Las casillas débiles del ajedrez uruguayo

Juan Manuel Romero

La paradójica desventura del ajedrez uruguayo: todos juegan su propia partida

Contenido de la edición 01.04.2024

 

El panorama del ajedrez en nuestro país se ve marcado por numerosas discrepancias ideológicas, resultando en una fuerte separación entre los sectores de mayor relevancia dentro del ámbito. Es natural que existan divergencias políticas entre los sectores más destacados de un determinado deporte. No obstante, el ajedrez uruguayo es un ambiente muy pequeño, poco respaldado, y que depende exclusivamente de sí mismo para prosperar.

En estas circunstancias, resulta sumamente perjudicial para la funcionalidad del deporte que los sectores relevantes que lo dirigen se vean constantemente en conflicto.

Para clarificar la situación, es interesante reflexionar sobre cómo la individualidad inherente al juego (que se basa completamente en el mérito individual) ha sido trasladada, en cierto modo, al plano metaajedrecístico, aquel que, en última instancia, es el que determina el plano ajedrecístico. De manera análoga, es como si todos estuvieran jugando su propia partida, con sus propias piezas y su estrategia específica.

¿Esto beneficia al ajedrez uruguayo?

La respuesta intuitiva se impone; no hay razones para creer que tanta división, conflictos e individualismo en un entorno tan reducido, contribuyan a su desarrollo.

El ajedrez uruguayo, desdichadamente, atraviesa la era de "los bandos", resultando en una marcada diversificación en el ambiente, donde, como consecuencia, se ha perdido la dirección clara a seguir. La negativa connotación de la palabra "bandos" es desafortunadamente exacta, puesto que dicha diversificación es de carácter destructivo, infundado y correspondiente a una infame búsqueda del beneficio individual o institucional.

Aunque la FUA (Federación Uruguaya de Ajedrez) tiene autoridad, es innegable que existen muchas otras organizaciones, clubes, e incluso jugadores, que, a pesar de estar en desacuerdo con ciertas políticas de la FUA, tienen una importancia fundamental en el ajedrez uruguayo. Si cada uno de estos sectores sigue un sendero distinto y, por ende, llega a un destino diferente, ¿hacia dónde nos dirigimos colectivamente?

Aquellos jugadores que no están vinculados de ninguna forma con el aspecto político y organizativo del ajedrez uruguayo se enfrentarán a una realidad indeseable: la federación sigue un camino, su club otro, y sus amigos ajedrecistas otro. Entonces, quizás deban encarar una pregunta para la que no estén preparados: "¿hacia dónde debo dirigirme?"

Sin embargo, tarde o temprano, los clubes, organizaciones y autoridades claves, terminan haciendo frente a la misma incógnita: "¿hacia dónde debemos dirigirnos?"

Podríamos decir: por más poderosa e influyente que sea la dama, ¿puede ganar la partida sola? ¿Lograríamos vencer el juego si todas las piezas actúan bajo su control y conforme a sus intereses?

En un contexto donde es crucial tener clara nuestra dirección, para medir con certeza nuestro avance en el camino, para diseñar nuestro plan y estrategia, es esencial comprender que, si seguimos diferentes caminos y distintas estrategias, un peón, un caballo y una dama terminan teniendo exactamente el mismo valor.

 

La pieza más importante y ¿la que menos movilidad tiene?

La pieza clave, en cualquier panorama ajedrecístico son los jóvenes, aquellos quienes tomarán las riendas en un futuro no tan lejano y que, invariablemente, están inmersos en un contexto particular, que les influye y, en cierta medida, los determina.

La natural reflexión no parece tan lejana: tanta separación y conflictos ponen en riesgo el desarrollo natural de los jóvenes ajedrecistas de nuestro país. En mi experiencia como juvenil (participando activamente de campeonatos juveniles y de categorías) he notado una clara separación (evidentemente arraigada a la coyuntura del ajedrez uruguayo) entre juveniles de clubes distintos. No es exactamente tensión, es algo incluso más grave: indiferencia.

Los juveniles, posiblemente influenciados por las políticas de sus clubes, no buscan activamente el contacto con jugadores de otros clubes. No es que lo repudien, simplemente no lo intentan. Se limitan a relacionarse con los juveniles de su entorno, de su club o de su profesor. Por supuesto que idealmente esto no es deseable, ya que, en tanto más juveniles se relacionen entre sí, más enriquecido se va a ver su ajedrez y su noción panorámica del entorno. Noción que permite objetividad, pero, además, autonomía. El ajedrez requiere de estudio, técnica, talento, pero, también, de una trabajada subjetividad.

El primer paso entonces, para progresar en el ajedrez juvenil, no es simplemente financiar torneos, generar actividades o crear oportunidades. Si bien estos elementos contribuyen al desarrollo de los jóvenes ajedrecistas, la prioridad debe radicar en unir a los juveniles, para lograr que se nutran de sí mismos y prosperen en conjunto.

En primera instancia debemos entender que las situaciones particulares, como la heterogeneidad del panorama juvenil, se está explicando por las consecuencias de la situación general: un ambiente poco unido en donde hemos perdido la noción de un objetivo claro y constructivo. Además, dicha división e indiferencia, junto a la política inculcada por los clubes, podría ocasionar que, en el futuro, al asumir roles importantes, los jóvenes arrastren esta separación, dificultando la colaboración para resolver los problemas del ajedrez uruguayo.

Es vital considerar que los jóvenes de hoy serán los líderes del mañana y evitar arrastrar divisiones que obstaculicen una gestión efectiva y colaborativa.

Se dan numerosos casos en los cuales personas relevantes dentro del ajedrez uruguayo, que antes fueron juveniles, se enfrascan en conflictos innecesarios con otros exjuveniles, entorpeciendo el avance y desviándose de objetivos claros. ¿No es tiempo de empezar a preocuparnos por esto?

 

¿Un rey o un peón con corona?

Durante este año se han realizado tres torneos importantes en el ajedrez uruguayo. Y en todos ellos han surgidos conflictos entre la organización del evento y clubes independientes, sectores de relevancia e incluso jugadores.

El primer torneo fue el VII Abierto de Montevideo "Copa Marcel Duchamp", llevado a cabo en las salas de la Intendencia de Montevideo y contando con la participación de jugadores de talla internacional como Georg Meier, un jugador de origen alemán que recientemente ha cambiado su bandera por la uruguaya, convirtiéndose así en el uruguayo con mayor ELO en el país. Cabe mencionar que este torneo es independiente de la Federación Uruguaya de Ajedrez y su organización está a cargo de la Organización Duchamp Internacional, conformada por figuras clave en nuestro ajedrez, como la AI Sabrina de San Vicente y el IM Bernardo Roselli, también expresidente de la Federación.

Durante este torneo surgió un intenso conflicto -que abarca un segundo torneo- entre la organización del torneo Duchamp y la FUA, provocado por la coincidencia de fechas entre la copa Duchamp y la semifinal del campeonato uruguayo de ajedrez. Esta situación llevó a que muchos jugadores se viesen en la disyuntiva de asistir a la ronda final del Duchamp o a la primera ronda de la semifinal, ya que ambos eventos coincidían en el mismo día.

Y surgió una solución polémica: se exhibieron en la sala de la Intendencia imágenes que mostraban chats privados, con el objetivo de "demostrar" que la organización Duchamp había tomado las decisiones con precaución y con antelación. En estas conversaciones, el protagonista era el MI Bernardo Roselli, quien hizo públicos sus intercambios con figuras relevantes, como el presidente de la Federación Uruguaya de Ajedrez, Carlos Milans. Esta acción pronto se convirtió en el tema de conversación del torneo, generando más burlas que credibilidad.

En la final del campeonato uruguayo absoluto, torneo recientemente finalizado, se dio una tercera situación en la cual nuevamente el MI Bernardo Roselli (que no participa en el torneo) se vio envuelto en una discusión con otros participantes, alterando el curso normal del torneo y generando un nuevo conflicto que dejó más lamentos que risas. Es curioso, desde una posición escéptica, pensar que un expresidente (que ya no ejerce un poder significativo en el ajedrez uruguayo) haya sido más protagonista de los últimos torneos que los propios jugadores.

Al analizar estas desfavorables situaciones, es inevitable caer en ciertas interrogantes:

¿Es un indicador de que las cosas no van por buen camino? ¿Es adecuado que el expresidente de la federación comparta fotocopias de chats con las figuras más importantes del ajedrez uruguayo?  ¿Le hace bien a aquellos quienes desean encaminarse en el ajedrez?

Mi intención no es en absoluto una tentativa de confrontación, de hecho pienso que el ajedrez uruguayo necesita vivir menos de la polémica y más del ajedrez; sin embargo, no puedo evitar cuestionar la pertinencia de una incesante búsqueda de protagonismo, en un momento donde precisamos construir nuestras miradas desde una posición totalmente diferente.

 

¿Apelación a las ciencias biológicas o un profundo machismo?

A su vez, es fundamental abordar la situación de las mujeres en el ajedrez, que lamentablemente enfrentan constantes minimizaciones y acosos. Resulta especialmente desalentador cuando se organizan debates para analizar la brecha de género en este deporte y, sorprendentemente, muchos caen en el error de atribuir factores biológicos a la desigualdad presente en el ajedrez. Esta atribución es refutada en el artículo de Wei Ji Ma, Maestro FIDE y profesor de neurociencia y psicología, publicado en ChessBase bajo el título ¿Brecha de género en el ajedrez? (artículo que recomiendo enfáticamente leer con detenimiento), donde señala que no hay datos sugiriendo que las mejores ajedrecistas del mundo tengan un rendimiento inferior debido a la proporción de jugadores hombres y mujeres en el deporte.

De hecho, considerando las injusticias y sesgos sistemáticos a los que se han enfrentado, es probable que estas ajedrecistas estén superando las expectativas. El error común es obviar por completo el aspecto social del juego, que influye de manera significativa en el desempeño de las jugadoras. Aunque el ajedrez sea un juego mental basado en la reflexión, está inevitablemente vinculado a los factores sociales que lo rodean.

El machismo, como un elemento arraigado a la sociedad actual, afecta a los ajedrecistas y al entorno ajedrecístico, que naturalmente está intrínsecamente relacionado con la sociedad que habitamos. Lamentablemente, parece que este factor no cambiará a menos que los ajedrecistas reflexionen sobre el tema fuera del ámbito ajedrecístico, aunque no todos lleguen a las mejores conclusiones.

 

No hace falta mucho; solo es necesario ver dos jugadas adelante

Luego de analizar detenidamente, he llegado a dos conclusiones.

La primera se fundamenta en la posible influencia de las próximas elecciones internas del ajedrez uruguayo, que tendrán lugar este año. Dichas elecciones determinarán los organismos que conformarán la Federación Uruguaya de Ajedrez. Es posible que exista una intención de mostrar fortaleza de cara a estas elecciones, aunque paradójicamente, parece transmitir todo lo contrario. Lamentablemente, se percibe una falta de enfoque de las autoridades del ajedrez uruguayo en aspectos a largo plazo, centrándose más en metas inmediatas en lugar de abordar las necesidades fundamentales del ajedrez en Uruguay: una visión a futuro en la que todos podamos avanzar juntos.

La segunda conclusión, un tanto desalentadora, refiere a la carencia de liderazgo y organización que suelen demostrar los ajedrecistas de alto nivel. Es imperativo contar con profesionales especializados en aspectos organizativos y administrativos, y no únicamente con excelentes jugadores de ajedrez que, desempeñándose brillantemente dentro de los escaques, no parecen hacerlo fuera de ellos. Es vital comprender que ser un excelente ajedrecista no garantiza la capacidad para liderar el ajedrez uruguayo. La mentalidad empleada en las partidas, generalmente individualista, no necesariamente es la apropiada para la gestión y dirección de esta disciplina, que demanda un enfoque colectivo y responsable. Es esencial que todas las piezas de la partida tengan cierta armonía, compartan una visión común y persigan la victoria colectiva en lugar de intereses individuales.

El ajedrez es un juego tanto individual como colectivo; individual dentro del tablero de 64 casillas, pero fuera de los escaques y los trebejos, sumamente colectivo.

 

JUAN MANUEL ROMERO

Estudiante. Ajedrecista.

 

Imagen de portada: CONTRATAPA/Daniel Feldman


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2024-04-01T14:29:00