Por donde se ve el otro camino: Josefina Plá

Lilián Hirigoyen

María Josefina Teodora Plá Guerra Galvany, más conocida como Josefina Plá, fue una poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, locutora radial y periodista. 

Contenido de la edición 14.01.2021

María Josefina Teodora Plá Guerra Galvany, más conocida como Josefina Plá, fue una poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, locutora radial y periodista. Si bien nació en España, fue llamada la "española de América" debido a que se sintió  identificada más con su país de adopción, Paraguay, que con el de su origen.

Escribió poesía, cuento, novela y ensayo, y tuvo gran influencia en los poetas paraguayos. Recibió premios y distinciones por su obra, en la que se destaca la defensa de los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres.

Nació en el Islote de Lobos, en Canarias. Fue hija de Leopoldo Plá y de Rafaela Guerra Galvani. Si bien no existen datos ciertos acerca de la fecha de su nacimiento, uno de sus biógrafos más reconocidos, Raúl Amaral, asegura que fue el 9 de noviembre de 1903. Pasó su infancia y su juventud en diversas ciudades de España, acompañando a su padre que se desempeñaba como funcionario en provincias.

En 1924 conoció en Villajoyosa, Alicante, al pintor y ceramista paraguayo Andrés Campos Cervera, más conocido como Julián de la Herrería, con quien se casaría dos años después. En 1926 llegó a Paraguay y se estableció en el centro de Asunción. Ya desde ese momento incursionó en el ambiente literario, pues presentó sus escritos en el quincenario Juventud, principal vocero de la generación de escritores del postmodernismo paraguayo, colaborando además en revistas de ese país. También realizó periodismo radiofónico y escrito, desde 1927 hasta 1952, fecha en la que abandona el periodismo profesional, pero prosigue con sus actividades a nivel literario y crítico.

En 1935 viaja con su marido a España, y tres años después, muerto él, regresa a Paraguay.

Colabora en importantes publicaciones de las Américas, como "Cuaderno y Revista de Historia de América y México"; "Anales del Instituto de Arte Americano", de Argentina; "Journal of Interamerican Studies", de Estados Unidos, y también en revistas europeas, como "Cuadernos Hispanoamericanos", de Madrid; "Humboldt", de Alemania; "Cuadernos y Cahiers des Amériques Latines", de París, etc.

Durante varios años se dedicó a la investigación del pasado cultural de Paraguay, prácticamente desconocido en ese momento. Fue autora del capítulo correspondiente a ese país en la "Enciclopedia de Arte Americano"

En 1953, bajo el título de "Arte nuevo", puso en marcha la actualización de las manifestaciones plásticas paraguayas.

Por elección personal y sentimental, casi toda su vida adulta la dedicó al Paraguay, su país de adopción, y como lo manifestara más de una vez, investigar el pasado cultural de América era, para ella, una forma de seguir y exaltar la huella espiritual española.

Josefina Plá falleció en Asunción en 1999, después de haber escrito más de cincuenta títulos de poesía, narrativa y teatro, y también de haberse interiorizado en varios temas: la historia social y cultural del Paraguay, la cerámica, la pintura y la crítica, por lo que es considerada como una referente en materia cultural en el Paraguay del siglo pasado.

Un año antes de morir se le concedió la ciudadanía honoraria paraguaya.

Entre otras muchas distinciones, recibió en el mismo año dos reconocimientos: el Gobierno español le otorgó la distinción "Dama de la Orden de Isabel la Católica" y Paraguay le concedió el premio "Mujer del Año".

Forma parte indiscutible de la historia de la poesía paraguaya. Junto a Herib Campos Cervera, estarían destinados a ser los iniciadores de una nueva etapa, la moderna y contemporánea.

El libro que reúne toda su obra poética, Josefina Plá-Poesías completas, editado en 1996, posee un prólogo de Augusto Roa Bastos, en el que, entre otras cosas, dice:

Esta escritora de primer orden, que pudo destacarse ampliamente entre sus iguales y ser una figura representativa en cualquier patria donde la inteligencia y el talento al servicio de una conciencia incorruptible constituyen un honor, prefirió quedarse a trabajar en su humilde retiro paraguayo, porque su vocación y su fe, su amor por esta tierra de su destino, son más fuertes que toda efímera ambición.

A su gloria personal, prefiere el anónimo heroísmo de los que construyen un arte en el desierto [...] Esta es su gloria más pura y perdurable.

Hoy presentamos una pequeña selección de poemas que integran algunos de sus libros: La raíz y la aurora, publicado en 1960; Invención de la muerte, de 1965; Satélites oscuros, de 1966, La llama y la arena, de 1987 y unos pocos poemas de El polvo enamorado, versión tomada de Latido y tortura. Selección poética de Josefina Plá, publicado en 1995 en vida de la autora. El último extracto, XVI, corresponde a Los treinta mil ausentes: elegía a los caídos del Chaco, experiencia que tuvo que ver con su etapa de periodista cuando cubrió para el diario El Liberal, la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Décadas más tarde, en 1985, las emociones intensas producto de esas vivencias quedarían plasmadas en papel y en su poesía.

CONCEPCIÓN

Me tendrás a tu lado. Me besarás. Y luego,           

como al moreno cántaro que espera al fin del surco,                    

a mi sumiso cuerpo se alargarán tus brazos.                      

Se saciará tu sed: la exigua sed de un hombre.                  

 

De mi lecho después, en largas madrugadas          

hacer creerás el blanco camino del olvido.            

Y sin embargo, ciego piloto de mi entraña,            

conmigo habrás llegado por una noche sola,                     

 

a la encantada playa donde no está tu muerte.                 

Por el nocturno río caliente de mi sangre   

irán tus ojos lejos, para jamás volverse,                 

tu voz prenderá en roca para perennes ecos.                     

 

Tú no lo sabes, hombre, tú no lo piensas, ciego.                

Esta noche mi cuerpo será, ¡oh antiguo nauta!                  

el puerto de que zarpen las naves de otra aurora.

 

NADIE LE EMPUJA

Nadie le empuja Nadie lo retiene

nadie le advierte nadie le cede el paso ni le espera

 

Indiferentes

le ven pasar con su sentencia

oculta como un zorro robado en la cintura

royéndole hasta el hueco de los dientes

 

Nadie le impide el paso ni le espera

porque todos quisieran ser los últimos

 

Nadie le toca Nadie

le empuja Llega solo

llenándose sin nadie del silencio

de todos los que llegaron antes

tapiándose de nombres olvidados

y de palabras sin respuesta

 

Llega solo

nadie le empuja nadie le retiene

porque todos quisieran ser los últimos

 

NO INVOQUES LA DE AYER

No invoques la de ayer porque ya se ha marchado

Desde que tú partiste murió ya muchas veces

y aunque ha vuelto a nacer nunca ya fue la misma

 

Más pequeña más ingenua más tímida unas veces

otras veces más sabia más triste, más marchita

Pero siempre distinta y otra siempre

 

A veces más conforme, más llena de mi sangre

como si todo fuese nuevo todo recién comprado

agua sol y aire y sombra

Tan conforme que hasta sonrío al espejo que no

   tengo delante

 

Y otras veces en guerra tan en guerra

que mi tacto es puñal que me agrede las venas

y me hieren las flores y me acribilla el cielo

y hasta mi propio cuerpo me lastima

 

Muero y vuelvo a nacer cada mañana

la angustiada de ayer hoy no la busques

La eufórica de hoy

quizá esta misma noche se suicide

abrazada a su almohada

 

PRESENTIMIENTO

La muerte hoy está lejos O está quizá tan cerca

que es mi misma piel Es mi temperatura

Está en mí No se acerca

no puede ya acercarse porque es ya mi estatura

 

La masco en el bocado de la fresca manzana

y la bebo en el sorbo de agua del arroyo

Me moja como el baño de la lluvia temprana

y se apoya en mi pulso y yo en ella me apoyo

 

Es tan yo que no sé si es un resto de vida

lo que golpea en mi pecho o es ella que acompaña

con su tambor de hueso mi oscura despedida

 

EL POLVO ENAMORADO

I

... Aquí estuve. Aquí estoy. Fue un tiempo del cual jamás

    hubo memoria,

-porque la tuya con la mía son una-

Pero yo sé que estuve, y mi estatura

ahora es perímetro de huertos.

Yo estuve y sé que estoy. Yo bato el inaudible tambor

     de un antiguo latido

en el ladrillo del patio, en la corteza del árbol cejijunto,

en la gotera ciega como el beso;

en la danza del polvo

que en la raya del sol sonámbulo enloquece.

 

Yo estuve y yo regreso. Por siempre enamorado.

como el viento de lengua lastimada

aprendo nuevamente el dócil canto de la primer cigarra,

el crepitar de la minúscula tijera de la hormiga

o debajo la lengua del más tibio cordero

suscito la voz blanda de la primera súplica.

Yo estoy y sé que estuve. Yo inauguro

hoy el canto olvidado en la reseca gárgola,

y en tus labios el pozo de tu primer olvido.

 

II

Hoy lo aprendí. Vivir es olvidarlo todo,

y morir aceptar que todos nos olviden,

para que nadie muerda con angustia los frutos

ni se desmaye de dolor al ver volar un pájaro.

Recordar es dejar colarse en nuestro pecho la mano

    que reclama

el préstamo primero,

y el que recuerda ya no puede

soñar que bebe toda el agua que su sed necesita;

ya no puede tener su muerte pequeña por entero.

 

III

Inmemorial jornada donde los soles funden su río

     interminable,

donde los ríos cuelgan sus aortas como efímeros cometas,

y los árboles siempre prisioneros

dan vuelta a tierra y cielo, al otro lado azul de todo viaje.

Inmemorial periplo donde aurora y ocaso sangran un solo

       parto

y la arena murmura al final su miseria pequeña

con la lengua infinita de la espiga.

...Jornada

madurándose en rayos como la nube; abriéndose

cual la granada de oro de las noches.

                                                       ...Inmemorial vigilia

 

LOS 30.000 AUSENTES

XVI

Nacimos herederos de la muerte

y devolvimos pronto nuestra herencia

Pasamos como en sueños

desde una aurora a otra inmensa y sin

                                                              orillas

Sin esperar que el tiempo

quebrase nuestras rótulas

o marchitase el lustre

de follaje en septiembre en nuestro pelo

Antes de que la fuente diáfana de los ojos

se convirtiese en charco mortecino

negado al resplandor de los luceros

LILIÁN HIRIGOYEN

Escritora, jurado en el área Letras del Premio Morosoli,

expresidenta de la Casa de los Escritores del Uruguay

 

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2021-01-14T00:01:00