Por siempre Lapacó
Graciela Álvez
Contenido de la edición 19.06.2025
El jueves 20 de marzo se presentó el libro "Historias descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.
A continuación, el relato de Graciela Álvez (y la foto que lo acompaña).
Por siempre Lapacó
Graciela (1954)
Una peluquería es un lugar donde las mujeres hablan juntas sobre arte, belleza y vida.
(Visto en Internet)
Lo contaré a mi modo: un poco rústicamente y a lo paisano, con introducción, aunque nací en Montevideo.
Calculé que había ocurrido en los 60, porque yo estaba en la escuela. Y después mirando en Internet vi que la historia de varias mujeres que trabajaban en un salón de belleza y de muchas que lo frecuentaban comenzó a emitirse en la tele argentina en 1964 y, algo sorprendente, El amor tiene cara de mujer llegó hasta 1970.
Cristina, mi hermana, y yo nos quedábamos mucho en Paso Molino, en casa de nuestros abuelos maternos, Amelia y Nicanor. En esa casa desde hacía unos años había televisión, algo poco común en esa época. Abuela era modista, muy buena, y una de sus clientas le dijo: «Amelia, ¿cómo no tiene televisión?». Ya había aparecido la modalidad de comprar en cuotas, pero abuela se regía por el contado. Y un día tocaron timbre y apareció la televisión, con su mesa y la antena, comprada y enviada por esa clienta que después dijo: «Lo pagará como pueda, sin apuros».
Así que mirábamos tele, pero después de hacer los deberes. Y recuerdo que también vi esa telenovela muchas veces.
Era invierno. Una tarde mi madre nos llevó a mi hermana y a mí (porque todo nos venía parejo: nos vestía idénticas y además «si no va una no va la otra») a la peluquería de Violeta, en la calle Agraciada y Valentín Gómez.
En el salón (como se suele decir en estos tiempos) se hablaba de las vicisitudes de los personajes de la comedia del momento. Y no sé cómo fue que a la peluquera se le ocurrió que me iba a quedar muy bien el corte de Claudia Lapacó, con patillas y todo. Y así se hizo, y salí de aquel lugar con una sensación parecida al pudor: me sentía como desnuda, sin abrigo. Esa sensación me acompañó por varias semanas.
Lo curioso es que muchas veces de grandecita (y me refiero a estos últimos años...) muchas peluqueras se han tentado y han logrado cortarme el pelo a lo Claudia Lapacó. Aunque ella no se imagina, quedó prendida para siempre en la historia de mis cortes de pelo. ¡Qué Lapacó!...
Imagen de portada: Cristina Lampariello