La comunicación de ideas (y la literatura)

Gabriel Francescoli

Contenido de la edición 09.05.2022

 

En un artículo que apareció en CONTRATAPA el 25 de abril, Eduardo Espina reflexiona sobre las palabras, los mensajes, la literatura y los lectores.

Algunas veces, debo reconocer, su texto me supera porque me cuesta interpretar las ideas que hay detrás del mismo. Otras veces no.

Sin embargo, sus ideas sobre los lectores y la literatura actual, los que no "conocen" (casi) la lectura de textos impresos en papel y tinta, y que apuestan a la comunicación "tecnológica" y a las lecturas cortas y pasajeras sí las comprendo, o al menos creo comprenderlas. ¿Por qué digo que creo comprenderlas? Porque una de las claves de la comunicación entre los seres vivos es la que se encuentra en la interpretación de las informaciones que llegan a nosotros.

Desde el punto de vista biológico, e incluso biosemiótico, se podría decir que los procesos comunicativos entre los seres vivos (o dentro de ellos, en algunos casos) surgen para, básicamente, apuntar a la coordinación de actividades y, en órdenes más elevados de sistemas, por ejemplo para permitir la manipulación de otros y la proyección o planeación de actividades futuras.

Las entidades biológicas vivas, que somos las únicas capaces (hasta donde sabemos) de comunicar transmitiendo mensajes (información) e interpretándolos, funcionamos con diversos grados de complejidad comunicativa para lograr nuestra inserción en el mundo. En esencia, lo que comunica e interpreta señales o signos está vivo, el resto no.

Desde esta perspectiva de la biosemiótica, los seres vivos somos capaces de comunicar utilizando básicamente tres tipos diferentes de signos: íconos, índices y símbolos o signos convencionales. Los íconos son aquellos signos que tienen semejanza de algún tipo con el referente (lo que el signo representa); la semejanza puede consistir en un parecido en la forma o afectar a cualquier cualidad o propiedad del objeto.

Los índices son signos que tienen conexión física real con el referente, es decir, con el objeto al que remiten; la conexión puede consistir en la proximidad, la relación causa efecto o en cualquier tipo o conexión. Son índices los signos que señalan un objeto presente o la dirección en que se encuentran (una flecha indicativa, un dedo señalando algo...) o los signos que rotulan a los objetos designado en otro código (el título escrito debajo de un cuadro, un pie de foto...) y los signos naturales producidos por objetos o seres vivos.

Los símbolos son signos arbitrarios y convencionales que tienen carácter de colectivo y social; es un signo que se refiere al objeto que denota en virtud de una ley, usualmente una asociación de ideas generales que operan de modo tal que son la causa de que el símbolo se interprete como referido a dicho objeto.

Los seres vivos somos capaces de emitir esos tipos de signos y de interpretarlos a través de lo que se llama el triángulo semiótico, que comprende:

El interpretante es el que interpreta el signo, y el signo representa al objeto, entendiendo por objeto a algo físico externo o interno e, incluso, algo no físico (concepto, etc.), pero que forma parte de una categoría.

Entonces, en los sistemas biológicos los signos o señales comunicativas se usan, evolutivamente hablando, para transmitir información a otros y eventualmente influir en sus acciones futuras.

Se asume que en su proceso de aparición evolutiva, las señales aparecieron primeramente dentro de un mismo sistema biológico (señales químicas) para comunicar entre células y sistemas, de manera de coordinar el funcionamiento fisiológico y corporal del individuo, y luego salieron "hacia afuera", cuando una entidad biológica emitió "comportamientos" asociados o asociables a ciertas situaciones que pudieron ser interpretados por otras entidades (usualmente de la misma especie) y respondidos con comportamientos relativamente "coherentes". O sea, la respuesta dependía de la interpretación por el receptor de la señal (o protoseñal) enviada por el emisor. En el caso de los íconos e índices, esa interpretación puede haber sido más directa, pero en el caso de los signos o símbolos esas interpretaciones fueron probablemente más indirectas, lo que lleva a pensar que los receptores podían interpretar una señal como perteneciente a una categoría igual o similar a la que originó esa señal en el emisor, o no. Esta idea es la que marca cómo se pudieron desarrollar los sistemas de señales convencionales.

El lenguaje humano es principalmente un sistema de signos convencionales, y la palabra escrita también lo es. Entonces, podemos pensar que lo que Espina arguye sobre el problema de que los lectores actuales cada vez se limitan más a comunicaciones cortas, rápidas y mayormente electrónicas que quitan el placer de leer o que lo disminuyen porque hacen que no se atienda a los posibles subtextos o intencionalidades escondidas detrás de los textos "a la antigua", puede ser visto como una especie de "vuelta al inicio" o "involución".

Esto es, los mensajes comunicativos estarían volviendo a los inicios, cuando lo valioso era comunicar una información importante y, por lo tanto, breve y poco ambigua, limitando las posibilidades de "confusión" en la interpretación, o de "destrucción" de la señal debido al ruido ambiental.

¿Es esto así? En cierto sentido podría decirse que sí, si interpretamos que los humanos (lectores) actuales prefieren informarse de manera más breve a través de elementos mayormente visuales y textos cortos que no demanden mucha interpretación, que sean inteligibles y no se presten a "confusión" (confusión que sí puede ser creada por la sobreabundancia de esos mismos textos cortos y mensajes visuales), optimizando así su tiempo en esta vida para muchos "sobreacelerada", y repartiéndolo entre otras muchas actividades más "directas". Esto último pasaba y sigue pasando, a muchos otros animales que deben sobrevivir y por ende deben ser efectivos en su comunicación abreviando tiempos.

¿Esta es una explicación válida para la literatura? No lo sé, pero puede serlo, ya que el acto de leer (por placer estético, entre otras cosas) es algo que consume tiempo (más, cuanto más complejo sea el texto) y que obliga a interpretaciones complicadas o a veces a no llegar a interpretar algo porque nos parece abstruso, por lo que "optimizamos" desechando esos textos o novelas (u otras formas literarias).

Las ideas complejas o "subyacentes" en la literatura pueden resultar difíciles de captar, ya que, al no ser suficientemente explícitas, todo queda a la interpretación del lector, que es condicionada por muchos factores. De paso, ese mismo proceso se da para los críticos literarios y los docentes de literatura, por ejemplo, y nos muestra que sus interpretaciones, en el fondo, son tan válidas como las de cualquiera, salvo las del propio autor.

Por otro lado, la brevedad y la posible o supuesta mayor inteligibilidad de los textos cortos y mensaje visuales, también puede llevar a la manipulación de ideas y acciones, justamente debido a su brevedad y aparente (en algunos casos) concisión, plantando ideas o "memes" (los de Dawkins, no los de internet; ver una de mis notas anteriores) que manejen más o menos directamente a los "lectores".

Para terminar este "acopio de ideas" entiendo, o creo entender (ver más arriba), lo que Espina dice y a lo que apunta, pero lo que puedo decir es que los medios comunicativos en los seres vivos, más o menos dependientes de la cultura y de las sociedades, generalmente tratan de lograr objetivos de comunicación segura, inteligible, rápida y relevante para el grupo.

Siempre habrá comunicaciones más complejas, cuerpos de ideas más claros u oscuros, más escondidos (para evitar la censura o los conflictos) o elípticos, y diferentes grupos y subgrupos sociales harán uso de ellas de manera más o menos extendida. ¿Qué tanta influencia tiene y tendrá esto en la "cultura"? (a propósito, ¿qué es cultura?) y en la comunicación de ideas en determinados períodos, es parte de la historia evolutiva de las entidades biológicas que conocemos, y de las que formamos parte.

En un próximo artículo abundaremos en la biosemiótica.

GABRIEL FRANCESCOLI

Doctor en Biología, encargado de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias

 

(Las opiniones vertidas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la que se desempeña)

 

Imagen de portada: adhocFOTOS/Ricardo Antúnez



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2022-05-09T23:30:00