La promesa
Ana Falco
Contenido de la edición 05.06.2025
El jueves 20 de marzo se presentó el libro "Historias descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.
A continuación, el relato de Ana Falco (y la foto que lo acompaña).
La promesa
Ana (1937)
Desde pequeña mi pelo fue un motivo de preocupación, en el sentido de que ponía mucha atención en que estuviera aceptable a mis ojos. Para ello lo cuidaba, le dedicaba tiempo y utilizaba accesorios como broches o gorritos que me gustaban mucho.
De color tirando a pelirroja y con tendencia al erizado, mi pelo no pasaba desapercibido. Recuerdo un chico, vecino del barrio, que me hacía poner furiosa cuando me decía «pelo con tuco»: ¡me daba mucha rabia!
También recuerdo cuando iba a catequesis los sábados, siendo niña. Para promover la asistencia, cada sábado rifaban algún objeto que exponían previamente. Entre ellos había uno que lo venía ojeando desde hacía varios sábados: era un gorrito de fieltro, tipo casquete. Llegado el día del sorteo hice tanta fuerza con mis ganas que el azar estuvo de mi lado, y ese sábado salí con el casquete puesto. Me quedaba divino.
De joven continué poniendo atención en mi pelo. Podía suspender lo que fuera si no lograba acomodarlo de manera que quedara agradable a mis ojos. Recuerdo un viaje al exterior por motivos laborales para el que llevé en la maleta los ruleros. Llegué a suspender una actividad importante por no tener el pelo como me gustaba.
Al igual que yo, mi madre también cuidaba mucho de su pelo. Tenía una hermosa cabellera y le gustaba cambiar de color y de peinados.
Llegó un día en que tuve un diagnóstico oncológico complicado. Luego de varios estudios y posibilidades de tratamiento, mi madre me dijo que si me curaba ella no se teñiría más su pelo. En ese momento no dimensioné el sacrificio que estaba haciendo. Me curé y pasaron muchos años y ella sobrellevó su pelo canoso.
Hoy, que no soporto las canas, me doy cuenta de la renuncia que tuvo que hacer mi madre por cumplir su promesa.
Imagen de portada: Cristina Lampariello