Vivir sin filosofía

Eduardo Infante

Nuestro ocio no debería ser únicamente tiempo de reponer las fuerzas y recargar las pilas para continuar produciendo, sino una oportunidad para desarrollar las actividades que nos hacen crecer como personas

Contenido de la edición 17.11.2022

 

Hoy, 17 de noviembre, celebramos el Día Mundial de la Filosofía, un arte que el mercado cuestiona continuamente por su falta de productividad.

No debería resultarnos extraño que, bajo condiciones capitalistas, la economía pretenda tomar el lugar de la filosofía. Con ello, el ciudadano se olvida de la pregunta de cómo se ha de vivir para preocuparse solo de obtener los medios que le proporciona el sistema. La consecuencia lógica de una producción masiva es un consumo masivo que se traduce en una reducción progresiva del tiempo libre, es decir, el tiempo del hombre libre. 

La vida humana es, sobre todo, ocio, y el ocio no es descanso, ni mucho menos consumo. Los clásicos usaban el término otium para referirse al tiempo en que uno se retiraba del negocio diario (nego-otium) para poder participar en las actividades que se consideraban valiosas en sí mismas e improductivas económicamente, porque en ellas no es posible el consumo: la política, la escritura, la lectura, la ciencia, la filosofía, el arte, la amistad, el deporte, el amor, la conversación, etc. Antes, el trabajo se definía como la negación del ocio; hoy, el ocio se define como el momento de no trabajo.

Cuando Cesar obligó a Cicerón a un periodo de inactividad, este usó el tiempo de reclusión para lo que llamó un otium cum dignitate, un «ocio digno», un «ocio que merece la pena», un cultivarse a uno mismo.

No es un dato menor que, el mismo Cicerón, cuando buscó una traducción para la palabra griega filosofía, usara el término agrícola cultura con ese sentido de cultivar la humanidad. Nuestro ocio no debería ser únicamente tiempo de reponer las fuerzas y recargar las pilas para continuar produciendo, sino una oportunidad para desarrollar las actividades que nos hacen crecer como personas y saborear intensamente los dones que la vida nos ofrece.

Los ciudadanos atenienses fueron hombres de acción: inventaron la primera democracia de la historia, lideraron una liga de ciudades libres, crearon un emporio comercial y económico, derrotaron al imperio más poderoso de la época, etc. Pero su pragmatismo y su intensa actividad no los cegó. Todo lo contrario, se liberaron de la tiranía del tiempo y dispusieron de espacios y momentos para pensar, discernir, deliberar y dialogar con los suyos sobre los asuntos eternos.

Una de las características principales de los diálogos de Platón es la ausencia de tiempo. Sus personajes conversan y, en la mayoría de los casos, se ven sorprendidos por la caída del sol. Platón parece estar queriéndonos decir que, para actuar, es necesario pensar y para pensar es necesario parar. Pero la frenética forma de «vivir para el trabajo» impide al ciudadano moderno parar y, con ello, pensar; así, progresivamente, va perdiendo su poder de autodeterminación y autogobierno. 

¿Se puede vivir sin filosofía? Claro que sí, igual que se puede vivir sin arte, sin justicia, sin amor, sin belleza, sin amistad o sin verdad.

La pregunta es si esa vida es digna de ser vivida. 

 

EDUARDO INFANTE

Español, nacido en Huelva. Docente de Filosofía, escritor,

conferencista, asesor filosófico de programas televisivos 

 

Imagen de portada: Rafael Sanzio - La Escuela de Atenas. 1510-1511. Fresco. 500 cm × 770 cm. Museos del Vaticano, Vaticano.


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2022-11-17T13:58:00