Eisenstein es la ocasión de [estilizar] su material en una manera de gran teatro, y dentro de un plan orgánico y deliberado. (Thevenet, 2013, p. 30).


[1] "Por hegemónicas se entienden tres características: superioridad material sobre los demás, gozar de un consenso que los legitime, y promover normas dirigidas a establecer un orden mundial favorable en las relaciones internacionales." (Schiavon Uriegas, J, et. al., [Ed.] (2016). Teorías de relaciones internacionales en el siglo XXI. Capítulo: Constructivismo. (pp. 403-420, p. 408). México: CIDE.

[2] Colotta, M., Degiorgis, P., Lascano y Vedia, J., Rodríguez, Á. [Comp.]. (2021). Manual de relaciones internacionales. Capítulo 2: El Estado como actor internacional: elementos, características y desafíos en la era de la globalización. (pp. 55-81). Buenos Aires: Teseo.

[3] Bordwell, D. (1999). El cine de Eisenstein: teoría y práctica. Barcelona: Paidos.

[4] El asesinato masivo en Babi Yar -Ucrania- en 1941, fue fundamentalmente, contra judíos, cometido por los alemanes en connivencia con los ucranianos de la Unión Soviética. La luctuosa matanza fue manipulada por el liderazgo estalinista, como una masacre de "rusos" a manos de los nazis. Tema vigente en la actual guerra, renovado por el bombardeo ruso al Memorial de Babi Yar el 1 de marzo de 2022.

[5] Martin, M. (2002). El lenguaje del cine. Barcelona: Gedisa.

[6] Thevenet, Homero A. (2013). Algo sobre cine-I: crónicas cinematográficas 1937-2005. Montevideo: Irrupciones grupo editor.

 

ROBERTO CYJON

Ingeniero, magíster en Historia Política,

expresidente del Comité Central Israelita del Uruguay

 

Imagen de portada: fotograma de la película Alexander Nevsky

 

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2022-03-24T13:37:00