Los modos conceptuales de la cotidianidad

Horacio Bernardo

Nacido en 1976 en Montevideo, licenciado en Filosofía por la Universidad de la República y magister en Filosofía Contemporánea por la Universidad de Barcelona. Escritor, conferencista, docente de filosofía en la Facultad de Información y Comunicación (FIC), Horacio Bernardo presentó en la Feria Internacional del Libro su nueva obra: "La inquietud y el sentido - Filosofía y vida cotidiana".

Contenido de la edición 04.11.2021

 

Horacio Bernardo regularmente brinda conferencias y cursos en Uruguay y en el extranjero. En 2013 obtuvo el premio "Pensamiento de América Leopoldo Zea", el máximo galardón en América sobre el tema "Historia de las ideas", otorgado por la OEA. Ese mismo año obtuvo también el Premio Anual de Literatura que otorga el MEC, en la categoría Ensayo de Filosofía, Lingüística y Educación. Es coautor, junto a Lía Berisso, del libro Introducción al pensamiento uruguayo. Fue guionista para medios de comunicaciones y regularmente realiza columnas sobre temas filosóficos. Colaborador de CONTRATAPA, actualmente es coordinador del Plan Educativo - Cultural del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública. En 2015 y 2016 ofreció en el auditorio Carlos Vaz Ferreira, de la Biblioteca Nacional, con gran convocatoria de público, la serie de conferencias Filosofía y Vida Cotidiana, y Búsquedas filosóficas en la vida cotidiana. Nos pareció interesante reproducir el diálogo (*) mantenido hace ya más de dos años, cuando recién estaba esbozado el primer capítulo del libro que hoy ya está a disposición de los lectores.

 

Vamos a conversar a partir de tu ensayo titulado Los modos conceptuales de la cotidianidad. En el comienzo afirmás que todo el trabajo está destinado a responder una única pregunta: "¿De qué forma es posible pensar la cotidianidad? Pero antes de eso, ¿qué entendemos por cotidianidad? Un concepto que usamos con frecuencia, pero que sería interesante analizarlo.

Hay dos formas de responder a tu interrogante: una, es la sencilla, y la otra es todo el trabajo que intenta desentrañar qué es la cotidianidad. Vayamos a lo etimológico: cotidiano proviene del latín quotidie (diariamente), lo que sucede cada día. No tiene más misterio que eso. Si te pregunto cuál es tu cotidianidad, seguramente analizarás tu presente hasta un tiempo atrás, por ejemplo un año, y me referirás cosas que son frecuentes, que tienen determinada repetición en tus quehaceres, pensamientos o valoraciones. Entonces, la cotidianidad es eso, lo que sucede cada día. No tiene que ser siempre del mismo modo ni todos los días. Por ejemplo, ir a trabajar es parte de la cotidianidad, y normalmente hay uno o dos días a la semana en que la gente no va a trabajar.

Entonces, todos tenemos nuestra cotidianidad.

Sí. Y ahí radica la importancia de analizar la cotidianidad. ¿Por qué es importante? Por dos motivos: en primer lugar porque todos tenemos cotidianidad. No importa si se trata de un oficinista pautado por rutinas o de la persona más extravagante que podamos imaginar, por ejemplo una estrella pop, que uno puede pensar que tiene una vida alucinante. Siempre hay rutinas. Para empezar, los hechos de comer o dormir, cuestiones tan básicas como esas. Entonces, cuando pensamos la cotidianidad, lo hacemos con respecto a algo que atañe a todo ser humano. Otra cuestión interesante es que insume buena parte del tiempo. En una pesquisa preparatoria para este estudio me puse a hacer una lista de cuántas tareas cotidianas podía enumerar, sin ser muy exhaustivo. Superé las quinientas, sin ahondar mucho. Supongamos que pensamos en las ocho horas de trabajo y las ocho de sueño...

Hipotéticamente hablando.

Sí, claro, porque además la cotidianidad no es igual para dos personas. Ahí ya tenemos dieciséis horas, a lo que hay que agregar el aseo personal, comer, el traslado a los lugares donde vamos cotidianamente. Si sumamos, la vida cotidiana ocupa la mayor parte de nuestra existencia.

¿Por qué interesa pensar esto?

Porque el modo en que construyamos esto, en que podamos pensarlo, es tan importante que influye en cada ser humano en la mayor cantidad de tiempo de su vida. Lo extraordinario, lo no cotidiano, son destellos, elementos que suceden. La vida que vivimos es cotidianidad.

Hay diversos ángulos para abarcar eso ¿no?

Exacto. Hay un elemento que considero fundamental que es conquistar lo cotidiano. Si vamos a la etimología de conquistar -las etimologías tienen la virtud de orientarnos- vemos que tiene dos sentidos: uno de apropiarse y otro de búsqueda, de estar al acecho permanentemente. Una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta es la necesidad de conquistar lo cotidiano. Porque si se construye conceptualmente, vemos qué se ha construido y qué consecuencias políticas y sociales tiene, y podemos apreciar que es tanta la diversidad de voces y consejos sobre cómo diseñar nuestra vida cotidiana, que necesitamos -desde la primera persona también-entender, apropiarnos y buscar nuestra propia cotidianidad.

Hay muchos abordajes desde los que se ha intentado conceptualizar la cotidianidad.

Sí, claro. Uno de ellos es el de las ciencias humanas. La sociología, la microsociología, la historiografía, el psicoanálisis, la antropología. Ha habido un interés en el siglo XX por este tema. En mi trabajo hablo de Fernand Braudel, de Erving Goffman, pero también podría hablar de la historia de las mentalidades como corriente historiográfica. Pero yendo a eso, uno podría pensar que se está ante una descripción científica, y no siempre es así, porque las intencionalidades varían.

Sí, no es siempre descriptivo el abordaje. Por lo que leí de tu trabajo, abordás intencionalidades de modificar rutinas o pautas de comportamiento.

Exacto. Veamos algunos ejemplos salpicados: parte de los intereses para decir qué es la cotidianidad puede ser ver en ella un reflejo puro de lo que significa una opresión social. Es como decir que la vida cotidiana de las personas en realidad no es tanto lo que quieren hacer sino lo que un sistema les impone, sea por el consumo o diversos mecanismos de poder. Entonces el abordaje de la cotidianidad viene siendo una forma de ver el reflejo de lo que realmente interesa, que son las estructuras macro de poder. Otros abordajes bien diferentes van a ir al consejo. Si por ejemplo tomamos la denominada literatura de autoayuda, que no hay porqué despreciar porque tiene mucho impacto a nivel social, la vida cotidiana ya no es algo que resulta interesante para describir ni nos va a dar cuenta de cómo nos dominan las grandes estructuras de poder, sino que es un lugar donde podemos diseñar nuestra propia vida. Hay un libro de 1984 que fue "hiperfamoso" y se sigue publicando, de una autora llamada Luisa L Hay, llamado Usted puede sanar su vida. Tiene un capítulo específico en que detalla los consejos de cómo diseñar la cotidianidad para cambiar las creencias y entonces así llegar a un proceso de sanación. Ella misma se pone de ejemplo, como sobreviviente del cáncer. Comienza a decir cuáles deben ser las rutinas. Hacer afirmaciones, como yo valgo, yo me quiero. Ustedes piensen que cuando empecé a investigar este tema me encontré con Braudel, con Goffman, con Hay, un magma de autores, títulos y abordajes impresionantes.

(Horacio Bernardo/Foto: Uruguaypedia)

También con Kotler, Covey, con Wyne Dyer...

Sí, Dyer, de Tus zonas erróneas, que también está dentro de la línea de autoayuda. ¿Por qué es interesante todo esto, más allá de lo teórico? La vida cotidiana es lo que ocupa para una gran mayoría de nosotros la mayor parte de nuestra vida, y si nos preguntamos por qué es eso, nos vamos a encontrar con una serie de discursos. Algunos que te van a decir que si no estás conforme con tu vida es porque hay un sistema que te oprime; o porque no has repetido los ejercicios adecuados; o porque hay cuestiones de tu inconsciente -Freud también habló del tema- que hacen que te equivoques y tengas determinados actos fallidos y cosas que no puedas procesar. Imagínense si será importante la cotidianidad en nuestras vidas que cuando vamos a preguntarnos por ella nos encontramos con estos discursos y más aún.

¿Hay alguna cosa clara?

Está clara una cosa: que nada está claro. Incluso hay otros abordajes que no analizan los sistemas que nos oprimen ni nuestros inconscientes, sino que sirven para vender cosas.

Puede ser la venta de un producto o una consigna política.

Sí. Hay un libro muy interesante de Trotsky, de 1923, que se llama Problemas de la vida cotidiana. Vos me podés preguntar ¿Trotsky dando consejos sobre la vida cotidiana en 1923? En realidad, Trotsky se da cuenta que los obreros no están preocupados por discursos políticos. La gente estaba harta. No lo dice con esas palabras, pero es el mensaje que da en ese conjunto de ensayos. Dice que la gente ya está harta de tanto discurso político, de la revolución, consignas... ¿Qué es lo que le interesa a la gente? Él sostiene que en realidad al obrero hay que convencerlo de la revolución, hay que seducirlo a través de las cosas que le interesan. Las cosas que le interesan -según Trotsky- son su desempeño correcto en el trabajo, su familia, y destaca un elemento que considera importantísimo: el cine.

Y cómo modificar esos comportamientos.

Trotsky dice que, si en la época zarista la cotidianidad del obrero era la iglesia, los lugares donde se podía...

Y la taberna.

La taberna, sí; ahora es la fábrica y el cine, donde encuentra otros espacios, donde se entusiasma queriendo ser mejor, donde se distrae. Uno sigue avanzando, y no voy a hablar de Goebbels y esas cosas, y encontramos en la literatura más contemporánea el marketing moderno y cómo es importante la vida cotidiana para hallar necesidades y vender productos, que hay toda una serie de estrategias que se despliegan, desde el marketing al neuromarketing en que la cotidianidad y los problemas que se les suscitan a las personas en ella son fundamentales para vender productos.

Son cosas que están separadas por prácticamente un siglo, pero siguen teniendo un sustrato común, hay cosas que siguen estando presentes.

Sí, y lo están desde múltiples perspectivas, pero creo que es interesante centrarlo en la perspectiva de la primera persona. Es mi interés que la comprensión de la vida cotidiana dé cuenta de esa pregunta que es mi pregunta también: ¿qué es la cotidianidad?, pero también ¿qué es mi cotidianidad? ¿Qué es lo que me pregunto y con qué tipo de respuesta me puedo encontrar cuando me interrogo por la vida? Cuando hago eso, me pregunto especialmente por mi vida cotidiana; no me pregunto por aquello que sucede en forma fortuita. No me pregunto si gano la lotería o me caigo de una escalera y me hago un esguince. Lo hago sobre las cosas que se dan con frecuencia. Esas cosas, que se producen frecuentemente en mi vida y en la de cualquier persona, son materiales riquísimos para cosas que poseen distintas intencionalidades. De modificación interna, de modificación social, o también cuestiones más mundanas: resolver problemas y vender productos. Hay un libro acerca del Big data, algo tan actual y que tiene que ver con las nuevas tecnologías, que se llama La revolución de los datos masivos, de Kenneth Cukier y Viktor Mayer-Schönberger, y entre otras coas dice: "Las próximas fronteras de la datificación (cada uno de los elementos minúsculos que hacemos, como las compras, nuestras ubicaciones grabadas por el celular, los like que ponemos en alguna red social, etc.) son más personales: nuestras relaciones, experiencias y estados de ánimo. Las plataformas de redes sociales no nos ofrecen meramente una forma de localizar y mantener el contacto con amigos y colegas. También toman elementos intangibles de nuestra vida diaria y los transforman en datos que pueden usarse para hacer cosas nuevas".

Todo está bajo observación.

Lo que compramos con una tarjeta de crédito, las operaciones cotidianas que realizamos, como ir al supermercado, están puestas en distintos soportes que dejan patente su trazabilidad. Todos esos elementos valen en tanto que se repiten en una persona o en muchas. Eso es información cuando se cruza. Pero todo eso tiene sentido si entendemos que todos esos datos parten de la frecuencia, de la repetición, de lo que sucede cada día: la cotidianidad convertida en dato y en un elemento que sirve para vender.

¿Eso es malo o bueno? A primera vista puede parecer terrorífico.

No es necesariamente malo, pero es uno de los usos que tenemos que tener en cuenta. Cuando me pregunto qué es mi vida, qué es mi cotidianidad, las respuestas que voy a encontrar están diseñadas con intencionalidades que no necesariamente son las mías. La conquista de lo cotidiano es el proceso a partir del cual me hago esa pregunta y me apropio de mi vida cotidiana, y utilizo o no los discursos con que me están bombardeando permanentemente.

¿Hay entonces una pérdida de intimidad ante esa invasión del big data?

Sí y no. No hay que imaginarse una especie de "gran hermano", porque en realidad no interesamos como individuos sino en tanto que nuestros datos soportan repeticiones.  Hay tres focos de atención. Cuando uno piensa en la vida cotidiana y en esa resolución de la pregunta sobre por qué me pasa tal cosa, hay tres modalidades para responder. Muchas veces pasa que los interlocutores están en modalidades diferentes. Una, algo adelanté, es la que intenta dar respuesta a lo cotidiano en torno a grandes estructuras, ya sea de poder, del sistema económico, del consumo. El planteo es que las personas en realidad no son conscientes, sino que responden a determinadas estructuras de poder que las condicionan. Entonces, esta primera respuesta va hacia lo macro, la cotidianidad como reflejo de algo que está más allá, y que por lo general se liga a lo político. La segunda modalidad es aquella de las respuestas que van más hacia lo interior. Tu pregunta sobre la cotidianidad tiene respuestas modificando creencias, la forma en que ves el mundo. Esto es completamente diferente a lo anterior: una cuestiona al sistema, y la otra plantea cuestionarte a vos mismo. La tercera modalidad es la práctica: déjate de tanto sistema y tanta interioridad y buscá respuestas prácticas. Si tenés un problema de trabajo o de pareja en tu vida cotidiana, encontrá esta técnica o este producto, etc. Entonces, vemos que hay una tendencia de crítica política, otra tendencia hacia la interioridad, y otra más hacia lo práctico. Piensen ustedes cuando discuten: por ejemplo, alguien orientado a lo práctico con otro orientado a lo político, o cualquiera de las combinaciones. Se dan discusiones entre personas que están enfocadas en polos diferentes de cómo resolver las cuestiones de la vida cotidiana.

Las redes sociales muchas veces actúan como reflejo de eso.

Las redes sociales son un espejo de cosas que antes tal vez no se veían públicamente

En tu ensayo citás a Michel de Certeau y hablás del concepto de marginalidad masiva vinculado a todo esto que hablamos de la cotidianidad.

De Certeau tiene dos libros, y yo me refiero al primero, que es La invención de lo cotidiano, y lo pongo como ejemplo porque ve en la cotidianidad una fuerza o punto invisible pero emancipador. Sostiene que la vida cotidiana es un espacio donde las personas elaboran estrategias invisibles. Imaginen un niño en un cumpleaños, pero que está esperando que comience la fiesta. Los adultos están colocando todo, pero no ha comenzado. El niño ve una bandeja con bombones y quiere comer. Pero sabe que no puede, porque aún no comenzó la fiesta. Si quiere subvertir el poder de los adultos pero como es un niño y no tiene las herramientas para discutir, ¿qué hace? Cuando no lo ven, agarra un par de bombones, acomoda para que no se note la sustracción, y se los come. Nadie nota que faltan dos bombones porque los acomodó adecuadamente. Este tipo de estrategias es lo que ve De Certeau en la cotidianidad de las personas comunes y corrientes que no tienen el poder para subvertir el sistema. Por ejemplo, aquellos que trabajan en una oficina o una fábrica y utilizan pequeños espacios para cuestiones personales (hacer llamadas particulares, sacar fotocopias personales, etc.). Todos esos escamoteos De Certeau los ve como estrategias por las cuales el hombre común termina siendo un héroe, en el sentido que termina subvirtiendo el poder, aunque esa subversión quede invisibilizada. Porque esas estrategias están diseñadas para que no se vean, al igual que el niño en el caso de los bombones. La cotidianidad vista desde este punto de vista es una zona que queda afuera del discurso científico, de las observaciones, pero es fuertemente emancipadora.

 

(*) Entrevista originalmente emitida en el programa LA PUERTA por FM Ciudadela

 

Imagen de portada: Chop suey, de Edward Hopper


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2021-11-04T00:11:00