Las otras prohibiciones de la yerba mate

Alejandro Giménez Rodríguez

El reciente estreno cinematográfico de "Mateína", una comedia ambientada en el Uruguay del año 2045, en el que la yerba mate está prohibida, dispara la pregunta de si alguna vez a lo largo de la historia de la región platense se planteó una situación similar. 

Contenido de la edición 12.04.2022

 

La "Ilex paraguariensis", nombre científico de la planta, tiene su origen en tierras guaraníes, en tiempos prehispánicos. Una vez acontecida la colonización española, el mate fue alimento diario para las tropas, al tiempo que "regalo" para asegurar la paz con "indios infieles", como los charrúas, minuanes y otros al norte del Río Negro.

Combate frontal al mate en el período colonial

La costumbre de la infusión fue adoptada por los europeos, pero fue un criollo, el célebre Hernando Arias de Saavedra, gobernador de Asunción e introductor de la ganadería en el Uruguay en 1611 y 1617, el que emprendió una guerra sin cuartel a este hábito. A fines del siglo XVI el consumo de yerba mate en Paraguay era excesivo, llegando en algunos casos a un kilogramo por persona por día.

Hernandarias habla por esos años del "pernicioso uso de la yerba mate, que tan caro os costará en los siglos futuros", visualizando esa imagen de viciosos y haraganes que tenían por entonces los consumidores. En virtud de esto, en 1596 estableció una multa de $ 10 y 15 días de arresto para quienes fueran sorprendidos "mateando".

En medio de una verdadera campaña de persecución de los vicios del alcohol y la yerba mate, el citado gobernante manda quemar toneladas de esta en las plazas de los pueblos, aunque no faltó algún caso en que primó la máxima de "se acata, pero no se cumple", tan tradicional del orden colonial hispánico, por lo que esa costumbre se siguió afirmando.

Otros que no la veían con buenos ojos fueron los sacerdotes, como el padre Torre, que manifestó su preocupación, ya que "estorba la misa, porque los fieles salen a orinar en medio de ese culto". En 1634 comienza a flexibilizarse el comercio y consumo de la yerba mate. Ese año se aprobó fomentar su exportación y la autorización para consumirla por parte de los habitantes de Asunción.

En 1724 da inicio el proceso fundacional de Montevideo, y en noviembre de 1726 el gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, que concretó el poblamiento de nuestra bahía, ordena para los nuevos pobladores provenientes de las Islas Canarias que reciban galleta, tabaco, sal, ají, carne y yerba mate. El escritor y monje benedictino francés don Pernetty, en su pasaje en 1763 por Montevideo de camino a las Islas Malvinas, muestra su asombro porque en el Plata veía tomar mate "mañana, tarde y noche".

Rivera en la campaña compartiendo el mate, en esta clásica imagen, obra de Juan Manuel Besnes e Irigoyen

Es que en la futura capital uruguaya ese hábito ya era parte de la vida y costumbres de sus habitantes. Y en la posindependencia ingresará hasta en los hogares pudientes de la ciudad, en donde prevalecía la cerámica y la plata como material preferido de los mates, manteniéndose en los sectores más bajos el clásico porongo como recipiente más usado.

El poder médico plantea un nuevo cuestionamiento

"Cielito, cielo que sí/ guárdense su chocolate, aquí somos indios puros/ y solo tomamos mate"

"Tengo rancho y tengo pingo/ mate y yerba pa´tomar/ solo me falta una china/ que me quiera acompañar"

Hasta en las veladas bailables de Montevideo el mate estaba presente, como en los textos de Bartolomé Hidalgo, nuestro primer poeta gauchesco, y hasta en las relaciones del pericón.

Pero algo cambiaría en la segunda mitad del siglo XIX. Las epidemias de cólera y fiebre amarilla fortalecerían el poder médico, de acuerdo a los estudios del historiador José Pedro Barrán. Y los hospitales van a reforzar su calidad de centros de salud y no de muerte, como había sido en la primera mitad de esa centuria.

A principios del siglo XX el mate es contraindicado por los médicos, ya que "la saliva portaba gérmenes trasmisibles a través del pico de la bombilla", al decir de Javier Ricca desde su  investigación sobre el tema. Se recomendaba no compartir el mate, para prevenir infecciones dentarias, afecciones pulmonares y bronquiales, tuberculosis y sífilis.

Algunos sectores de alta sociedad lo empezaron a ver como poco elegante y ordinario, aunque la gran mayoría lo siguió consumiendo. Es que ya se había convertido en una tradición y seña identitaria de los uruguayos.

Del desagravio al mate del Papa

La llegada a nuestras costas de Ernesto "Che" Guevara- entonces ministro del gobierno revolucionario cubano - para participar de la conferencia de las Organización de Estados Americanos (OEA) en Punta del Este en 1963, ocasionó el encuentro entre el guerrillero argentino y Eduardo Víctor Haedo, ex consejero nacional de gobierno, cuerpo que presidió entre 1961 y 62, acontecido en la residencia de este último en Punta del Este, conocida como "La Azotea".

El suceso, hoy considerado histórico, dejó la imagen del dirigente nacionalista y el ministro de un gobierno comunista compartiendo un mate, en  innegable señal de tolerancia entre dos hombres muy distantes ideológicamente, en unos años ´60 con un mundo en plena tensión por los conflictos de Guerra Fría.

Benito Nardone, dirigente ruralista que también había integrado y presidido el Ejecutivo colegiado que tenía entonces nuestro país, criticó que un comunista tomara mate, por lo que propone un acto de desagravio a esa infusión. "Chicotazo" no tuvo en cuenta que el "Che" había nacido en un yerbal en Misiones en 1928, que explotaban sus padres. El episodio no tuvo mayores consecuencias.

Se trata de un símbolo de unión entre dos naciones "materas" por excelencia, como Uruguay y Argentina, pero la zona de influencia de esta tradición comprende también Paraguay, sur del Brasil, Bolivia y Chile.

Y no podemos dejar de mencionar entonces lo sucedido en febrero de 2014, en ocasión de la visita del plantel de fútbol del club italiano Parma al Papa Francisco en el Vaticano.

Imagen de archivo

Integraba el plantel del equipo italiano Walter Gargano, mundialista celeste y actual jugador de Peñarol, que ingresó a la sala a saludar a su santidad con termo y mate. En el momento del encuentro, la exclamación del papa argentino no se hizo esperar: "Solo un uruguayo es capaz de hacer eso".

Francisco fue convidado por el centrocampista oriental, que lo elogió diciendo "usted sabe tomar mate, porque tomó toda el agua", aludiendo al infaltable "ruidito" final de la bombilla en ese acto. La escena dio la vuelta al mundo, en tiempos en que el francés Antoine Griezmann sorprendía al llegar a los partidos del Atlético de Madrid con los implementos como para apurar un "amargo", en un hábito que había adquirido en su pasaje por la Real Sociedad, en donde había sido compañero del uruguayo Carlos Bueno, y dirigido por el también compatriota Martín Lasarte.

 

La pandemia del covid - 19 provocó que, por razones sanitarias, se interrumpiera el ritual del mate compartido. En la medida que la situación en el mundo y la región va mejorando, no tardará en recuperarse una práctica que nos une y nos identifica, desde tiempos coloniales.

 

ALEJANDRO GIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Historiador, docente, comunicador,

asesor en la Dirección Nacional de Cultura del MEC

 

Imagen de portada: Haedo y el Che compartiendo un mate (Foto de archivo)


Archivo
2022-04-12T17:14:00