Ni un pelo de tonto
Marina Pose
Contenido de la edición 15.10.2025
En marzo se presentó el libro "Historias descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.
En CONTRATAPA venimos presentando regularmente todos los textos. A continuación, el texto de Marina Pose (y la foto que lo acompaña).
Ni un pelo de tonto
Marina (1945)
¡No te puedo ver con esos pelos! ¡Sacate ese pelo de los ojos! Son frases que escuchaba con frecuencia en la voz de mi madre. Hasta el día de hoy, tantísimos años después, sigo teniendo el pelo a disgusto de alguna gente, a la que le molesta ver el pelo en los ojos o los pelos huérfanos de un buen corte de peluquería. ¡La peluquería! Ese es un lugar que visito muy de vez en cuando. Una de esas veces, un peluquero me dijo que para él el pelo era materia de creación y que trataba de hacer arte con las cabelleras de sus clientas. En cierto sentido, yo pienso lo mismo. Él, con peines y tijeras, despliega toda su imaginación en cabezas ajenas. Yo, con la cámara, me autorretrato jugando con mi pelo, invento, transformo, creo y recreo, experimento y documento. Así descubrí un nuevo camino para conocerme más a mí misma. Ella, mi cámara, es mi cómplice.
La primera vez creo que fue con el celular. Salir de la ducha con la cabeza mojada y verme en el espejo se convirtió en la ocasión para empezar a divertirme con las posibilidades que me ofrecía mi pelo, tanto largo como corto. Todo era posible en mi imaginación para intervenir ese elemento tan mío, tan propio, tan personal. Incluso podía con él crear personajes y expresar un montón de cosas, tanto en el momento de sacar la foto como en la posterior edición.
También el pelo ya secado vino a decirme que podíamos seguir imaginando historias, con distintas luces y sombras, con formas o dibujos, texturas... Seguir investigando me da placer. Siento un disfrute especial cuando estoy con la cámara en la mano y el pelo allí, como esperando que lo fotografíe. El color, el brillo natural y la docilidad que tiene también son para mí incentivos estéticos que me llevan a transitar por muchas emociones. La cabellera es la que me aporta energía, la que me hace más libre, más yo misma, y siento que es en el pelo donde puede habitar la locura e incluso la poesía.
Y ya, para terminar, les confieso que siento a veces que mi pelo tiene vida propia y es él quien manda en mí, es él quien propone y yo solo ejecuto, disparando con la cámara. Me basta salir al viento para darme cuenta de quién domina la situación. Cuando se enfada, se enreda; y ni te cuento cuando se cae y queda recostado en la espalda, sabiendo que allí no lo puedo ver. Mi pelo no tiene ni un pelo de tonto.
Imagen de portada: Marina Pose