María Simon: “No se puede filosofar sobre un universo que no se conoce”

Entrevista/Daniel Feldman

La ingeniera María Simon no necesita presentación. Expresidenta de Antel, exministra de Educación y Cultura, es la actual decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, cargo para el que fue electa en tres ocasiones.

Cultura, ciencia, investigación, docencia, educación; ningún tema quedó por fuera de la charla que mantuvo para esta edición aniversario de CONTRATAPA.

Contenido de la edición 04.11.2021

 

A veces no se percibe lo que se produce acá. Se tiene la imagen del ingeniero o ingeniera que trabajan en una empresa y nada más. ¿Cómo percibís eso, tú, que además de ser hoy decana de la facultad de Ingeniería has pasado por importantes posiciones a nivel nacional, dirigiendo la empresa de telecomunicaciones y siendo ministra de Educación y Cultura?

Voy a comenzar con una anécdota jocosa, contando el pecado pero no el pecador. Cuando me designaron ministra de Educación y Cultura, un cargo que me despertó enorme interés y placer, me contaron que alguien había dicho: "está bien, porque María es ingeniera, pero es culta". Ese "pero" me sonó muy mal.

Trasluce la imagen que hay del ingeniero.

Es cierto; el ingeniero tiene una imagen popular de nerd, cuadrado... cuadrados los hay, como en todas las profesiones. Los hay también que aman la música y otras artes. Creo que lo primero que no debemos hacer es separar: una sociedad en que se cultivan distintas formas de cultura es más fecunda, lo que redunda en que también haya un ambiente más propicio al cultivo de las ciencias exactas... y viceversa. Estas cosas se dan juntas.

Me hablabas del concepto de cultura. Muchas veces se la imagina restringida a las bellas artes, la música, literatura. Hay quienes te hablan de la cultura en un sentido más bien antropológico, como la manera de relacionarse en la sociedad: las tradiciones o los distintos aspectos de la vida en común. Cosa que, por cierto, también es cultura. También hay una cultura científica, que tenemos en mayor o menor medida, aunque sería bueno tener más. Hay una cultura científica de los ciudadanos en general. De saber qué son ciertas cosas de la ciencia, aunque uno no se dedique profesionalmente a ella. Así como nosotros, que no somos músicos nos interesamos y sabemos algo, es normal que gente que no hace ciencia sepa cosas de esta.

¿Por ejemplo?

La gente sabe cómo se mueven los planetas, las estrellas; pero no se sabe tanto como sería razonable o esperable, porque muchas veces el ciudadano está llamado a opinar sobre temas científicos. Por ejemplo, los transgénicos, las energías de diferentes orígenes, el transporte, la capa de ozono, el efecto invernadero... te puedo nombrar muchos más; son temas científicos, y si el ciudadano no sabe, es asustado con imágenes apocalípticas de un lado y del otro, que muchas veces no tienen sustento científico. Sin embargo, muchas ideas científicas, como por ejemplo las leyes de la termodinámica, tienen también importancias filosóficas importantes. Por eso soy defensora de la idea de una cultura científica.

No en balde muchos físicos que han hecho importantes aportes o profundizado en diversos campos terminan en la filosofía.

Exacto. Varios filósofos son o tienen su origen en la física o poseen vastos conocimientos en el área. No se puede filosofar sobre un universo que no se conoce. La cultura científica existe y merece ser atendida; también es importante para los no científicos. Te referías también a algo muy importante, que es la investigación. A veces se percibe al ingeniero como alguien que aplica cosas que ya están pensadas y que se pueden volver a hacer indefinidamente. Como que hubiera aprendido de otro ingeniero y va a volver a hacer lo mismo que hacen todos los ingenieros.

Para eso tengo otra anécdota graciosa: un amigo, que es un excelente ingeniero hidráulico y ha hecho obras de riego, tajamares, canales, acueductos, cuenta que cuando empezó a estudiar, el abuelo, que era muy de campaña, preguntó: "¿qué va a estudiar el chiquilín?". "Ingeniería", le respondieron. "¿Qué hacen los ingenieros?", preguntó. "Hacen puentes, carreteras, etc.". "Ah, y cuándo estén todos hechos, ¿qué hace el muchacho?" Lo cuento en forma jocosa, pero existe esa visión estática, de que los ingenieros se forman con otros ingenieros y repetirán lo mismo siempre.

Algo bastante alejado de la realidad.

La ingeniería, en primer lugar, se apoya en fuertes ciencias fundamentales, que son las matemáticas y la física. En definitiva, aplica las matemáticas y la física, y la tecnología, a la resolución de problemas que son muy humanos. El ingeniero podrá parecer un nerd o un cuadrado, pero la ingeniería se aplica en cuestiones de todos los días que hacen que nuestra vida sea mejor y más fácil; o más sana.

Por ejemplo, una obra importante de ingeniería es el saneamiento, importantísimo para la vida y la salud. Y si no, fíjate en el drama de aquella gente que no lo tiene. Estuve en Mozambique y el día que retornaba salí a la calle muy temprano, todavía estaba oscuro. Estaba lleno de gente, todas mujeres, que iban a buscar agua, en bidones de veinte litros que después llevan sobre la cabeza a lo largo de algún quilómetro. Te imaginás lo incómodo y difícil de hacer ese transporte. Pero, además, y lo peor, es que la familia tiene que arreglársela todo el día con esos veinte litros. Acá, cuando uno descarga una cisterna común en el baño anda cerca de los diez litros. Eso es algo clásico, pero hay otras cosas que son muy modernas y se están aplicando cada vez más.

¿Por ejemplo?

Lo que se denomina el "internet de las cosas". Se pueden recoger datos de muchas cosas a la vez, puede ser usado para detectar el estado de los sembrados o determinar una buena ruta para recoger basura, o cómo está funcionando el transporte público. Eso está, ya existe. En la Intendencia de Montevideo hay un centro de control de transporte público: despacha los ómnibus, analiza los intervalos entre ellos, que se respeten los horarios.

También en el campo de las telecomunicaciones ha habido avances impresionantes.

Claro. Es especialmente útil hablar sobre él ahora, porque creo que si pasamos por casi dos años de pandemia en forma más o menos decente se debe a que tenemos una muy buena red de telecomunicaciones, que llega a muchísimas personas, muchas más que en otras partes del mundo. Y me refiero al mundo desarrollado. Hubo inversiones bien hechas.

Creo que eso no tiene discusión; lo constatás yendo a otros países y viendo, a veces, las dificultades que se presentan.

En Estados Unidos no pueden creerte la calidad de cobertura de celular que tenemos en Uruguay. Una amiga que es música -esto tiene que ver con las artes-, en Europa, se sorprendía de que acá se pudiera tocar en grupo, cada uno desde su casa, porque eso exige que la red tenga muy baja latencia; es decir que, si lo de otro te llega un poco retardado torna difícil la experiencia. Y eso se pudo hacer.

Hubo experiencias de la Sinfónica e incluso de grupos de músicos y cantantes.

Sí; la ingeniería está en todo eso. Y como te decía al comienzo: se apoya en la física y las matemáticas, que están cambiando constantemente. Que la gente investigue es fundamental. Acá también me refiero a la investigación tecnológica, que no siempre se visualiza. A veces es más fácil pensar en la investigación básica, pero también hay investigación tecnológica. Por ejemplo, en ingeniería eléctrica, de telecomunicaciones o de energía; o también en ingeniería química, que trabaja en procesos; ingeniería de alimentos. Ahí encontramos una fase que tal vez sea la más difícil de pensar, que no es la fabricación. A veces se imagina que de la ciencia básica se pasa derecho a la producción industrial. No es así: hay una amplia fase intermedia, que se llama de investigación tecnológica, que trabaja sobre procesos y maneras de poner en práctica o, incluso, encuentra problemas propios, que no vienen de las matemáticas o de la física. Esta fase tiene en general tiempos bastante largos y necesita amplios recursos, porque requiere realizar experimentos a escala mayor.

Poné algún ejemplo.

Uno es bastante paradigmático: la energía eólica. Hubo gente muy precursora, muchísimo años antes, pero cuando comenzamos en este ciclo, acá en la Facultad, allá por fines de la década de 1980, investigábamos sobre viento. Se hizo un mapa de vientos, para ver cómo era el recurso. Eso es investigación tecnológica. Ver cómo era su distribución en Uruguay, cómo podía rendir e incorporarse a la red eléctrica. Mucha gente nos dijo en ese momento que "bueno, si lo quieren hacer porque es de interés académico, está bien, pero no tiene ninguna aplicación práctica porque no es económico".

Y ahora...

Ahora creo que no hace falta decir nada sobre el tema. Vas por cualquier ruta y ves los molinos. Y tal vez no se sepa -yo sí sé, mi primer trabajo fue en UTE, en el despacho de cargas- que vivíamos pendientes del nivel de las represas. "¿En cuántos metros está?", era la pregunta recurrente. Sobre todo Rincón del Bonete, que es la que tiene el lago más grande y acumula más agua. Porque si había sequía, era necesario quemar petróleo. Era carísimo.

Sí; todavía tengo presentes las famosas "restricciones" en el consumo energético.

Sí, ¿te acordás? Bueno, estos dos últimos veranos, en particular el último, entre 2020 y 2021, hubo mucha sequía. En lo que tiene que ver con el tema energético, nadie se enteró. Ahora exportamos energía a Argentina y a Brasil, y ganamos buena plata con eso. Porque además, hay otra cosa, típica de ingeniería y tecnología, que es un conversor de frecuencia.

Claro; tenemos 50 ciclos por segundo y en Brasil 60.

Exacto. Entonces, pasarles energía no es tan simple. Hay un aparato, basado en electrónica de potencia llamado conversor de frecuencia.

¿Fue desarrollado acá?

No, pero se sabe cómo se hace y, para comprar bien, hay que saber cómo se hacen las cosas. Y hay que saber cómo integrarlo a la red, porque si se hace mal, esta puede tornarse inestable. También se supo cómo integrar el viento a la red, lo que no es algo tan simple. Viento hay cuando hay, y no siempre se produce junto a la demanda. Se aprendió a gestionarlo.

No se puede acumular.

Por ahora no. ¿Sabés como lo "acumulamos"? Cuando hay mucho viento, se cierran las represas, se acumula agua, y esa es una manera de guardar energía. Actualmente se está investigando sobre transporte eléctrico. Ahora que se puede generar tanto a partir de fuentes renovables, se está trabajando no solo en autos eléctricos, sino en la infraestructura donde se puedan cargar, el tiempo de carga, qué se hace después con las baterías -no todo es color de rosas-, etc.

Hay un tema interesante: el pico de mayor consumo de energía, en prácticamente todos los países, se produce en el ámbito residencial. La gente sale del trabajo, vuelve a su casa, prende calefacción, electrodomésticos, cocina, se baña. Ahí se produce un pico. Pero imaginate un futuro en que mucha gente tenga autos eléctricos. Circula, pero retorna a su domicilio con un remanente en la batería. Lo conecta. Si hay acuerdo entre quien genera la energía y el consumidor, una especie de sociedad, se puede ofrecer, durante ese período de alta demanda, la energía que le sobró en la batería, y aporta, es una manera de guardar energía. En lugar de tener una batería gigantesca de la UTE, que no sabemos dónde ponerla, todo el mundo tiene sus baterías en los autos y las pone a generar, y en el resto de la noche, cuando baja la demanda, las carga y sale a la mañana con la batería llena.

Estamos entonces ante un tema de gestión de la energía.

Exacto. Se establece un acuerdo entre el generador y el consumidor y en cierto momento este se convierte en un socio. Prosumidor es el término de moda que se está usando.

Pah, se lo leí por primera vez, hace ya tiempo, a Alvin Toffler, que creo lo tomó de Marshall McLuhan.

Bueno, volvió. Otra cosa que se podría evaluar, no sé si vale la pena, es hacer un gran reservorio que tiene que ser en un lugar alto, tipo Sierra de las Ánimas, y en la hora que te sobre energía eólica bombear agua para arriba. Esos son ejemplos como para que veas ideas, que son lindas pero precisan mucha investigación. Ese mito del garaje donde se inventan cosas no existe. Se requiere trabajo continuado; se precisa que haya academia y empresas juntas, y también apoyo del Estado. Contra lo que dicen muchos, el Estado es el gran innovador. Atrás de Apple y el IPhone, o de la energía solar, está el Estado, que es el que tiene espalda para impulsar la innovación. En todos lados, empezando por Estados Unidos. El Estado pone recursos en las universidades, a veces a través del Ejército, para innovar. Y de repente aparece una innovación enteramente financiada por el Estado. Por ejemplo, la que se hizo para ir a la Luna, para la conquista del espacio. Se hicieron innovaciones que ahora las usamos en nuestra vida cotidiana. La cámara CCD se hizo para ir a la Luna, y así un montón de cosas.

Hay muchas cosas que parten de investigaciones militares.

Las guerras -lamentablemente- son fuentes de desarrollo de innovaciones. Por eso me encantaba la conquista del espacio, porque tenía un motivo pacífico. Aunque ahora la conquista del espacio parece haberse privatizado. Está bárbaro que hagan eso, como que organicen una ópera y contraten un director de orquesta de aquí y una soprano de allá, pero ¿dónde se formaron las personas? El que tiene espalda para formarlos es el que posee los cuerpos estables: orquestas de las ciudades o los países, escuelas de música de las universidades. En definitiva, el Estado. Después, está fenómeno que los privados hagan cosas. Con la energía eólica se les dio lugar a generadores privados; es un excelente negocio.

Pero la terminan canalizando a través del Estado.

El Estado conservó la llave, y está muy bien. Ahora se está trabajando bastante en el tema de energía solar, y comienza a verse en la gráfica de generación diaria. Siempre que hay, se usa primero la energía eólica, porque el viento no se puede guardar, como dijimos antes. La energía solar está teniendo más consumo justo a la hora que hay menos viento, que es sobre el mediodía. También es una energía que no es enteramente dominable, porque si te toca un día nublado, te tocó. Lo que no hay son sequías de viento; puede haber uno o dos días de viento muy bajo, pero no hay un mes sin viento. Sí puede haber meses sin lluvia. Cada recurso tiene su comportamiento y, no me canso de decirlo, es necesario tener un respaldo térmico. Ojalá tengamos que usarlo poquísimo, pero hay que tenerlo, porque a veces puede fallar todo. Ese es un ejemplo de una investigación tecnológica continuada, que se empezó hace mucho tiempo y parecía que no era útil. La física del viento también se hace y es muy interesante: el diseño de las palas de los molinos, por ejemplo. Pero cómo integrarlo a la red, cómo gestionarlo, es investigación tecnológica.

Otro lindo ejemplo, que es una línea de investigación impulsado por María Viñas, que se ha mantenido en la Facultad por lo menos desde que dejó de haber intervención, es el tratamiento de efluentes o de residuos sólidos, que contribuye a mejorar el ambiente. Hay gente que te dice "más tecnología, más polución", y no necesariamente es así; hay tecnologías que contribuyen a disminuir la polución. Se ha trabajado con efluentes de muchas cosas, en lo que se llama biorreactores, que aplican la ingeniería de procesos. No es solo sumar ciencias básicas, en este caso física, química y biología, sino también hacer que funcione.

Me parece interesante eso que decís; hay una intención de imbricar las ciencias. A veces se piensa que las básicas están por un lado, las aplicadas por otro y la tecnología aparte.

Eso. Tenerlas separadas es un signo de subdesarrollo. Cuando hay desarrollo es justamente cuando esas cosas se imbrican y se alimentan unas a otras. Por ejemplo, de la aplicación en la práctica pueden surgir nuevas preguntas para las ciencias básicas. Es como un ecosistema, que tiene que funcionar todo junto. Hay múltiples preguntas de un lado para otro. Cuando el sistema está cortado, sucede que, en la parte comercial, se compran soluciones que vienen del exterior que, a veces, no son las más adecuadas para el medio, son caras, pero además y especialmente, lo que es realmente competitivo, lo que marca la diferencia y pone a otros en la cresta de la ola, no te lo venden. Eso se vio, con amargura, durante el cuerno del covid, donde aunque tuvieras dinero había cosas que no conseguías comprar. En ese caso, no por un tema de competitividad sino porque estaban agotadas. Nos pusimos a fabricar respiradores, equipos de oxigenoterapia de alto flujo; cosas que se usaron.

Para encarar esos desafíos necesitás una sólida base de recursos humanos.

Sí; lo que vale más es la gente. También precisás una buena base de infraestructura productiva. Para algunas cosas era difícil conseguir quien te hiciera, por ejemplo, una caja de metal. Lamentablemente, el aparato productivo de nuestro país está bastante reducido.

Y ¿cómo estamos en la materia recursos humanos? En algún momento se tomaba como un índice la cantidad de ingenieros o de científicos por cada mil habitantes, para hacer una evaluación en ese sentido.

Estamos muy bajo. Incluso muy por debajo de países de la región, como Brasil o Argentina.

¿Cuál es la causa? ¿Desconocimiento, no hay estímulos?

Fundamentalmente no hay fondos. Entonces, hay gente que termina carreras muy buenas pero se va, porque no consigue trabajo. Tampoco tenemos mucha diversidad. Creo que la Universidad debería tener más fondos. Pero también habría que tener más institutos de investigación. Los institutos de investigación no universitarios se pueden contar con los dedos de una mano: Clemente Estable, INIA, Pasteur... y pará de contar. Propusimos hace unos años un instituto de estudios avanzados en física y matemáticas, coexistente con la Universidad, porque de ninguna manera vas a separar la investigación de la Universidad.

En algún momento se habló de la posibilidad de instalar el Max Planck.

Sí. También sería bueno alguna institución en TICs; después de todo es un rubro importante de exportación y sería lógico tenerlo. Sería algo sinérgico con la Universidad, no establecería una competencia destructiva. En ingeniería, específicamente, creo que nos falta despertar más vocaciones. Si bien tenemos muchos estudiantes, deberían ingresar muchos más. No solo a ingeniería, también a las carreras de tecnólogo. Sospecho que hay falta de ingenieros, pero más aún de mandos medios.

Está la UTEC también.

Sí, pero tomó una línea que no es tan de los tecnólogos. Vamos a ver qué suerte tiene, pero me parece que está tomando cuestiones que no son las más de base sino apuntando a profesiones más particulares. Por ejemplo, mecatrónica. Tenían otra como gestión de las energías renovables. Te diría que tomaron cosas muy específicas. Si hubiera estado en el lugar de ellos habría abrazado la formación de tecnólogo. De tres años, para dar una salida laboral -como ya hay; por ejemplo, el tecnólogo en informática, que estamos haciendo en cooperación entre UTU, UTEC y Universidad- y después, si quieren, pueden continuar con una cerrera universitaria de grado. Pero ¿qué pasa? Esas carreras tienen cupo. No estamos bien en eso. Es como medicina. La carrera de doctor en medicina no tiene cupo, pero la Escuela de Tecnología Médica sí. Si pensamos en un país industrializado, debería haber más gente ahí que en la universidad. Hay problemas de coordinación en el sistema educativo. Y no es el manido tema del miedo a las matemáticas; si hay miedo a las matemáticas tenemos que enseñarlas mejor. Lejos de mí echarles las culpas a los profesores. Hay ambientes que no favorecen. Se precisan más docentes. Claro, si de hoy a mañana me triplicaran el presupuesto, igual no consigo los docentes. Hay que ir creciendo de a poco. Prefiero que me aumenten el presupuesto un 10% todos los años durante veinte años a que me lo aumenten un 100% de golpe. Se precisa una política de Estado en esa dirección, por supuesto que con compromisos de la contraparte. No es sin condiciones.

A veces está en el imaginario esa idea de que la Universidad no rinde cuentas ni aporta nada a la sociedad.

Cierto, pero con todo lo que venimos conversando te estoy demostrando que sí aporta. La Universidad vive rindiendo cuentas. Nuestras carreras han sido acreditadas a nivel Mercosur. Semanas atrás hicimos Ingeniería deMuestra, que entre otras cosas es una rendición de cuentas, a la sociedad en general.

La Universidad, ¿tiene un tamaño acorde a lo que se precisa? Hoy alberga alrededor de 130.000 estudiantes, si no me equivoco. A veces se critica esa "democratización" (lo digo y lo pongo así, entre comillas) en el acceso, en el sentido de que ingresa muchísima gente, pero también muchísimos quedan por el camino y no hay válvulas de escape para ese público que no puede culminar sus estudios.

Creo que mejoraría mucho el panorama el hecho de que hubieran muchas más de esas carreras de tipo tecnológicas.

¿Institutos politécnicos?

Esa es la palabra. No tienen que ser necesariamente tecnológicas; pueden ser de contabilidad, turismo, cosmetología. Se me ocurren pila de ejemplos de enseñanza politécnica de calidad y de nivel terciario, no necesariamente universitaria.

Por otro lado, aunque no se culminen los estudios universitarios, está recontra demostrado que cada año más de educación que se posee hace que la gente mejore su promedio de remuneración. Está bien, el sueldo es una medida parcial; también hay que mirar el enriquecimiento cultural y todo lo demás. Pero solo con esa medida, que es objetiva, se mejora. De todas maneras, la Universidad debería ser más flexible. Tendría que ser más fácil tomar caminos intermedios o pasar de una carrera a otra.

En eso se ha avanzado, ¿no?

Sí, se están dando pasos, con el sistema de créditos.  Pero una cosa son los caminos abiertos y otra los caminos realmente transitables. Ayudaría tener grupos más chicos, más docentes, pero que me digan de restringir el acceso o cobrar matrícula para mejorar las condiciones, no lo comparto. A veces te dicen que muchos de los que ingresan vienen de hogares acomodados o fueron a la educación privada mientras hacían enseñanza media. Es verdad. Pero si añadimos una traba, no esperen que las cosas mejoren. La idea es bajar trabas.

Sí, no parece ser la solución que la Universidad se convierta en un ente recaudador de tributos.

No. O poner un gran examen de ingreso. Ahí florecen las academias y terminan entrando los que tienen más recursos. Por ese lado no contribuimos. Sí contribuiríamos mejorando la educación, no solo la universitaria, toda, con más horas de educación, desde la escuela. Cuatro horas por día es muy poco, porque no llegan a nivelar las diferencias que ya desde niños traen del hogar. Está comprobado que el nivel educativo que alcanza una persona tiene una muy fuerte correlación con el que alcanzó la madre. Si dejamos que eso siga así, se forman castas.

¿El nivel de la madre, solamente?

La madre, sí. Habrá casos excepcionales, pero la estadística indica eso. También es importante la finalización de secundaria, porque la gran pérdida no se produce en la universidad sino en secundaria.

 

DANIEL FELDMAN

Director de CONTRATAPA 

 

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2021-11-04T00:11:00