Narradores brasileños

Alejandro Carreño T.

Contenido de la edición 29.08.2023

 

¿Qué conocemos los latinoamericanos hablantes de español de la literatura brasileña?

He querido comenzar este ensayo sobre la narrativa de Brasil recordándome esta pregunta que hace muchos años me hice cuando preparaba mi viaje a São Paulo, ciudad inolvidable en la que viviría por cerca de 20 años.

São Paulo me abrió las puertas a una cultura maravillosa, insospechada e ignorada adquirida a través de un idioma melodioso y envolvente.  Durante mucho tiempo la "rua" Monte Alegre 984, en el barrio de Perdizes, fue mi segunda casa. Estudiar mi magíster en Comunicação e Semiótica en la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC), significó para mí la concreción de un sueño soñado por mucho tiempo. Pero jamás pensé que mi Profesor Guía sería el académico, traductor y poeta Haroldo de Campos, un hombre excepcional, de una asombrosa cultura enciclopédica, humilde, sencillo y generoso con su sabiduría. Pero, sobre todo, un ser humano inigualable. La PUC y mi maestro Haroldo de Campos fueron mis primeros contactos con la literatura brasileña y su desbordante cultura cosmopolita. Mis lecturas literarias, paralelas a mis lecturas insoslayables del magíster, se fueron multiplicando en la medida en que la lengua portuguesa se iba tornando más cercana. Mi biblioteca fue sumando tiempo, libros y autores, con el único propósito que el de adentrarme en la riquísima selva literaria brasileña, sin ningún orden establecido, pero sí con mucho entusiasmo.

Hoy, muchos años después, en la tranquilidad de mi biblioteca en Santiago de Chile, reviso nuevamente una serie de libros sobre la literatura hispanoamericana, buscando en ellos información sobre literatura brasileña. Quiero verificar si esta literatura del gigante de nuestro continente se encuentra presente en estas obras. El Tomo I de Narradores de esta América (1976), de Emir Rodríguez Monegal, presenta un capítulo sobre "La novela brasileña", otro dedicado a José Lins do Rego y un tercero sobre João Guimarães Rosa. En su Ensayos sobre Literatura Latinoamericana (1958), Arturo Torres Rioseco presenta un capítulo sobre Graciliano Ramos y otro dedicado a Manuel Bandeira. Por su parte, Juan Loveluck en su La novela hispanoamericana (1972), presenta en la última parte un texto de Emir Rodríguez Monegal, "La nueva novela latinoamericana", publicado en Life en Español, Vol. 25, N.6 del 15 de noviembre de 1965, una página y media sobre João Guimarães Rosa y su Grande Sertão: Veredas. Por su parte, Editorial Fundamentos publica en 1971 su Panorama Actual de la Literatura Latinoamericana y dedica un capítulo firmado por Carlos Heitor Cony sobre "Literatura brasileña contemporánea". Y en la antología de Cuentos de mujeres infieles, de Editorial Andrés Bello de 1996, se encuentra el relato "La misa del Gallo", de Machado de Assis. Debo tener otros en que aparezca alguna mención a la literatura brasileña.

Pero son muchos más los que no le dedican ni un solo comentario. Y son textos clásicos, como el de Cedomil Goic, mi Profesor Guía cuando cursaba mi Doctorado en Filosofía con mención en Literatura, en la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile: Historia de la Novela Hispanoamericana (1980) o La Novela Hispanoamericana Actual (1971), de Ángel Flores y Raúl Silva Cáceres. O Nueva Historia de la Literatura Americana (1982), de Luis Alberto Torres. Ignoro cuál es la realidad actual de nuestra América hispana al respecto, pero en Chile es muy poco lo que se sabe de la rica literatura que ahora comentamos. Por eso la aclaración en la solapa del libro Cuentos Brasileños, de la Editorial Andrés Bello (1994), resulta muy ilustrativa para enfatizar este desconocimiento de la literatura brasileña en Chile: "Gracias a una iniciativa de la Embajada de Brasil en Chile, Editorial Andrés Bello ha podido reunir en este breve volumen una muestra de la mejor narrativa brasileña, parte de una de las literaturas más vivas, ricas, complejas, apasionantes y dignas de lectura de este siglo". La antología, recopilación del escritor Affonso Romano de Sant'Anna, reúne quince autores brasileños pertenecientes a la segunda y tercera generación modernista, es decir autores que se hicieron conocidos en los años cincuenta del siglo pasado, aunque algunos comenzaron su labor literaria en la década del cuarenta, como Lygia Fagundes Telles, Murilo Eugênio Rubião y Fernando Sabino. Como toda antología, responde no solo a autores representativos del modernismo, en este caso, sino también al gusto personal del antologista.

Cuentos Brasileños incluye dos relatos de Machado de Assis (1839-1908) que, evidentemente, no es un autor "modernista", en el sentido de la historia literaria con que suelen dividirse los distintos momentos representativos de la evolución estética y estructural de la literatura. El autor de Ressurreição (1872), Memórias Póstumas de Brás Cubas (1881), Quincas Borba (1891), Dom Casmurro (1899), Esaú e Jacó, (1904) y Memorial de Aires, (1908), entre varias otras novelas, cuentos, obras de teatro, poesías, crónicas, trasciende su tiempo y se yergue como el símbolo literario de una literatura francamente talentosa, rica y variada. En su ensayo "Encontro de Culturas", que forma parte del libro América Latina em sua Literatura, publicado por Perspectiva (1972), Rubén Bareiro Saguier comenta: "O romance brasileiro do século XIX tem uma evolução diferente da do hispano-americano. Com efeito, a maturidade de um escritor como Machado de Assis indica que o Brasil se antecipou ao resto do continente na obtenção de uma síntese entre a 'selva local' e os 'enxertos europeus'". Y cita, a renglón seguido, a uno de los grandes estudiosos de la literatura brasileña, Antônio Cândido: "um exemplo de como se faz literatura universal pelo aprofundamento nas sugestões locais... É o escritor mais brasileiro que já existiu, e certamente o maior". La presencia de Machado de Assis, abriendo esta antología, augura un recorrido auspicioso que, sin duda, el lector sabrá apreciar debidamente.

Las obras de Luiz Vilela, nacido en Minas Gerais en 1942, han sido traducidas a varios idiomas como el alemán, español, inglés, polaco, entre otros. Entre sus novelas destacan: O inferno é aquí mesmo (1973), O choro no travesseiro (1979), Graça (1989). De sus libros de cuentos son reconocidísimos: No bar (1968), Tarde da noite (1970), Contos escolhidos (1985), Você verá (2013), Feijoada e Outros Contos (2014). La antología citada de André Bello presenta el cuento "Mis ocho años". Un tierno relato desde la perspectiva de un narrador adulto que recuerda acontecimientos de sus ocho años, como usted, lector, o como yo, recordamos más de alguna vez en nuestras vidas: "Cuando tenía ocho años yo vi al demonio" comienza la historia de los ochos años de este narrador. El demonio es un cura. Son varias historias resumidas en párrafos vivaces, descriptivos y elocuentes que ilustran distintos momentos de su vida de niño: "A mí no me gustaba doña Dalva porque era vieja y fea, mala", recordando a su profesora. O a Lucinha, la de "dientecitos de conejo y ojos azules" su amiguita que nunca ni siquiera le sonrió", aunque sí lo hizo Zizica "que era gorda y tenía la voz ronca" y que lo amenazó escribiéndole una carta diciéndole que si no la quería "se tomaría un insecticida".

La ternura propia de los recuerdos de un niño de ocho años, se contrapone con violencia a la dureza del relato "El muchacho del saxofón", de la mencionada Lygia Fagundez Tellez (1918-2022), la escritora paulista de extensa carrera literaria que se inicia en 1938 con la publicación de su primer libro de cuentos Porão e sobrado, género literario que la consagraría en sus diecisiete libros de relatos de los que mencionamos solo algunos: Histórias do desencontro (1958);  Seminário dos Ratos (1977); A Disciplina do Amor (1980); A noite escura e mais eu (1995); Invenção e Memória (2000); Durante aquele estranho chá: perdidos e achados (2002). Y varias novelas: Ciranda de Pedra (1954); As Meninas (1973); As Horas Nuas (1989). Ciranda de Pedra tuvo una exitosa adaptación para la televisión en 1981, como tal vez recuerde algún lector. "Me quedé mirando su cara, que de tan blanca parecía hecha de yeso. Después miré el saxofón". Así describe el narrador-camionero al muchacho que toca su instrumento toda vez que su mujer tiene sexo con un cliente en el cuarto del lado. Es un relato que confunde al lector por la pasividad del muchacho y la desenfadada conducta de su mujer. El camionero, como seguramente el lector, no comprende la escena que trasciende su propia capacidad de entendimiento. "¿Y tú aceptas todo eso así tan tranquilo? [...] -Yo toco el saxofón", fue la respuesta.  Una respuesta que desarticula la razón y se confunde con el silencio y la soledad del muchacho que acepta su destino de "cornudo", como le llaman, con extraña y desesperante resignación. El narrador-camionero expresa, tal vez, lo que el lector siente al terminar el relato: "Mi ansia por huir era tan fuerte que el camión arrancó desenfrenado, de golpe".

Pero usted no querrá huir de la historia fantástica de Marina Colasanti (1937), "La moza tejedora". Le recordará algunos relatos de las Mil y una noches o algún cuento fantástico de Gabriel García Márquez o, por qué no, algún relato de Perrault o de Andersen. Es una historia única en esta antología de Editorial Andrés Bello, breve y rica en imágenes como son los cuentos infantiles, en los que todo transcurre con el más natural de los desparpajos. De hecho, en 2017 obtiene el "XIII Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil". "SM" es una editora española especializada en literatura infanto-juvenil. "La moza tejedora", de exuberante imaginación, como les gusta a los niños, construye un universo encantado desde su telar, para satisfacer la avaricia de su príncipe inventado por ella en el propio telar: "Y poco a poco su dibujo fue apareciendo: sombrero emplumado, rostro barbado, cuerpo erguido, zapato pulido. Estaba justamente colocando el último hilo, cuando tocaron a la puerta. / Ni siquiera necesitó abrir. El hombre puso la mano en el pomo, se quitó el sombrero de plumas y fue entrando en su vida". 

Una narración extraordinaria, que seduce con su historia literalmente tejida por los hilos de la imaginación más fértil de Colasanti, que llega al cuento de hadas reescribiendo La Bella Durmiente, para un periódico donde trabajaba, y pidiéndole a los niños que reconociesen la historia: "Pero de regreso a casa, cuando comencé a escribir, poco a poco me salió otra historia, un cuento de hadas que titulé Siete años, y siete más. ¡Quedé estupefacta! Había entrado en la cueva de Alí Baba, y decidí inmediatamente que no la quería dejar. Pero no sabía la palabra mágica, no sabía cómo había logrado entrar en ese otro universo. Tuve que trabajar internamente para descubrirlo", en entrevista a Galia Ospina para la revista Babar del 28 de septiembre de 2015. Fantasear, dice Andrea Marcolongo en su Etimologías para sobrevivir al caos. Viaje al origen de 99 palabras, (Taurus, 2021), "es la capacidad que tiene la mente humana de crear imágenes, de dibujar formas, de plasmar ideas, de sentir emociones..., sin preocuparse de si todo ello es verdad o no". Es lo que exactamente hace Marina Colasanti.

Pero Murilo Rubião (1916-1991) no escribe cuentos de hadas, aunque sí fantasea. "Bárbara", el cuento antologado y que comentamos a continuación, es un muy buen ejemplo del realismo mágico que vivió tiempos gloriosos en nuestra América hispana. Es, como señala Romano de Sant'Anna, pionero en Brasil de esta tendencia literaria. La historia de Bárbara, protagonista del cuento homónimo narrado por su marido, es la historia de una relación absurda, dominada por los pedidos demenciales de la mujer que el narrador consiente también con demencial obediencia. Se conocen desde niños. Son pololos, novios, matrimonio. Él recuerda pasajes de su niñez que marcan la absurdez de todo el relato: "Mientras mantuve la natural inconsecuencia de la infancia, no sufrí con sus rarezas". Y la palabra "rareza" salta de inmediato a los ojos del lector, pues todas las definiciones de "raro" de la RAE le son apropiadas a Bárbara, sobre todo la quinta: "Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse". La mujer es definitivamente un personaje singular.

Cuando niños, el narrador debía trenzarse a golpes con los compañeros solo porque ella se lo pedía y disfrutaba viéndole su cara machucada: "Y si regresaba con el rostro herido, más contenta se ponía. Me sujetaba la cabeza con sus manos y se quedaba feliz acariciándome el rostro entumecido, como si los hematomas fueran un regalo para ella". Sorprende la naturalidad con que el marido-narrador cuenta la historia en una narración ab ovo que describe la rara relación de una pareja singular, porque el narrador es también un personaje singular. De hecho, las dos primeras definiciones que presenta la RAE del término "singular", reflejan con meridiana claridad lo que estos personajes esencialmente son: "solo, único en su especie" y "extraordinario, raro o excelente". El procedimiento de singularización en literatura consiste, precisamente, en no llamar al objeto por su nombre, sino en describirlo como si se lo viera por primera vez y en tratar los acontecimientos como si ocurrieran por primera vez: "Pero después de unos minutos respiré aliviado. No pidió la luna, sino una minúscula estrella, casi invisible a su lado. Partí a buscarla".

Si "Bárbara" deja en el lector un mundo de peticiones absurdas e incomprensibles complacencias, "El hombre desnudo" lo hará reír con su historia que de tan común que es, puede que le haya ocurrido a él mismo una historia semejante o algo parecido, aunque no haya estado desnudo. El cuento de Fernando Sabino (1923-2004) es breve, directo, sin espacios para la meditación. Se lee en menos que canta un gallo y los diálogos entre marido y mujer, seguramente los escuchamos alguna vez de alguna tía vieja, cuando los cobradores iban a las casas a cobrar la mensualidad: "Al despertar dijo a su mujer: / --Oye, hija, hoy es día de pagar la cuota del televisor, seguro que viene el hombre a cobrar. Pero sucede que ayer no traje dinero de la ciudad, no tengo nada. / -Explique eso al hombre --dijo la mujer. / -No me gusta hacer eso. Parece sinvergüenzura y me gusta cumplir con mis obligaciones rigurosamente. Oye, cuando llegue el hombre nos quedaremos callados aquí dentro, sin hacer ruido, para que él piense que no hay nadie.  Dejémoslo llamar hasta que se canse; mañana le pago". No hay deshonestidad en el hombre, sino un olvido que no quiere que se confunda con ser un sinvergüenza. El hombre tiene su pudor.

Se saca el piyama y se dirige desnudo al baño. Se inicia así una historia que Fernando Sabino maneja con singular destreza humorística y realismo social que ilustra lo nuevos aires que se respiran en la sociedad. "El hombre desnudo" se publica en 1960 en el libro homónimo de crónicas y cuentos: O Homem Nu, por la Editora do Autor, fundada por el mismo Sabino, Rubem Braga y Walter Acosta. La historia del hombre desnudo, llevada dos veces al cine, en 1968 y 1997, es una secuencia de situaciones hilarantes en las que el protagonista, hombre pudoroso, es el centro de las miradas y el blanco de la ironía suprema que cae sobre él con la fatalidad propia de las cosas impensadas: "María, la esposa del infeliz, abrió finalmente la puerta para ver qué sucedía. Él entró como un rayo y se vistió precipitadamente, sin ni siquiera acordarse del baño. Pocos minutos después, restablecida la calma allá afuera, golpearon la puerta. / --Debe ser la policía -dijo él, todavía jadeante, yendo a abrir. / No era: era el cobrador del televisor".

Cuentos Brasileños es una interesante introducción a la narrativa brasileña que nosotros hemos querido difundir mediante este trabajo. Por cierto, nuevos autores esperan también ser leídos por el mundo hispano. Pero, lo importante es acercar la rica literatura brasileña al lector de lengua española. Mejor, naturalmente, si usted entiende el portugués escrito, una lengua que, para nosotros, los hablantes de español, suele ser engañosa y normalmente, difícil de leer.

Autores como Roberto Drumond, Ivan Angelo, Clarice Lispector y tantos otros, esperan por usted.

 

ALEJANDRO CARREÑO T.

Profesor de Castellano, magíster en Comunicación y Semiótica,

doctor en Comunicación. Columnista y ensayista (Chile) 

 

Imagen: CONTRATAPA/Daniel Feldman


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2023-08-29T17:48:00