Contratapa

 

En marzo se presentó el libro "Historias descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.

En CONTRATAPA venimos presentando regularmente todos los textos. A continuación, el de Tania Astapenco (y la foto que lo acompaña).

 

Ondas cómplices

Tania (1963)

Corría el año 1983 y en ese año, como ya había sucedido en otros, compañeras y compañeros de militancia clandestina caían presos; eran detenidos, secuestrados forzosamente en las calles, en los lugares de trabajo o de estudios, en sus casas...

Con mis 20 años, cumplidos hacía muy poco, tuve que irme de mi casa, retirarme de mis estudios y dejar el trabajo que había conseguido para ayudar a mi familia.

Todo fue muy rápido: una compañera me esperaba un poco antes de las 8 de la mañana en la esquina de la escuela donde tenía que dar «una clase crítica». «No vayas», me dijo.

De ahí en más el día fue largo. Muchas horas en un boliche hasta saber de un lugar en donde pudiera quedarme. Ese día pasaba a la clandestinidad. Ello significaba muchas cosas, muchas. Muchos cambios bruscos, fuertes. Además de salir del circuito de vida, alejarme de mis afectos, entre otras, tenía que cambiar mi apariencia física. Y de las primeras cosas que hice fue cambiar mi pelo.

Mi pelo lacio, castaño, llovido al que presté mucha atención en mi adolescencia ahora tenía que cambiarlo para que me viera distinta, para que me sintiera tal vez un poco más protegida al caminar por las calles. Fui a una peluquería; hubo un corte y aparecieron los rulos junto con las nuevas vueltas en mi vida. Esos falsos rulos me mostraron otra imagen frente al espejo, me hicieron sentir un poquito más segura. Vaya a saber cuáles fueron las razones, pero siguieron acompañándome hasta hace muy poco; siguieron mi historia, mis decisiones... Se integraron y ondearon solidariamente durante varios capítulos de mi vida.

 

Imagen de portada: Cristina Lampariello