Redescubrimiento en pandemia
Maira Vilas
Contenido de la edición 12.08.2025
El jueves 20 de marzo se presentó el libro "Historias descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.
En CONTRATAPA venimos presentando semanalmente todos los textos. A continuación, el texto de Maira Vilas (y la foto que lo acompaña).
Redescubrimiento en pandemia

Maira (1998)
Era una niña con rulos rodeada de muchas niñas de pelo lacio. Recuerdo comentarios sobre mi pelo de entonces: que era desprolijo, feo; «indomable» decían las peluqueras, entre otros adjetivos que sentía que no eran positivos.
Pasaron los años y en la preadolescencia comencé a alisarlo de todas las maneras posibles, causándole un daño casi irreparable. No dejaba de planchármelo, de hacerme brushings progresivos o alisados. Mis rulos perdieron su forma y mi pelo se veía lastimado, seco. Pasé toda mi adolescencia usando la planchita y con el pelo recogido.
En el momento en que se desató la pandemia de covid estaba cursando mis estudios en la universidad. Pasé a vivir, como todos, un período de encierro. Le di tregua a mi pelo y dejé de alisarlo. Al principio fue difícil, porque el pelo se encontraba en pésimas condiciones. Conecté con mi pelo y comencé a aceptarlo. Probé diferentes tipos de shampoo, cada cuánto lavarlo, qué productos eran aptos.
Al año de la pandemia, mi pelo era otro. Ya podía andar con mi pelo natural y suelto, libre, algo impensado para mí.
Hoy pienso que la historia con mi pelo es una historia de aceptación y de redescubrimiento. Si de niña y adolescente el pelo generaba conflictos con mi autoestima, hoy puedo decir que me siento hermosa cuando mi pelo está hermoso. Y si algún día mi pelo no está en su mejor momento, tiendo a mimetizarme con él: lo cuido y lo acepto como es.
Si bien el proceso de aceptación fue algo personal y un trabajo individual, mi pareja contribuyó en esta travesía haciéndome sentir aceptada como era, ya no presionada por los cánones de belleza socialmente impuestos.
Imagen de portada: Cristina Lampariello