Quino, Mafalda y la filosofía (Parte I)

Pablo Romero García

La obra del argentino Joaquín Lavado (1932-2020), más conocido como Quino, trascendió las fronteras del humor gráfico. 

Contenido de la edición 22.04.2021

 

No exageramos en nada si decimos que tendió puentes entre el mundo de la historieta y el de la filosofía, particularmente a partir de su célebre Mafalda. El valor pedagógico de sus viñetas todavía no ha sido sopesado debidamente, si bien no son pocos los educadores que las utilizan para pensar y dialogar junto a los estudiantes sobre cuestiones que constituyen nuestra existencia y construyen nuestra sociedad. La capacidad literaria y la profundidad de la propuesta reflexiva de Quino, desarrollada a partir de la particular narrativa de la historieta, le ha permitido el acceso a las instituciones educativas, ingresando en el mundo de las ideas, terreno reservado para muy pocos (siendo un asunto particularmente destacable si se proviene del "mundillo" del "dibujante de humor", terreno considerado absolutamente menor por el mundo académico, en especial por sus sectores más conservadores, que solo pueden concebir ideas a tener en cuenta en todo aquello que sea escrito en un aceptable formato tradicional de libro). Convengamos en que pueden haber humoristas con "pasta" de filósofos y que muchos filósofos resultan verdaderos humoristas.

Sus referencias al viejo conflicto entre la libertad y la igualdad, asociado en sus tiras sobre todo al campo de la teoría política, al de los "bandos ideológicos" dominantes, sus constantes asociaciones entre la condición humana y el marco político que la limita y define, su posicionamiento respecto de las situaciones de explotación que conforman nuestra vida social (siempre desde un tono irónico que a primer golpe de vista puede a algún despistado simplemente llegar a resultarle ingenuo y tierno), su denuncia de las desigualdades existentes y respecto de la necesidad de tomar conciencia de nuestro estado de alienación (que nos los señala tanto en su dimensión interna como externa).

Su alerta por un mundo globalizado que se ha hundido en el consumo (de productos y de vidas), de sujetos cosificados y cada vez menos empáticos, del dominio de la banalidad y el conformismo, de la cotidianeidad que nos encasilla en roles que predeterminan nuestra existencia, su advertencia sobre el papel que juegan los medios de comunicación y la violencia simbólica (más allá de la tangible físicamente, en un mundo marcado por los repetidos conflictos bélicos), del hombre alejado del respeto por la naturaleza y determinado en sus principales acciones por la lógica del economicismo.

 

Y su búsqueda de una utopía humanista  (que también supo mirar con sutil escepticismo, por cierto) y de la tarea de resistencia -desde la razón emancipadora y también desde la indignación valorativa más elemental- a la mera razón instrumental, son algunos de los principales elementos que podrían llevar a ubicar a Quino en una perspectiva que lo acerca al campo de preocupaciones de la llamada Teoría Crítica (con origen en la Escuela de Frankfurt, donde destacaron autores como Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse, Fromm, entre otros). Por supuesto, este sería un asunto a explorar y profundizar debidamente, pero no resulta descabellado suponer un posible recorrido en tal sentido.

Imágenes: QUINO

 

PABLO ROMERO GARCÍA

Profesor de Filosofía, comunicador

 

 

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2021-04-22T00:17:00