Las culturas animales y la comunicación, una primera aproximación

Gabriel Francescoli

Decíamos anteriormente que en la comunicación humana, y especialmente en ciertos ámbitos como la reproducción, las culturas influyen sobre los mensajes y las interpretaciones que de ellos se hace. 

Contenido de la edición 18.03.2021

 

Decíamos anteriormente que en la comunicación humana, y especialmente en ciertos ámbitos como la reproducción, las culturas influyen sobre los mensajes y las interpretaciones que de ellos se hace, modificando en parte lo estrictamente biológico "animal" (por decirlo así), pero que sin embargo muchas de esas tendencias a responder a señales "ancestrales" se mantienen directamente o en forma modificada culturalmente.

También decíamos que la cultura no es patrimonio exclusivo de los humanos, al menos desde un punto de vista etológico.

Hablemos un poco, entonces, de las culturas animales.

Para empezar, el hecho de que los animales poseen ciertos niveles de "cultura" no es muy discutido actualmente, aunque su mayor o menor aceptación depende de cómo se defina el término cultura.

Si por él entendemos, como durante mucho tiempo sostuvieron (y aún sostienen en algunos casos) los antropólogos, "todo aquello producto de la actividad humana", obvimente ningún otro animal poseería cultura, y eso es por definición.

Si, como sostienen muchos biólogos evolucionistas, podemos definir como cultura a "todos los comportamientos que pasan de generación en generación, o entre individuos, por medio de herencia no genética", podemos comprender que muchas especies animales tienen "culturas", o para dejar de lado una posible controversia, "protoculturas".

Esas culturas animales pasan por varios tipos de comportamientos que generalmente son aprendidos o captados por los miembros de determinados grupos (poblaciones, grupos etarios, sexuales, etc.) a través del contacto y la interacción con otros individuos, y que se mantienen a lo largo del tiempo (se "heredan") en esos grupos.

Ejemplos hay varios, y cada día que pasa aumentan, a medida que los estudios de diferentes especies avanzan en diferentes zonas del mundo.

Un ejemplo clásico se observó en ciertos monos  macacos que vivían en libertad en una isla de Japón, y que eran permanentemente monitoreados por científicos. Al crecer la población, en ciertas épocas del año la comida que podían conseguir naturalmente era insuficiente y su dieta era complementada por alimentos que les eran proporcionados a los animales, dejándoselas en ciertos lugares. En una ocasión, los científicos hicieron una observación durante una instancia de alimentación de un grupo de estos monos en una de las playas de la isla. Se les proporcionaba grano, vertiéndolo desde grandes bolsas sobre la arena para dejarlo a disposición de los animales. A ellos esto les creaba un problema, porque al recoger el grano también recogían mucha arena, lo que les dificultaba la ingestión del alimento o les hacía muy costoso en tiempo separar el grano de la arena. Eso ocurrió hasta que en una oportunidad los científicos observaron que una hembra joven del grupo tomó un puñado de arena y grano, se acercó a la costa, se metió en el agua y soltó alli el contenido de su puño. El efecto fue que inmediatament la arena cayó hacia el fondo, pero los granos flotaron, facilitando la tarea de esa hembra de recogerlos y aimentarse de ellos.

Los otros individuos del grupo, primero los más jóvenes, de edad cercana a la "inventora", y luego sus contactos sociales de otras edades, fueron incorporando esta técnica por imitación, hasta que se generalizó y el grupo la adoptó como una técnica "standard" de alimentación.

Esta innovación presentaba la ventaja adicional de que el grano, al ser separado en agua salada, se salaba y modificaba su sabor así como su aporte en sustancias nutritivas. De esta manera se estableció esta "cultura" en este grupo, uno de los varios de la isla, que era el único que poseía la técnica. Obviamente existen muchísimos ejemplos más, pero para muestra basta "un botón".

Ahora bien, las "culturas" en animales no se limitan solamente a este tipo de actividades, sino que a veces influyen también en la comunicación entre individuos de un mismo grupo.

En ciertas especies de pájaros cantores, se da el hecho de que los individuos aprenden el canto de la especie imitando a sus mayores. En general este aprendizaje se da en las primeras etapas de su vida, cuando están en el nido, y luego al llegar al estado adulto y desarrollarse sexualmente comienzan a "practicar" ese canto que aprendieron hasta que lo reproducen exactamente. Muchas veces, sin embargo, ocurre que hay errores de copiado y eso introduce variantes en los cantos, que pueden llevar a que en una determinada zona las aves de esa especie canten cantos idénticos entre sí y dentro de los parámetros del canto que identifica a la especie, pero diferentes de los que cantan otros individuos en otras poblaciones de la especie, separadas (micro)geográficamente.

Este fenómeno ocasiona un cambio "cultural" (ya que el canto, en estos casos, no es heredado sino aprendido, y pasado por aprendizaje de generación en generación, lo que se corresponde con nuestra "definición" e cultura) y origina lo que en etología conocemos como "dialectos" o "variantes locales", que se perpetúan más o menos inmutablemente, dependiendo de esos "errores" en la transmisión intergeneracional.

Estos casos son muy interesantes, bastante numerosos y bien documentados, y apuntan al conocimiento de algunos de los mecanismos que introducen variabilidad y, a la vez, unicidad en los sistemas de comunicación animal. Probablemente volveremos sobre esto en una próxima nota.

GABRIEL FRANCESCOLI

Doctor en Biología, encargado de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias

 

(Las opiniones vertidas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la que se desempeña)

 

Imagen de portada: adhocFOTOS/Nicolás Celaya

 

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2021-03-18T00:01:00