Los tres mosqueteros: de De Sandras a Dumas

Alejandro Carreño T.

No pasan los años para los tres mosqueteros. Continúan alegres y vigorosos, a pesar de sus 177 años de vida.  

Contenido de la edición 22.04.2021

 

Leales como siempre a sus principios y a su rey. Pero salvarán a la reina del desprecio de la corte y del escarnio público, pues los impulsa la aventura, la juventud y la época. Su espada es el símbolo del lema que los reúne en noble amistad: "Uno para todos y todos para uno".

Debe ser la novela más conocida de Alejandro Dumas (padre) y una de las más reconocidas a nivel mundial por todas las generaciones. La leíamos cuando jóvenes, porque era una literatura para jóvenes. Pero más tarde uno se sorprende con la cantidad de no tan jóvenes que continúa leyéndola. El cine y otros formatos surgidos con la revolución de los medios de comunicación la hicieron de todos los tiempos. Los tres mosqueteros trasciende su tiempo de capa y espada y su romanticismo aventurero, valórico y heroico, ha copado los sueños de muchas generaciones. Pero, como muchas otras novelas, la historia de los entretelones de la historia de su escritura, suele ser una aventura tanto o más literaria que la propia ficción. En esta columna no hablaremos de Los tres mosqueteros, la novela, aunque ciertamente estará presente, sino de los tres mosqueteros, la realidad que ha servido de base a la ficción. O casi.

Si nos quedamos con lo que el propio Alejandro Dumas nos cuenta en el prefacio de su obra (usamos la edición de Editora Colón, Biblioteca Juvenil, Panamá, 1970), la historia de la novela se resuelve en pocas líneas: "Hace ya cerca de un año que, ocupado en la Biblioteca Real en adquirir datos para mi Historia de Luis XIV, tropecé casualmente con las Memorias de d'Artagnan, impresas en Ámsterdam en casa de Pedro Rouge, como la mayor parte de las obras de aquella época, en que los autores querían decir la verdad sin pasar en la Bastilla una temporada más o menos larga". Fue revisando estas memorias que Dumas se encontró con los nombres de los otros mosqueteros: Athos, Porthos y Aramís. Estos nombres, confiesa Dumas, le llamaron la atención y quiso investigar sobre ellos. Cuando estaba por desistir se encontró con un manuscrito in folio cuyo título era: Memoria del señor conde de La Fère, sobre algunos sucesos que ocurrieron, en Francia, hacia el fin del reinado de Luis XIII y principios del de Luis XIV. En la página 20 se encontraba el nombre de Athos, en la 27 el de Porthos y el de Aramís en la página 31. Al final del prefacio el escritor nos dice: "Ahora bien: la primera parte de este excelente manuscrito es la que ofrecemos hoy a nuestros lectores, cambiando su título por el de Los tres mosqueteros, obligándonos, si como suponemos esta primera parte obtiene el éxito que merece, a publicar inmediatamente la segunda".

Pero Alejandro Dumas nos ofrece solo un aspecto de la historia que rodea a estos románticos personajes. La ficción se confunde con la realidad histórica y construye con ella un mundo paralelo por el que transitan los intrépidos mosqueteros. El nombre de D'Artagnan es algo más complejo y extenso: Charlez de Batz-Castelmore d'Artagnan. Sus orígenes se encuentran en el año 1600. Era el cuarto hijo de una familia modesta, pequeña nobleza de Gascuña. Alrededor de 1630, con veinte años, parte a París con la intención de integrarse a las Guardias Francesas. Su protector es el señor de Treville, que también aparece en la novela de Dumas. Comienza a usar el apellido D'Artagnan relacionado con la nobleza de los Castelmore, "por lo que prefirió usar un apellido que le diera más prestigio" (Abel de Medicil, La verdadera historia de D'Artagnan y los tres mosqueteros en Historia / National Geographic, 7 de enero de 2020). Ahora bien, ¿cómo aparece D'Artagnan en la historia y en la literatura? La pregunta nos lleva a rechazar de inmediato que haya sido en la novela de Dumas. Ahora adquiere toda su relevancia el libro con el que se encontró el escritor en la Biblioteca Real, Memorias de d'Artagnan, escrito por Gatien de Courtilz de Sandras. "De Sandras fue miembro del cuerpo y, como tal, conoció personalmente a D'Artagnan y compartió con él buena parte de sus acciones militares" (Juan Carlos Losada, Los mosqueteros y la alargada sombra de Alejandro Dumas en La Vanguardia, 3 de noviembre de 2019). D'Artagnan fue mosquetero durante el reinado de Luis XIII y no de Luis XIV como aparece en la novela de Dumas. Así mismo, el cardenal que conoció el mosquetero de carne y hueso fue Mazarino y no Richelieu, que es el cardenal del mosquetero hecho de letras. Del mismo modo, a diferencia del mosquetero de Dumas, fue un leal servidor tanto del rey como del cardenal. Charlez de Batz-Castelmore d'Artagnan murió en 1673 en el sitio de Maastricht en la guerra franco-holandesa.

Uno de los grandes aciertos de Alejandro Dumas fue darles vida literaria imperecedera a los mosqueteros y hacerlos compañeros de aventuras que han encandilado a tantas generaciones. Sin embargo, es muy poco probable que ellos se hayan conocido en la realidad (salvo Athos y Porthos, que eran primos), aunque de Sandras los haya mencionado en sus Memorias de d'Artagnan ya en el primer capítulo, cuando D'Artagan va al encuentro del señor de Treville y se encuentra con quienes serían sus compañeros de aventuras.  Interesante al respecto el texto Porthos, de  F. A. Burkle-Young (sitio archive.today, 10 de diciembre de 2012): "But this part of Courtilz de Sandras' story is impossible. For example, historically Porthos had absolutely no connection to Aramis or Athos. The latter two were related to M. de Troisvilles, but they were not related to each other. Second, when d'Artagnan came to M. de Troisvilles, Porthos, whose real name was Isaac de Portau, was not yet a musketeer". De Sandras fue, en consecuencia, el primero en novelar la vida de D'Artagnan y los mosqueteros, y sin duda su obra inspiró la clásica novela de Alejandro Dumas, que le sumó una serie de elementos ficticios a la ya novelada realidad de los mosqueteros, como la figura de Milady, por ejemplo, además de los anacronismos evidentes que registra la historia de la novela: "At that time, Porthos was serving in the guards company of de Troisvilles' brother-in-law, Alexandre de Essarts - son of François des Essarts, Marquis de Lignières, and cousin of de Troisvilles - and he was still serving there in 1640, when d'Artagnan entered the Musketeers as a cadet with the help of a letter of recommendation from de Troisvilles. Porthos did not become a musketeer until 1643" (F. A. Burkle-Young).

De suerte que la historia literaria de la novela no solo corre paralela a la historia real que envuelve a los personajes centrales, sino que ambas historias se cruzan y entrecruzan en una relación osmótica que enriquece la ficción y la realidad. Dumas juega con la historia y la hace literatura: "Même s'il a fait peu de recherches avant d'écrire son roman d'aventures, Dumas a bien sûr utilisé l'histoire. L'aventure se déroule sur quatre ans, sous le règne de Louis XIII. Dumas a emprunté à l'Histoire des personnages tels que Louis XIII, Anne d'Autriche ou encore Buckingham et également des événements tels que le siège de La Rochelle ou bien la mort de Buckingham. Une grande partie des évènements et des actions des personnages ne sont pourtant que pure fiction" (Alexandra Le ROYER, Carole RUFFIN, Mélanie MARCHAND, Roman et Histoire, web.archive. org/web/2008). Pero episodios trascendentales de la novela como el del collar de la reina Ana de Austria, por ejemplo, es un hecho histórico que en la novela compromete a la reina.

Los hechos comienzan en el capítulo XII, Jorge Villiers, Duque de Buckingham. Para irse de París el Duque le pide a Ana un objeto que la recuerde: "algún objeto que hayáis llevado y que pueda llevar a mi vez, un anillo, un collar, una cadena". El escritor, como se describe en el texto Roman et Histoire, obtiene esta información de Las memorias de Louis-Henri de Lomenie, conde de Brienne: "Cette histoire qui occupe une bonne partie du roman, et qui faillit compromettre la reine dans Les trois Mousquetaires est authentique. C'est dans Les mémoires inédits de Louis-Henri de Lomenie, comte de Brienne, que Dumas a trouvé des informations sur cet épisode. La reine avait remis ses ferrets de diamants à Buckingham en gage d'amour; ces ferrets se trouvaient dans un coffret en bois de rose tout incrusté d'or et lui avaient été offerts par le roi".

Los entretelones de la escritura de la novela comienzan a ser tan apasionantes como la propia novela. El proceso de elaboración de Los tres mosqueteros, cuyo personaje central es hallado fortuitamente por el autor en otro documento histórico-literario, mientras buscaba información para una de sus obras, nos evidencia que los procesos creativos de un texto literario pueden originarse en una notable serendipia. Este hallazgo que la casualidad puso en las manos de Dumas, dejó al descubierto historias de mosqueteros que la ficción se encargó de consagrar, y desconocidos personajes que dormirían hoy el sueño eterno de cualquier mosquetero, reviven sus campantes aventuras en un mundo que más que nunca necesita la distracción de campantes aventuras. Entonces conocemos al joven Armand de Sillègue d'Athos d'Hauteville, que nació en Bearn, Francia, en 1615 y murió en combate el 21 de diciembre de 1643. Está enterrado en Pré aux Clercs, cerca de París. Era primo hermano del Conde de Troisville, el señor de Treville en la novela y primo de Isaac de Portau, el personaje Porthos de Los tres mosqueteros. La historia, siempre tan prosaica, no nos dice nada más de Athos. Nos quedamos con su vida literaria que nace en la citada Memorias de d'Artagnan donde se nos cuenta que este le salvó la vida en Pré aux Clercs. Athos se unió a los mosqueteros de la Guardia en 1640.

De suerte que, como afirman Alexandra Le ROYER, Carole RUFFIN, Mélanie MARCHAND en su citado texto: "Peu de points communs unissent ces trois hommes et les personnages du roman. Mais le fait parallèle est qu'ils appartenaient tous trois à la compagnie de Tréville. Henri d'Aramitz fut abbé laïque dans son village natal. Il appartenait donc tout comme Aramis au corps religieux. Henri d'Aramitz et Isaac de Portau étaient des cousins éloignés d'Armand de Sillègue (qui d'après son nom appartenait peut-être à la noblesse comme Athos). Dumas a donc modifié ces personnages en leur attribuant des traits de caractères bien définis et en changeant leur âge". Dumas toma la historia y la literatura y escribe Los tres mosqueteros confundiendo la historia deliberadamente para hacerla ficción. Tanto sus fuentes históricas como la literatura que revisó, sufren en su novela los avatares propios de la creación literaria, para dar vida a una obra que termina por imponer su propia historia inventada como historia verdadera. Ningún lector cuestionará los acontecimientos novelescos porque, al final de cuentas, no le interesa la verdad histórica, que para eso está la Historia, sino las peripecias vividas por los mosqueteros, su romanticismo aventurero y su coraje que representan sus espadas. Al lector le interesa la verdad literaria, y para eso está la novela.

En la novela, Aramís es un eximio espadachín, tal vez lo fue también en la vida real. Su vida oscila entre la espada, los amoríos clandestinos y el clero. Athos, el Conde de la Fére, también es un eximio espadachín, pero es reservado y de finos modales. Carga la cruz de haberse casado con una mujer marcada por la justicia, que estigmatizará para siempre su vida y su afición por el alcohol. De Porthos no se sabe mucho; su historia no llega al lector como sí llegan las historias de los otros mosqueteros. Sabemos que es fuerte y altanero; parlanchín y vanidoso. Al final de la novela, se retira del cuerpo de mosquetero y se casa con la señora de Coquenard, viuda que hereda ochocientas mil libras y la que, en varias ocasiones lo ayuda monetariamente. Buen motivo tenía Porthos para casarse con ella. Al lector le interesa esta historia. La historia de los mosqueteros hechos de letras.

Pero la otra historia, la del libro que por azar Dumas encontró en la Biblioteca Real cuando buscaba información para su obra sobre Luis XIV, es un libro abierto para otra ficción. En el mencionado prefacio, Dumas nos dice que solicitó permiso para imprimirlo: "Este permiso nos fue concedido, y lo consignamos aquí para desmentir públicamente a los malévolos que aseguran que vivimos bajo un régimen mal dispuesto para los literatos que le piden algo". Dejemos la ironía de lado. Lo cierto es que el libro prestado por la Biblioteca Pública de Marsella al novelista, nunca fue devuelto; Dumas se lo llevó a París. La ficha de préstamo permanece hasta hoy, esperando la devolución del manuscrito.

Pero a nosotros, mortales lectores, qué nos importa que el fichero siga esperando que Alejandro Dumas devuelva el libro. Tomemos el nuestro, entremos en alguna taberna, puede ser la de nuestra casa, y bebamos una copa de vino con Athos, Porthos, Aramís y, ciertamente, D'Artagnan. Porque, después de todo: ¡Uno para todos, todos para uno!

Esa es la consigna.

 

ALEJANDRO CARREÑO T.

Profesor de Castellano, magíster en Comunicación y Semiótica,

doctor en Comunicación. Columnista y ensayista" (Chile)

 

 

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2021-04-22T00:17:00