Un año sin Maradona, el mito antes y después

Contenido de la edición 29.12.2021

 

"En una villa nació, fue deseo de Dios/Crecer y sobrevivir a la humilde expresión/Enfrentar la adversidad, con afán de ganar/se a cada paso la vida"

"La mano de Dios", escrita por Alejandro Romero y cantada por Rodrigo.

Don Diego, su padre, llegó de Corrientes en 1955 a Villa Fiorito, buscando mejores posibilidades. Su madre, Dalma Franco, dio a luz nueve hijos, el mayor de los cuales nació el 30 de octubre de 1960, y que todos conocían como "Pelusa".

"Cuando llovía te mojabas más adentro que afuera", dijo alguna vez Diego Armando Maradona, ironizando con aquello de que "me crié en un barrio privado. Privado de luz, privado de agua, privado de saneamiento".

Ya desde pequeño dominaba la pelota en "Sábados Circulares", aquel programa "ómnibus" que duraba toda la tarde, y que conducía el recordado NIcolás "Pipo" Mancera. Contrariamente a lo que sucede con esos niños que hacen malabares con el balón, que en general no llegan a ser estrellas dentro de una cancha, "Pelusa" tendría como destino ser uno de los mejores de la historia del fútbol.

En una entrevista televisiva por esos tiempos, manifestaba su sueño de jugar una Copa del Mundo y ser campeón. De los Cebollitas el salto a Argentinos Juniors fue un paso, debutando en primera división a diez días de cumplir 16 años, el 20 de octubre de 1976.

 

El niño que dominaba la pelota en un programa televisivo soñaba con ser el mejor jugador del mundo, y luego sería protagonista de un verdadero "sueño argentino"

En 1977 llegaba a Nueva York una joven de 19 años desde Michigan, con solo 37 dólares en el bolsillo, con el desafío de convertir en realidad su anhelo de triunfar como cantante. El tan manido "sueño americano" fue una realidad en el caso de Maddona, la luego "Reina del Pop".

Bien puede decirse que el de Maradona fue la concreción del "sueño argentino", el del pibe de la villa que llegaría a cautivar al mundo con su magia y sus goles, pero también sería noticia constante para la prensa por sus extravagancias y su polémica conducta fuera de los campos de juego.

El mito del "héroe justiciero"

En su libro "El fútbol a sol y sombra", el fallecido escritor compatriota Eduardo Galeano, hablando del doping que le fue encontrado a Diego en el Mundial de Estados Unidos ´94, dice: "Jugó, venció, meó, perdió", afirmando que "venía cometiendo el pecado de ser el mejor, el delito de denunciar a viva voz las cosas que el poder manda callar y el crimen de jugar con la zurda", que, de acuerdo al Pequeño Larousse Ilustrado, es "al contrario de como se debe hacer".

Crítico como nadie de la burocracia de la FIFA y de los manejos de los zares de la televisión, muchos vieron en esa actitud un aire de "héroe justiciero", como cuando "vengó" la derrota argentina frente a las fuerzas británicas en la Guerra de las Malvinas de 1982, "con un gol tramposo y otro fabuloso", al decir de Galeano, refiriéndose al convertido con la mano y al que dejó por el camino a medio equipo inglés, catalogado como el mejor de la historia del fútbol, aquella tarde de 1986 en México, torneo en el que la selección argentina se consagró campeona.

 

"Un gol tramposo", al decir de Eduardo Galeano, y otro "fabuloso" separados por pocos minutos y destinados a quedar en la historia.

Su pasaje por el Nápoles fue decisivo "en la creación del mito", según reflexiona Juan José Sebreli, un sociólogo que odia el fútbol como pocos, una posición muy común en épocas en que aún se veía a ese deporte como "el opio de los pueblos" en círculos intelectuales.

En su análisis de los mitos argentinos, este intelectual señala que "dependen de una comunidad de creyentes que los fundamentan en los mandatos del sentimiento- deseo, temores, amores y odios; ilusiones y desilusiones, fantasías y sueños -ajenos a la racionalidad".

"El Diego", como lo recuerda la gente, representa "el mito del postergado que triunfa tomado por una ciudad y una región", citando a Sebreli. En mayo de 1987 el equipo napolitano de camiseta celeste ganó el Scudetto, representando el sur atrasado y pobre que le gana al norte industrializado, moderno, culto y rico.

Así la imagen de la Maddona de la ciudad pasó a ser "Santa Maradona", que no era otra que la del ídolo con corona de virgen; y el santo local San Genaro se transformó en "San Gennarmando".

Medio siglo de la escuadra napolitana sin títulos, de una "ciudad condenada a las furias del Vesubio", quedaba atrás. El sur oscuro humillaba al norte blanco que lo despreciaba, y que llamaba a Maradona "Jamón con rulos".

Pese a decir más de una vez que "no me meto en política", no escatimó en elogios al Che Guevara, cuya imagen tenía tatuada en uno de sus brazos; Fidel Castro (que le abrió las puertas de Cuba en el 2000 para su rehabilitación contra las drogas), el Comandante Hugo Chávez; el mandatario Carlos Saúl Menen y hasta los presidentes "K".

Y en la muerte también

Decía Sebreli en 2008 que "la cultura industrial de masas a través de los medios de comunicación, incluido internet, auspició el nacimiento de nuevos mitos", lo que este investigador relaciona con la pérdida de fe en la razón, la ciencia y el progreso.

Cuando fue expulsado del torneo ecuménico del '94, hubo manifestaciones contrarias en todo el mundo, en lugares exóticos como Bangladesh, lo que afirma la condición de Maradona de "estrella global" y de "pop star".

Su deificación alcanzó ribetes insólitos con la creación en 1998 de la llamada "Iglesia Maradoniana", asentada fundamentalmente en Argentina, México y España, teniendo su Nochebuena el 29 de octubre y su Navidad el 30. En el sur de Italia sus fieles rezaban: "Maradona nuestro, que descendiste sobre la tierra/ Santificado sea tu nombre/ Nápoles es tu reino".

Pero era un hombre de carne y hueso. Fue amigo de la Camorra, la terrible mafia napolitana, que le soltó la mano cuando se le vio insultar al público italiano que silbaba el himno argentino en la semifinal con los locales en el Mundial del ´90.

En enero del 2000 casi muere en Punta del Este por sobredosis - con ese episodio comienza su serie biográfica de Amazon-, pero fue salvado por un médico uruguayo al ser ingresado en un nosocomio del principal balneario uruguayo.

Adicto a la cocaína y amigo de la noche, tuvo cinco hijos legítimos, cuatro más en Cuba y dos en su país, que aún tramitan su filiación a nivel judicial, pese a su permanente exaltación de la familia como base de la sociedad.

En el 2000 se conoció su libro autobiográfico "Yo soy el Diego, el de la gente", en que relató su vida, en la que siempre la culpa de sus malas actitudes fue de los otros ...

Retirado como futbolista en 1997, su carrera como director técnico fue tormentosa, con episodios lamentables, como cuando insultó a los periodistas de su país luego de que la selección argentina que dirigía venció a Uruguay en el Estadio Centenario por uno a cero, clasificando para la Copa del Mundo Sudáfrica 2010, en la que su equipo fue goleado por Alemania por cuatro a cero, eliminándolo de la competencia, y terminando con su ciclo al frente del combinado albiceleste.

Su última aparición pública fue el día de su cumpleaños 60 en la Plata, en un partido de Gimnasia y Esgrima, su último equipo como entrenador. Ingresó a la cancha acompañado por el empresario y conductor televisivo Marcelo Tinelli de un brazo y el presidente de la Asociación de Fútbol Argentina, Claudio Tapia del otro. Todo un símbolo. El "10" estaba como ausente, con la mirada perdida y caminaba con dificultad, todo lo que presagiaba lo que sucedió 25 días más tarde.

En la mañana del 25 de noviembre de 2020 el mundo se conmovió con una noticia que parecía increíble que pudiera suceder, pero no por eso dejaba de ser esperada: Diego Armando Maradona había muerto.

Los periodistas deportivos argentinos de los programas de TV no se animaban a decir que el ídolo había fallecido. Hablaban de que se había descompensado en la casa en el country en donde se encontraba, que no había resistido. Nadie podía creer que había muerto, algo similar a lo sucedido en otros tiempos con Evita y Juan Domingo Perón.

 

Afiche de un campeonato de futbol solidario desarrollado en Montevideo en octubre y noviembre de este año, a beneficio de las ollas populares, con el nombre de Diego Armando Maradona. El mito del ídolo cercano a los sectores populares.

Miles de argentinos lo despidieron en la Casa Rosada, pese a que el país vivía la pandemia del covid. Y hasta un empleado de la empresa fúnebre que organizó el servicio perdió su trabajo por difundir una selfie que se sacó junto al cuerpo de Maradona.

Un año luego de su muerte, prosiguen las acciones judiciales intentando culpabilizar de su deceso al equipo médico que lo atendía. Ernesto Cherquis Bialo, veterano periodista que lo conoció muy bien, no dudó en decir que "murió sólo, triste y abandonado. Sin felicidad y abandonado".

Ese día de noviembre de 2020 moría el hombre. El mito en vida ya existía y el post mortem recién empezaba.

 

ALEJANDRO GIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Historiador, docente, comunicador,

asesor en la Dirección Nacional de Cultura del MEC

 

Archivo
2021-12-29T20:11:00