Quino, Mafalda y la filosofía (parte III)

Pablo Romero García

En esta tercera y última entrega, el abordaje de los personajes que constituyen el universo de Mafalda nos lleva a encontrarnos con otros peculiares talantes filosóficos, que enriquecen y terminan de componer el celebrado puzle elaborado por Quino. 

Contenido de la edición 24.06.2021

 

En la segunda parte habíamos analizado los perfiles de Mafalda, Felipe y Miguelito, y en esta ocasión comenzaremos por la pequeña Libertad, que fue la última en aparecer en escena en la tira gráfica y que representa los ideales políticos y el intento de alcanzar aquello que suele presentarse en forma de utopía.

Su propio nombre nos deja en claro el principal valor que representa. Hija de padres hippies culturosos, Mafalda la conoció en la playa durante unas vacaciones e inmediatamente establecieron un muy buen vínculo, coincidiendo en un modo de ser y estar en el mundo que, entre otras cuestiones, las encuentra unidas en la firme postura de defensa de principios que consideran pilares valorativos que toda sociedad debería tener.

Libertad nos muestra, sin embargo, una postura más combativa, más reivindicativa que la de Mafalda, presentando un perfil más radical en cuanto a su oposición al modelo político establecido.

Su talante cuasi incendiario lleva a que incluso la propia Mafalda aparezca como un contralor de bajada a tierra. Amante de lo simple, suele sin embargo enredarse en intrincados razonamientos, que siempre parecen ir de la mano de ese señalado carácter revolucionario, contestatario, aunque, a la vez, también más liberal que el del resto de los personajes.

Libertad representa, en definitiva, el rol que el intelectual debería no olvidarse llevar adelante respecto de ser impulsor de condiciones de mayor justicia social.

Como contrapunto, Susanita y Manolito no parecen tener demasiadas angustias existenciales, ni utopías trazadas en el horizonte, ni conflicto alguno con el sistema hegemónico, sea el económico, el de las tradiciones y expectativas socialmente arraigadas.

Manolito directamente representa el conservadurismo y la defensa del capitalismo como modelo económico. Su raciocinio tiene un billete marcado en la frente y sus ambiciones pasan en buena medida por convertirse en un empresario de alta escala.

Aunque le cuestan las tareas escolares y parece tener ciertos problemas de comprensión general, posee una marcada habilidad contable y de olfato comercial. Por otra parte, en su desprecio por los Beatles, justamente la banda predilecta de Mafalda, nos muestra la raíz de su personalidad conservadora. Lo diferente y rupturista no es de su agrado.

Y no se lleva nada bien con Susanita, personaje que representa los prejuicios sociales, las actitudes discriminadoras y de altanera pretenciosidad, que incluyen el racismo y el chimento exacerbado, entre otras cuestiones poco agradables.

Simpatizante de lo establecido y preocupada por las apariencias, desprecia a Manolito, por considerarlo demasiado elemental, y su máxima aspiración es casarse como corresponde, ser mamá múltiple y tener un buen pasar económico, codeándose con la clase alta, siendo la respetada "señora de", la "mantenida por", bajo el paraguas de un hombre exitoso que  le complazca en todo, mientras ella cría a sus hijos, chocando con las ideas de Mafalda respecto de la liberación de la mujer, la búsqueda de la igualdad entre ambos sexos y el quiebre respecto de los roles tradicionales que se le adjudican.

Con tendencias egoístas, suele generar momentos de rechazo en sus amigos (aunque también es portadora de actitudes de amistad, claro) y, en cierto modo, supone la antítesis de toda actitud filosófica.

Por último, nos queda referirnos a la familia de Mafalda, a sus padres y su hermanito Guille, quienes conforman la típica clase media, con sus pretensiones también "medias", con sus latentes conformidades y abandono de sus sueños, esgrimiendo un cierto tono de fracaso.

Guille, sin embargo, ya desde su etapa de chupete y parloteo a media lengua, nos muestra una veta de irreverencia y un afán por hacer esas molestas "preguntas" de tono filosófico, lo que rápidamente lo irá poniendo a tiro con su hermana mayor más que con sus padres.

El mundo malfaldesco que Quino nos regala es una invitación a pensar y pensarnos, a cuestionar y cuestionarnos, a filosofar desde los personajes, diálogos y situaciones que la tira nos presenta.

Como decíamos al comienzo de esta serie de artículos, Quino trascendió las fronteras del humor gráfico y logró tender puentes entre el mundo de la historieta y el de la filosofía.

Sus lectores seguimos haciendo rodar la rueda. Seguir filosofando, desde su notable creación, nos resulta tan disfrutable como debido.

PABLO ROMERO GARCÍA

Profesor de Filosofía, comunicador

 

Imágenes: Quino

 

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2021-06-24T00:23:00