Merlí y la filosofía, del aula a la vida

Pablo Romero García

Los insumos audiovisuales, en una época dominada por la imagen, son claves a la hora de potenciar los aportes filosóficos al debate público y a la reflexión sobre nuestros actos cotidianos, del mismo modo que lo es el hecho de que los docentes podamos contar con elementos didácticos que permitan acercar a nuestros estudiantes al disfrute de la filosofía. 

 

Contenido de la edición 27.08.2021

 

En tal sentido es que entra triunfalmente en escena la serie catalana Merlí (2015-2018), la cual posiciona en el centro de la trama a un profesor de Filosofía y a sus alumnos del bachillerato, logrando establecer un vínculo entre sus peripecias vitales y algunos de los pensamientos filosóficos que están al alcance de nuestra mano. Así, temas como la felicidad, el amor, la ética, el suicidio, la muerte, la verdad, la política y el poder, la belleza y la sociedad de consumo, entre otros asuntos centrales de nuestra existencia y convivencia, son abordados desde filósofos claves de nuestra historia. Méritos nada menores, que la han convertido en un éxito de escala mundial. Merlí ha logrado despertar y reencontrar en sus televidentes el gusto por la filosofía, el placer de pensar y pensarnos.

La serie se mantiene firme en el espacio de las preferencias y demandas por parte del público, por lo cual ha seguido exhibiéndose en canales de diversos países. En estos momentos, por ejemplo, puede verse en Argentina a través del canal 10 de Córdoba, que no solo trasmite la serie, sino que realiza dos instancias semanales de debates sobre los contenidos de los capítulos emitidos. He tenido la suerte de ser invitado a participar en tales instancias, compartiendo reflexiones y ricos intercambios con colegas, estudiantes y profesionales de diversas áreas del saber. De este modo, he vuelto a vincularme con la rica propuesta de ideas que la serie nos aporta, luego de lo que fue mi participación en la experiencia uruguaya, sobre la cual quiero detenerme particularmente.

En mayo de 2018, Merlí aterrizó en nuestra televisión pública, emitiéndose a través del canal TV Ciudad, en una celebrada apuesta local por los contenidos filosóficos, los que forman parte de los derechos culturales que deben fomentarse y protegerse, particularmente a nivel de los medios de comunicación estatales (por cierto, han pasado tres años y, lamentablemente, no hemos tenido nuevas  apuestas en tal dirección por parte de ningún canal público o privado, asunto que esperemos pueda remediarse a la brevedad).

En ese marco, tuve la posibilidad de sumarme al proyecto de emisión a partir de un segmento audiovisual que acompañó la presentación de cada uno de los capítulos de las tres temporadas que conforman el corpus de Merlí. Los videoclips realizados amplían la mirada respecto de los filósofos que se presentan y los relaciona con la trama desarrollada en cada uno de los cuarenta capítulos.

El guion de cada uno de los clips corre por mi cuenta y entiendo resultan un posible insumo a nivel didáctico para disparar temas y acercarnos a los filósofos escogidos en la serie, por lo cual me parece pertinente aprovechar esta instancia para compartirles una selección que resulta significativa y da cuenta de lo escrito líneas arriba.

Capítulo 1: Los peripatéticos

¿Para qué sirve la filosofía? Más de una vez me lo ha preguntado alguno de mis alumnos del bachillerato. Para pensar, para cuestionarnos y cuestionar lo que pasa a nuestro alrededor, para reflexionar sobre nuestra existencia y sobre lo deseable para nuestra comunidad. Para eso sirve la filosofía, para que no vivas en un termo o seas una oveja más del rebaño y para que lo que les pasa a otros no sea algo que te pase por el costado.

Sócrates, uno de los padres fundadores de la filosofía, nos legó la mayéutica, un método de conocimiento por el cual desde el planteo de preguntas se nos arroja a ir descubriendo lo que ignoramos y los prejuicios que poseemos, paso inicial para comenzar realmente a pensar por uno mismo.

Con su "solo sé que no sé nada" a cuestas, era habitual que se le encontrara filosofando en las calles, en las plazas públicas, invitándonos -a veces desde la más radical ironía- a sacudirnos, a combatir la indiferencia y la pereza intelectual. Y esto es lo que hará Merlí con sus alumnos, sacándolos del aula y dando sus clases mientras recorren el liceo, poniéndolos a pensar caminando, como lo hacían los peripatéticos con su maestro Aristóteles. Y ahí irá, poniendo patas para arriba a sus propios peripatéticos, colegas y padres, emergiendo frente a nuestros ojos como una especie de Sócrates catalán del siglo XXI.

 

Capítulo 2: Platón

Hay muchas formas del amor. Y esto es algo que Platón ya lo escribió hace casi veinticuatro siglos en El Banquete. Y hay muchas formas de salir de las cuevas en la que a veces nos escondemos cuando nos sentimos marginados o incomprendidos.

¿Cuántas cadenas nos atan, cuántas vendas no nos permiten ver la realidad a la cara, de cuántos prejuicios somos prisioneros?

De la mano de Platón, Merlí irá en auxilio de su hijo Bruno para ayudarlo a aceptarse en sus preferencias sexuales, en sus decisiones amorosas, y ayudará a que Iván -el alumno que ha abandonado el liceo por ser considerado "raro" y sufrir el acoso de sus propios compañeros- comience lentamente a levantar la cabeza e intente enfrentarse a aquello que lo tiene preso en su propio cuarto, una caverna a la medida de sus miedos y fobias. Nada que no viva un adolescente de nuestro liceo del Prado o de nuestra UTU de Colón.

Platón consideraba que los filósofos son los que nos ayudan a romper con nuestras cadenas, con nuestros prejuicios, con nuestros encierros sobre nosotros mismos y respecto de los demás. Por supuesto, en esa tarea, el filósofo no siempre sale bien parado, muchas veces es perseguido y casi siempre se ve envuelto en problemas varios. Es que es una tarea que levanta pasiones de todo tipo. Y alcanza con ver lo que genera Merlí en su liceo y en la vida de quienes allí concurren para comprobar tales asuntos.

 

Capítulo 3: Maquiavelo

¿Está bien copiar en un escrito si al hacerlo nos ahorramos la supuesta injusticia de tener que estudiar en verano para el examen de la materia?  Si para ser exitoso debo aplastar a otros o  no tener en cuenta a nadie más que a mí mismo,  ¿es correcto  hacerlo? Acaso los gobernantes, los ricos, los poderosos o incluso los profesores, ¿pueden saltearse las normas y emplear métodos reñidos con la ética en nombre de algún fin que consideren noble?

Si creemos que la meta lo merece, ¿debemos utilizar todos los medios que estén a nuestro alcance para lograrla, aunque implique dejar de lado cualquier cuestionamiento moral sobre nuestra forma de proceder? Maquiavelo creía que sí, que, si el fin lo justifica, todos los medios son válidos.

Y aunque Merlí parece no comulgar con tales ideas al debatir del asunto junto a sus alumnos, algunos de sus actos nos dejarán en claro que hay una distancia entre el decir y el hacer y que nadie parece escaparse a tener alguna que otra práctica maquiavélica a lo largo de nuestra vida, algo de lo que nuestros políticos parecen poseer cierto récord, por cierto.

¿Acaso los actuales debates sobre actos de corrupción de nuestros políticos de todo tipo y color partidario no es la clara evidencia de que Maquiavelo sigue vivito y coleando?

 

Capítulo 4: Aristóteles

¿Quién de ustedes es feliz? ¿Son felices nuestros adolescentes? Algunos de mis alumnos del liceo consideran que ser feliz pasa por el tener ciertas cosas o aparentar estar siempre bien o ser muy popular en las redes sociales. Para Aristóteles la felicidad no es un estado sino un proceso y nada tiene que ver con tener el último IPhone, con la cajita feliz de McDonald's o con el tener miles de amigos en Facebook o en Instagram.

La persona feliz es aquella que vive en relación con hacer el bien, con sopesar que es lo justo para sí mismo y para los otros. La felicidad es una virtud que se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida y su práctica requiere de reflexión y moderación, de cultivar el punto medio, evitando los extremos.

La idea de felicidad y de justicia que nos legó Aristóteles atraviesa este nuevo capítulo de Merlí y se hacen carne en los vínculos que los personajes van construyendo entre sí, donde lo injusto y los excesos tampoco estarán ausentes.

Es que, en el amor, la amistad y todas aquellas relaciones humanas que nos movilizan, no es nada fácil ser virtuoso y encontrar el punto medio. Ni a los años de Merlí ni a la edad de sus alumnos. Ya sabiamente señalaba Aristóteles que la felicidad es un proceso que nos insume toda una vida.

 

Capítulo 7: Foucault

¿Qué es lo normal? ¿Lo es la heterosexualidad, pero no lo es el amor entre hombres o entre mujeres? Foucault nos dice que el poder clasifica, controla y establece el concepto de normalidad. Lo normal, nos dice, es lo que se considera correcto y socialmente aceptado.

Merlí es un profe raro y el poder institucional se lo hace saber. Y lo son varios de sus alumnos, como lo son tantos de nuestros liceales. El poder, señala Foucault, vigila y castiga en variadas formas todo lo que se sale de la norma.

El padre de Joan representa en la trama el panóptico foucaultiano, la mirada paterna omnipresente que nos indica paso a paso qué es lo correcto y cuida que no nos salgamos ni un centímetro de lo socialmente aceptado. Pero el poder normativo se interioriza y se expande aun en aquellos que son discriminados y veremos cómo Bruno, que no termina de aceptar su preferencia sexual, arremete contra el profesor Santi, colocándolo, por su obesidad, al margen de los patrones de normalidad.

Es que el poder, nos dirá Foucault, se reproduce en las relaciones sociales mínimas y cotidianas. Y somos parte de ese efectivo micropoder cuando etiquetamos a los otros fuera de los márgenes de lo aceptable.

 

Capítulo 8: Guy Debord

En nuestra sociedad del espectáculo, es más importante aparecer que ser. La existencia puede medirse en buena medida por nuestra presencia en la red de redes. Y las fronteras entre lo privado y lo público son cada vez más difusas.

El filósofo francés Debord, que no llegó a conocer las redes sociales, ya señalaba a fines de los años 60' que vivíamos en una especie de pantalla global, donde todos queremos ser visitos, sin importar el precio a pagar.  La imagen lo es todo y solo parece contar lo que de nosotros se proyecta a través de lo que mostramos. Y cada vez mostramos más.

Cuando comienza a circular por el liceo un video íntimo de Mónica, filtrado sin su consentimiento y que rápidamente es compartido sin medir el daño que se le provoca, Merlí nos invita a pensar sobre los riesgos de exponer nuestra privacidad y la ajena e incita a sus estudiantes a dejar de vivir la vida a través de una pantalla. 

En una sociedad que nos invita a hacernos selfies al ombligo, definitivamente este es un tema clave y ni padres ni profes la tenemos nada fácil. Empezando por nosotros mismos. Nos vemos por las redes.

 

Capítulo 9: Epicuro

Si te dieran a elegir entre tener mucho dinero pero no tener ni un solo amigo o tener buenos amigos pero no tener ni un solo peso, ¿qué elegirías? Para Epicuro, el cultivo de la amistad es el mayor bien que podemos poseer. 

Nuestro profe coloca en escena a Epicuro, quien nos dice que para ser felices alcanza con no pasar hambre, con llevar una vida rodeada de buenos amigos y en la más absoluta serenidad. Ni siquiera la idea de la muerte, nos señala, debería perturbarnos: mientras existimos, la muerte no está presente y cuando la muerte se presenta, ya no existimos.

La ataraxia es para Epicuro la clave de la felicidad y consiste en la tranquilidad espiritual que logra aquel que lleva una vida sencilla y que ha comprendido que el mayor placer posible consiste en evitar los problemas y los deseos innecesarios, que son siempre fuente de dolor. 

En las pequeñas cosas de la vida, en una buena charla con un amigo, por ejemplo, se encuentra buena parte de la receta de la felicidad. En el jardín de Epicuro se cultivaba la amistad, como lo irán haciendo Merlí e Iván, más allá del vínculo entre profe y alumno y más allá de la diferencia de edad. ¿Quieren una buena vida?  Más que dinero, tengan buenos amigos.

 

Capítulo 11: Los sofistas

¿Qué importancia tiene el arte de la palabra? Los sofistas fueron los primeros maestros de la retórica y, con justicia, podrían ser considerados también los primeros educadores. Es que nosotros, los profes, tenemos mucho de sofistas y nuestra tarea en buena medida pasa por convencerlos discursivamente respecto del valor de estudiar y de la materia que les enseñamos.

A raíz del enfrentamiento que se genera entre los alumnos y el profesor Eugeni, Merlí referirá a los sofistas, señalando la importancia de la capacidad de argumentar, sea para defender de mejor modo nuestro punto de vista, sea para convencer al otro de nuestras razones o sea incluso para saber jugar con la verdad, defendiendo un punto de vista y luego el contrario en caso de ser necesario.

El propio Merlí nos va a mostrar con sus actos y a través de su discurso cómo se cuela fácilmente el doble discurso o las verdades a medias a la hora de buscar persuadir a los otros de nuestras perspectivas construidas a medida y muchas veces para la ocasión.

Los sofistas nos dejan una lección fundamental: finalmente el que prevalece por sobre los demás es quien está mejor preparado argumentativamente. Y el arte de la palabra puede ser usado de diversos modos. Que no los agarren desprevenidos, peripatéticos.

 

Capítulo 15: Hobbes

¿Qué pasaría si todos hiciéramos lo que quisiéramos, sin control por parte de poder alguno? Hobbes nos dice que sería una guerra de todos contra todos, pues en los hombres prima la ambición y el deseo de imponer nuestra voluntad por sobre la de los demás.

En un estado de naturaleza, remarca Hobbes, viviríamos en una permanente lucha de unos contra otros y no podríamos garantizar ni el orden ni el cuidado de la vida.

Por esto mismo, debemos renunciar a parte de nuestra libertad para cederla al Estado, a un gobierno fuerte que garantice nuestra seguridad y supervivencia.

Si el hombre es el lobo del hombre, si somos nuestro propio depredador, el único modo de no vivir bajo la violencia y el miedo, dirá Hobbes, es el de someternos a la conducción firme de un poder central, ese Leviatán creado por los hombres para asegurar nuestra protección y vida en común.

El tema del ejercicio del poder y de la autoridad atraviesa este nuevo capítulo, en particular a través de la tensión que se genera entre Merlí y Coralina, la nueva profesora de Historia,, de mano dura y arbitrariedades varias, que se convertirá rápidamente en la antagonista de nuestro profe y con la cual disputara una lucha casi cuerpo a cuerpo.

 

Capítulo 17: Kant

¿Es factible un orden moral en una sociedad que se permita la mentira? Para Kant, no hay dos respuestas posibles: no debemos mentir, ni siquiera cuando creemos que podría justificarse de algún modo. Pero, ¿acaso podemos desconocer que a veces es oportuno o hasta necesario recurrir a la mentira?

Si al mentir salvamos la vida de una persona que está siendo injustamente perseguida, ¿no sería ese un acto moral deseable? No para Kant, quien sostiene en su imperativo categórico que debemos obrar siempre de modo tal que nuestros actos se conviertan en ley universal.

Para Kant, todo acto moral tiene un valor en sí mismo y no por sus consecuencias. La verdad, nos recuerda, más allá de las circunstancias, es siempre un deber moral.

Pero, ¿es posible vivir sin mentir de vez en cuando? ¿Acaso las mentiras no son necesarias en ocasiones e incluso hasta beneficiosas? ¿Se puede mantener la verdad a cualquier precio?

A lo largo del capítulo, veremos recurrir a los protagonistas de la serie a engaños, medias verdades y mentiras. Lisa y llanamente, la ética kantiana parece estar muy lejos de la vida de nuestros personajes, que parecen decirnos que a veces es necesario mentir para sobrellevar los problemas o al menos para no pasarla mal. He ahí el imperativo categórico merlinesco.

 

Capítulo 18: Hiparquía

¿Serías capaz de desprenderte de todos tus bienes materiales, de una posición económicamente cómoda, para dedicarte a vivir con lo mínimo necesario y dedicando tus días a la filosofía? Esto fue lo que justamente hizo Hiparquía, una de las primeras filósofas que registra la historia.

Enmarcada en la escuela de los llamados filósofos cínicos, Hiparquía rechazó las convenciones sociales de su época y quebró con estereotipos varios. Sostenía que es imposible hallar la felicidad sometiéndose a las normas y que debemos guiarnos por los impulsos y deseos naturales.

Su pareja Crates también pertenecía a la escuela cínica y se cuenta que se les podía encontrar haciendo el amor a plena luz del día y en lugares públicos, si es que el deseo así lo mandataba, filosóficamente convencidos de que la sexualidad debe disfrutase sin restricción ni demora alguna.

Irreverentes, rebeldes, irónicos, se identificaban con los perros, a los cuales admiraban por su forma de vida sencilla y ausencia total de pudor y se burlaban de todo aquello que tuviese que ver con lo preestablecido.

Al igual que los filósofos cínicos, Merlí es un provocador y no dejará de escandalizar con sus acciones a aquellos que viven aferrados a lo normativo, sobre todo a los funcionarios institucionales de la debida planificación y el debido orden.

 

Capítulo 20: Butler

¿Nuestra sociedad está preparada para procesar debidamente la diversidad, lo distinto? La llegada al liceo de Quima, una profesora transexual, pone al descubierto los prejuicios que todos tenemos respecto de las identidades de género y coloca en escena a la filósofa Judith Butler.

Para Butler, el sexo de una persona es un concepto sociológico, cultural, elaborado desde una lógica binaria que no da cabida a los distintos, a lo llamados "raros" y es por esto mismo que para hablar de género debemos hablar directamente de relaciones de poder.

Poner el concepto de género en disputa, implica cuestionar también los conceptos de sexo y deseo y supone en nuestra serie volver a debatir sobre lo normal y lo aceptable socialmente.

Butler proponía la creación de actos performativos en torno a la identidad, o sea, recurrir a prácticas paródicas sustentadas en la teoría del performance capaces de generar nuevos significados, algo que en la práctica veremos suceder en nuestro liceo merlinesco, involucrando a profes y alumnos.

Cuando la profesora Quima le señala a su alumno Marc que es necesario luchar por ser quienes queremos ser y por las opciones de vida que tomamos, en buena medida nos remarca a todos el mensaje que este nuevo capítulo tan queer de Merlí trae consigo.

 

Capítulo 21: Freud

¿Tenemos las personas una parte oculta de nuestra psiquis, donde guardamos sentimientos e impulsos que podríamos considerar inaceptables o desagradables? Freud nos dirá que ese es el lugar del inconsciente, el cual influye en nuestra conducta, a pesar de no darnos cuenta.

Freud elabora una teoría de la personalidad donde señala que existe una tensión permanente entre el ello y el superyó, instancias psíquicas que chocan entre sí y explican en buena medida nuestros conflictos no resueltos, nuestras angustias y represiones.

El ello es una instancia psíquica a nivel inconsciente que se rige por lo instintivo y el principio de placer. Es el animal básico, primitivo, que todos tenemos oculto en nuestro interior y que busca satisfacer de modo inmediato nuestras pulsiones primarias.

En contrapartida, el superyó es una instancia que representa los principios morales que adquirimos de la sociedad. Es la figura paterna interiorizada, que nos indica que hay que hacer siempre lo correcto, reprimiendo de un modo u otro aquello que considere moralmente indeseable.

Los impulsos, los celos, la atracción sexual y la culpa, se presentan en la trama del capítulo, mostrándonos cómo nuestros protagonistas afrontan la tensión señalada por Freud. ¡Que el superyó los acompañe entre semana y tengan un fin de semana a puro ello!

 

Capítulo 23: Engels

¿Es la familia un aparato ideológico del Estado? Engels nos dice que el poder estatal instala a la familia como un recurso para consolidar la propiedad privada y la preponderancia del hombre, estableciendo divisiones de trabajo basadas en la esclavitud doméstica de la mujer.

Engels señala que la idea de familia es un mecanismo de reproducción de las desigualdades económicas, a la par que ha servido para controlar la moral sexual de las mujeres y para fortalecer la doble moral masculina, en tanto a los hombres generalmente sí se les tolera la infidelidad.

La familia ha dado al hombre una posición de privilegio y ha establecido ventajas de género, incluso en el orden de la herencia establecida. El hombre se convierte así en quien lleva las riendas del poder y la mujer termina siendo un medio de reproducción de esa ventaja masculina.

Justamente, este nuevo capítulo de Merlí nos irá mostrando diversas circunstancias y conflictos que tienen que ver con la familia, desde los problemas de la profesora Coralina con su hijo o los de Gerard respecto de asumir un rol paterno con el hijo de su novia Oksana hasta la crisis familiar que desencadena Pol en su relación con la madre de su compañero Iván.

 

Capítulo 24: Zizek

¿El amor incluye las imperfecciones del otro? Amar no significa simplemente recortar nuestros vínculos por el lado de las buenas vivencias, sino que trae consigo cuestiones que no siempre nos resultan agradables. No hay amor sin considerar los errores y defectos del otro.

El filósofo esloveno Zizek nos dice que cuando idealizamos el amor no nos hacemos cargo de los "desechos" que también trae consigo. Amar implica asumir riesgos. Y las imperfecciones de aquellos que queremos también forman parte del asunto.

Partiendo del planteo de Zizek, Merlí nos dirá que vivimos en una sociedad de vínculos descafeinados, donde parece triunfar el exceso de "tacto" y las almas puras. La corrección política, nos señala, atraviesa nuestras relaciones y las vuelve insulsas.

Este nuevo capítulo de Merlí nos llevará a reflexionar sobre las verdades incómodas que pueblan nuestras relaciones y cómo a veces el amar a una persona implica momentos de necesarios y dolorosos enfrentamientos.

Amar trae consigo choques frontales, recoger la basura y asumir la dureza de nuestra fragilidad.  A su modo lo escribe Zizek y también lo canta Sabina: "que las verdades no tengan complejos, que no te duerman con cuentos de hadas y que no te vendan amor sin espinas".

 

Capítulo 25: Taoísmo

¿Existe un equilibrio universal? Para el taoísmo las situaciones que se van presentando en nuestras vidas tienen que ver con el curso armónico del universo. Simplemente, las cosas fluyen y se van acomodando de modo natural.

La constante del universo es el cambio y somos libres en cuanto aceptamos dejar atrás las situaciones que nos hacen dependientes, sin oponernos a los cambios que la vida nos presenta.

El Tao es un camino que supone el salirse en el momento indicado de nuestra zona de confort y aceptar sin resistencia el devenir de las cosas. Como lo ilustra Merlí en el cuento que coloca en escena, a veces debemos arrojar la vaca por el barranco para poder avanzar.

El capítulo nos irá mostrando diversas situaciones en donde nuestros profes y sus alumnos van asumiendo los giros que la vida les propone. La lección del taoísmo atraviesa toda la trama: hay que dejar fluir las cosas, sin el miedo a lo que vendrá.

Aunque la filosofía oriental no siempre nos resulte cercana ni comprensible en su idea de libertad, no pocas veces hemos escuchado en nuestro entorno frases como "las cosas por algo pasan y lo que viene seguro es mejor". Claramente, un taoísmo de base.

 

Capítulo 29: Camus

¿Es la vida un absurdo sin sentido? A partir de que Iván, Tania y Berta son testigos involuntarios de un suicidio, nuestro profe lleva el tema al aula, colocando en escena a Camus, para quien el único tema verdaderamente importante de la filosofía es el del suicidio.

¿Para qué vivir, por qué no suicidarse? Cuando el suicida no encuentra más que sinsentido frente a la pregunta de ¿por qué estoy aquí?, convierte su acción en una confesión: confiesa que la vida le ha sobrepasado y decide abandonarla.

Camus nos dirá que a pesar de que tomemos conciencia de lo absurdo de vivir, nos aferramos a la vida porque tenemos la esperanza de encontrar un sentido a nuestra existencia.

¿Es válido buscar ese sentido en la religión, en una realidad trascendental? No para Camus, ni para Merlí, quien al respecto se verá interpelado por su alumno Oliver, que reivindicará el sentido que en su vida le brinda la fe.

Camus nos enseña que debemos valorar la vida más allá de su intrascendencia.  Podemos resignarnos a no vivir o aceptar el absurdo y vivir pese a ello. Y es esta la lección vital que nos propone ese nuevo capítulo de Merlí.

 

Capítulo 31: Arendt

¿Cómo es posible que un individuo sea capaz de cometer atrocidades por cumplir de manera adecuada con su trabajo? Hannah Arendt nos dirá que hay personas capaces de ejecutar las peores acciones de manera burocrática, simplemente obedeciendo el mandato de sus jerarcas.

Al respecto, Arendt coloca en escena el concepto de banalidad del mal, para referirse a los actos de maldad realizados por un individuo sin considerar lo correcto o no de su proceder, eliminando toda implicancia moral a su accionar.

En relación con esa incapacidad de pensar por sí mismo y reflexionar sobre sus actos, radica también la pregunta sobre el perdón. ¿Es posible perdonar a un individuo que ni siquiera considera la dimensión moral de su proceder?

Nuestro sentido de lo moralmente correcto es lo que en definitiva nos hace personas y nos permite perdonar o ser perdonados. Es imperdonable aquel que se ubica por fuera de la condición humana definida por nuestro sentido del bien y del mal.

Este nuevo capítulo de Merlí abordará al problema de la culpa y del perdón y su desarrollo nos irá demostrando que es tan difícil asumir nuestros errores y disculparnos como el tener la humana capacidad de perdonar.

 

Capítulo 32: Kierkegaard

¿Es la libertad lo que nos define? Lo es para Kierkergaard, quien señala que lo que nos distingue es justamente nuestra capacidad de tomar decisiones sobre nuestras vidas, de poder elegir y definir el devenir de nuestra existencia.

Podemos optar por hacer el bien o el mal, podemos elegir construir nuestra vida de un modo o de otro e incluso podemos elegir quitarnos la vida. Esa capacidad de libertad, nos dirá nuestro filósofo danés, también trae consigo miedos y angustias.

Los individuos no siempre sabemos cómo enfrentarnos a nuestra capacidad de decidir y el miedo suele entrar en escena. Frente a la posibilidad del cambio que nos libera, es frecuente paralizarnos y no dar el paso, por el miedo a lo que vendrá.

El saber que estamos condenados a ser libres, a ser responsables de nuestros actos en todo momento, de saber que somos lo que vamos eligiendo, también nos provoca angustia. Dirá Kierkeegard que la angustia es el vértigo de la libertad.

La trama del capítulo nos irá introduciendo en los dilemas y miedos que trae consigo la libertad, la irrenunciable capacidad de elegir que tenemos. Y también por supuesto, lo que la libertad excesiva y desbordada trae consigo.

 

Capítulo 36: Heidegger

Si de algo podemos tener certeza es de nuestra finitud. Y el tomar conciencia de que tarde o temprano vamos a morir es lo que define nuestra existencia y lo que nos permite, según Heidegger, llevar una vida auténtica, libre.

Vencer el temor a la muerte implica asumirla como parte constitutiva de nuestra vida. Desde que nacemos comenzamos a convivir con la posibilidad del fin de ese proyecto existencial que somos. Y somos, nos dirá Heidegger, en la medida que dejamos de ser.

Intentar eludir la angustia de sabernos un ser arrojado a la muerte, vivir como si fuésemos a vivir para siempre, es un modo de intentar esquivar lo imposible, un modo de no comprender el sentido de la vida.

Al asumir nuestra finitud, al vivir como si fuésemos a morir, la vida de despliega a pleno y nos invita a comprender la importancia de cada instante, de los momentos siempre irrecuperables y a relativizar todo lo secundario que nos rodea.

La ineludible parca vuelve a visitar nuestra serie, dotada ahora de un sentido heideggeriano, donde comprender que somos seres para la muerte no hace más que aportarnos la lucidez de vislumbrar lo realmente importante de la vida.

 

Capítulo 37: Hegel

¿Qué es lo que determina las relaciones sociales entre los hombres a lo largo de la historia? Hegel nos dirá que la historia se teje sobre los deseos humanos enfrentados, sobre la relación de desigualdad, enmarcada en la dialéctica del amo y el esclavo.

El deseo humano es fundamentalmente el deseo de ser reconocido por el otro, el querer que nos otorguen un valor que nos permita diferenciarnos. Por esto mismo, subraya Hegel, lo propio del ser humano es imponerse sobre los demás.

Hegel señala que la historia universal se escribe sobre la base del amo y el esclavo, donde los dominadores se imponen anulando el deseo de reconocimiento de los dominados, quienes se asumen a sí mismo a partir de una lógica en la que solo impera la mirada del amo.

Sin embargo, el amo termina dependiendo del esclavo, pues su condición de dominador solo es posible a partir del reconocimiento que le otorga su antagonista, ingresando en un espiral de dependencia donde ninguno es libre.

El juego dialéctico del amo y el esclavo es recreado en la trama a partir del vínculo entre Merlí y Pol, el alumno que se ha convertido en su discípulo, en su sucesor, en aquel que finalmente logrará iniciar un camino de autonomía y libertad.

Estimado lector, sapere aude.

 

PABLO ROMERO GARCÍA

Profesor de Filosofía, comunicador

 

Imagen de portada: Netflix

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2021-08-27T00:17:00